Monday, January 28, 2008

"EL PENECA", CIEN AÑOS


Es posible que durante este año alguien recuerde el centenario de la revista infantil “El Peneca” que fue publicada en Chile por la Editorial Zig-Zag, entre los años 1908 y 1960. En la época que la conocí, su directora era Roxane, el pseudónimo de la escritora Elvira Santa Cruz Ossa (1866-1960) y la habían precedido en el mismo cargo intelectuales del prestigio de Emilio Vaisse. La revista contó con una importante falange de colaboradores como los dibujantes Coré, pseudónimo de Mario Silva Ossa, Alfredo Adduard o Elena Poirier, que ilustraban las portadas y las series. La serie más famosa de la revista fue “Quintín el Aventurero”, que se publicó por más de una década. También se recuerdan series como Papa Rucha y su hijo Mote, El Capitán Luna y otras.

“El Peneca” fue una publicación exitosa, que logró mantener un alto nivel artístico y literario. Su tiraje era extraordinario, se editaban 240.000 ejemplares semanales, que se distribuían a toda América Latina. Hacia mediados de los años 50 la revista sufrió un proceso de declinación, con la aparición de revistas de historietas, como la chilena “Okay” y las publicaciones de Walt Disney o Walter Lantz, editadas en México. “El Peneca” no pudo resistir la avalancha de publicaciones extranjeras y Zig-Zag dejó de publicarla en el año 1960.
Tengo la impresión que “Quintín el Aventurero pasó definitivamente al olvido; yo mismo no hubiera podido recordar sus personajes sin la ayuda de Internet. Quintín era un joven piloto del submarplano-pez volador, una poderosa nave inventada por el sabio profesor Seymur, padre de su novia Juanita. En este aparato viajaba por el mundo acompañado de su novia y de su tío, el viejo Daniel.

En este blog hemos rendido homenaje a los hombres y mujeres que a lo largo de la historia han contribuido, con sus obras, a hacer de este mundo un mejor lugar para vivir. “El Peneca”, por medio de editores, escritores y dibujantes estimularon la imaginación de miles de pequeños lectores, a través de la publicación de fábulas, leyendas, cuentos y series ilustradas. Este es pués, nuestro recuerdo y homenaje.

Tuesday, January 22, 2008

JIT NARAIN: "CON EL FIN DE MATAR UNA SERPIENTE"

"Yo escribo para mi ajá (abuelo paterno) y su generación. A ellos les debo el no permitir que arrasen con su historia y su idioma”. Jit Narain nació en Livorno, pueblo cercano a Paramaribo, Surinam, en 1948. Fue el primer surinamés en escribir en “sarnami”, idioma de los surinameses de ancestro hindú, en el que hasta finales de los años setenta nunca se había publicado un libro. En 1978 publicó su primer volumen de poesía, “Dal bhat chatni” (Arroz, guisantes amarillos y Condimentos) - la dieta principal del campesino indostano. En sus más recientes poemas Narain refleja la vida como una prórroga limitada en el tiempo, llena de color y esperanza, incluso ante las penalidades y la muerte.

Los chilenos sabemos muy poco de Surinam y su gente. Inclusive pocos deben saber que es un país sudamericano. Por este motivo, hemos incluido a Narain en esta serie de poetas sudamericanos, aunque sus ancestros tengan poco que ver con los nuestros.

Él, que, con el fin de matar una serpiente se transformó a sí mismo en una vara,
él, que, por su vieja edad se convirtió él mismo en una vara
¿por qué habría él, intentando hallar una vara, seguir buscando una vara?

Él, que, aferrado a la ambición, cruzó los siete mares
y luego sucumbió a la tormenta,
roto como una rama fulminada por el relámpago.

Labor esclavizante o libre, ¿cuál es la diferencia?
la culpa no fue la respuesta aquí.
Vencido por la fatiga y fatigado por la fascinación;
ambas, fascinación y fatiga pudieron continuar existiendo, mano enguantada.

Thursday, January 17, 2008

EL EFECTO MARIPOSA

No vine a buscar la quinta pata al gato
pero esto del cuento del lobo
me tiene como loro en el alambre.


Debe ir cada oveja con su pareja
pero la traidora se fue al chancho
con aquello del régimen del lagarto.

Fue entre gallos y medianoche
que quise matar dos pájaros de un tiro
aunque no soy un pato malo

No se trata de tirar de chincol a jote
aunque no tenga nada que ver con monos.
Que nadie se preocupe: perro que ladra no muerde.

Como tengo memoria de elefante
recuerdo que no es bueno el abrazo del oso
ni sacar la culebra a cada rato
olvidando que por la boca muere el pez.

Creía que tenía la edad del pavo
pero se echó al pollo sin aviso
ahora llora lágrimas de cocodrilo.

No quise pasar gato por liebre
ni sacar la castaña con la mano del gato
solo hablar un poco del efecto mariposa (1).

(1) Si lee este blog por primera vez, le aconsejo que no lo tome en serio. Sólo para que no sienta que ha perdido el tiempo, transcribo la siguiente información que pudo encontrar directamente en Wikipedia: “En 1952 el escritor Ray Bradbury escribió un cuento de ciencia ficción titulado “El ruido del trueno” (A sound of Thunder). En él, unos cazadores viajan en el tiempo hasta llegar a la prehistoria y sin darse cuenta matan a un insecto. En consecuencia y debido a ello, cuando vuelven al presente se dan cuenta que el mundo en que se encuentran es totalmente diferente al que conocían en un principio. Ese insecto era una mariposa, cuya muerte a-histórica habría provocado un efecto en cadena de dimensiones inmensurables. El meteorólogo Edgard Lorenz fue el primero en analizar este concepto en un trabajo de 1963 para la Academia de Ciencias de Nueva York. Lorenz, tratando de predecir el clima a través de fórmulas matemáticas que relacionaban variables como tiempo y humedad, lograba predecir la meteorología del día siguiente. Cuando revisó los datos se dio cuenta de que, haciendo pequeñísimos cambios en ellos, se lograban resultados absolutamente diferentes. Esto ocurre porque las variables meteorológicas están todas relacionadas”.

Tuesday, January 15, 2008

HECTOR BARRETO, PASAJERO DEL SUEÑO




En diferentes ocasiones, como todo hombre de izquierda de mi edad, oí hablar de un joven escritor socialista muerto en una emboscada por militantes nazis, aquí en Chile. Se trata de Héctor Barreto, de quién, nunca leí nada. Conozco pués el mito y no la obra, lo que no tiene nada de raro. El 26 de Agosto de 1936, Barreto tenía 19 años. Publicamos a continuación el artículo del escritor Miguel Serrano “”Héctor Barreto, pasajero del sueño”, publicado en la Revista de Libros”, del diario El Mercurio, el viernes 26 de agosto de 2005

HECTOR BARRETO, PASAJERO DEL SUEÑO


Por Miguel Serrano

A los escritores de mi generación se nos ha conocido en Chile como de "la Generación de 1938", pudiendo incluirse en ella a Eduardo Anguita, Braulio Arenas, Enrique Gómez Correa, Teófilo Cid, Irizarri, Eduardo Molina, Julio Molina Müller, Guillermo Atías (o Anuar Atías), Iván Romero, Rene Ahumada, Raúl Vicherat, Robinson Gaete, Juan Tejeda, Santiago del Campo, Gonzalo Rojas, Volodia Teitelboim, Héctor Barreto y yo. Un pequeño grupo (Del Campo, Guillermo Atías, Irizarri, Ahumada, Iván Romero, Julio Molina y Barreto) nos reuníamos en la noche a conversar y leernos nuestros cuentos y poemas en un café-restaurante de la calle San Diego, el "Miss Universo", que, como tantas otras bellas cosas, ya no existe más. Y era Barreto quien nos mantenía atentos a sus historias improvisadas, haciendo que la noche pasara casi sin sentirse. ¿Cómo poder olvidar "El pasajero del sueño", "Rito a Narciso", "Jasón" y "La ciudad emferma" (él pronunciaba "em-ferma", con "m", poniendo énfasis en ello y con un gesticular único). En verdad, Héctor, tan joven aún, vivía en la Grecia antigua y como si él mismo fuera la reencarnación de Alejandro Magno, a quien nos describía físicamente cual si sólo acabara de estar en su presencia. Para nada nos interesaba en esos años la política y vivíamos inmersos en los libros de Panait Istrati, Knut Hamsum y los rusos, Dostoievsky, Boris Pilniak, Sevolod Ivanov; o los poetas Miloscz, Pedro Prado, Omar Cáceres (quien se apareció en nuestras tertulias para recitar su "Azul deshabitado"), Vicente Huidobro, Augusto D'Halmar (con su La sombra del humo en el espejo), Salvador Reyes, Pablo de Rokha, Neruda y Joaquín Edwards Bello, entre otros.
Fue por esto que una noche recibimos con total asombro la confesión de nuestro "héroe griego", Héctor Barreto, de que había decidido participar en la política y se había inscrito en la Juventud Socialista. ¿Cómo era posible —exclamamos— que "El pasajero del sueño", que "Jasón", hubiera hecho esto? ¿En qué quedaba ahora su búsqueda desesperada en las calles nocturnas del viejo Santiago, en la montaña, en nuestras mágicas cumbres, de la "Ciudad de los Césares", del "Vellocino de oro"?... Lo estoy viendo, como si fuera ayer, con su rostro moreno y sus ojos profundos, golpeándose la frente (en un gesto muy suyo) y respondernos: "Lo hice porque me producen dolor los niños pobres descalzos bajo la lluvia"...
Esos eran los años de la Revolución Española, del "Wnnipeg", de la gran tensión política planetaria previa a la Segunda Guerra Mundial y, en Chile, las juventudes políticas uniformadas también combatían en las calles. Y fue así cómo una noche Barreto murió asesinado. A nosotros, sus hermanos, sus amigos entrañables, nos afectó más allá del alma, en las entrañas del mismo ser. Los soñadores, los reclusos, debimos también salir a las calles a luchar por un cambio a fondo en la sociedad chilena. Guillermo Atías, Irizarri y Julio Molina entraron al socialismo. Yo empecé a escribir en periódicos de izquierda. Barreto se había hecho muy amigo de Raúl Ampuero; yo también, hasta su muerte.

El funeral de Barreto fue algo enorme, cuadras y cuadras; todos los escritores chilenos, de cualquier generación (Huidobro, de Rokha, Neruda, nuestro amigo Sánchez Latorre); todos los políticos (Schnake, Ricardo Latcham, Julio Barrenechea y Marmaduque Grove, como líder de ese homenaje). Ahí conocí a Blanca Luz Brum, quien iba a mi lado y, al ver mis ojos húmedos, me dijo: "Ánimo, camarada", tomando mi mano y apretándola. En el cementerio, junto a la bella tumba, hecha por el escultor Banderas, con la mascarilla del rostro de Barreto muerto, que él mismo le sacara y que me había regalado esa mañana (aún la conservo, habiendo viajado conmigo por todo el mundo). Y allí quedó, entonces, su réplica (mirando al cielo, a través de los párpados cerrados, durante todas las estaciones, bajo el sol y la lluvia) hasta ahora, cuando desconocidos la han roto a golpes de martillo. Don Marmaduque terminó su discurso de aquél día diciendo: "¡No pasarán...!". Sin embargo, han pasado... ¡tantas cosas!

Con jóvenes amigos vamos a reparar la tumba en el Cementerio General, de modo que el rostro de Héctor Barreto pueda seguir contemplando más allá del cielo, más allá de las estrellas, su Grecia inmortal, su monte Olimpo y el Templo de Delfos, donde tal vez él fuera un hierofante, hace muchos siglos ya.

Thursday, January 10, 2008

CALLES DE LA REINA II


IV. VALENZUELA PUELMA

El pintor chileno Alfredo Valenzuela Puelma (1856-1909) nació en Valparaíso y murió en Villejuif, Francia. Ya pintaba a los ocho años, y a los doce, era discípulo de Ernesto Kirchbach y Giovanni Mochi en la Academia de Pintura de Santiago. En París, estudió primero con Benjamín Constant, que le vaticinó un brillante porvenir y, después, con Jean-Paul Laurens, quien lo expulsó de su taller al afirmar, el discípulo, ser superior al maestro. Valenzuela Puelma representó en la pintura chilena de fines del siglo XIX la cúspide de la perfección formal a la manera de la corriente académica. Es decir, transposición a la tela del modelo vivo, conformación del cuadro por medio de las técnicas y procedimientos de los maestros renacentistas y barrocos de los siglos XVI y XVII y consideración del oficio como supremo criterio de valor estético. Los temas de las obras de Valenzuela Puelma fueron especialmente la figura humana y el retrato. Fue el primer pintor chileno de desnudos destacándose obras como "La ninfa de las cerezas", "Náyade cerca del agua", "La perla del mercader". También estuvieron los motivos orientales, religiosos, de inspiración naturalista, naturalezas muertas y el paisaje. Recibió numerosos premios en Chile y en el extranjero.

V: AXEL MUNTHE

Recuerdo “La historia de San Michele”, de Axel Munthe (1857-1949), como uno de los libros notables que he leído. El escritor sueco conoció la isla de Capri a los 18 años y desde entonces se propuso crear su hogar allí. Años más tarde construyó, tal como deseaba, una villa a la que llamó "San Michele" en el punto más alto de la isla, en el lugar que ocupara anteriormente la villa del emperador romano Tiberio. En este lugar Munthe pasó la mayor parte de su vida dónde, salvo breves períodos, residió 56 años. Estudió en la Universidad de Upsala y luego en París con el célebre psiquiatra Jean Martin Charcot y, en 1880, a los 23 años, se convirtió en el Doctor en medicina más joven de Europa. El libro fue publicado en 1929 y tiene el carácter de autobiográfico. Gracias a su testimonio. Munthe alcanzó un reconocimiento internacional, éxito que le ayudó a salir de la depresión causada por la perdida total de la visión a los 52 años, la que recuperó en 1934, tras una operación. Axel Munthe fue médico personal de la reina de Suecia Victoria de Baden, la cual pasó largos períodos en la isla de Capri por motivos de salud. En la Primera Guerra Mundial sirvió como médico de la Cruz Roja en el frente francés. También destacó como defensor de los derechos de los animales, llegando a comprar los derechos de la montaña Barbarossa para crear un santuario para las aves migratorias. Después de su muerte a los 92 años, la villa de San Michele pasó a ser propiedad del estado sueco. Siguiendo los deseos expresados por Axel Munthe en su testamento, desde los años 50, estudiantes y artistas han sido invitados a hospedarse en la villa para realizar sus proyectos. La edición que tuve de este libro, ya no la tengo, era muy buena, con muchas y hermosas fotografías de la Isla.


VI: MARIA MONVEL

Esta es la primera estrofa de “Berseuse”, un poema de María Monvel (1899-1936), que reproducimos como un homenaje a las madres jóvenes y a las abuelas, que conocen bien el tema: “Duerme. Tus juguetes se durmieron ya./ Si la niña duerme, dormirá mamá/Y, ¡pobre mamá! bien lo necesita!./¡Se doblan los brazos de la mamaíta!/ y aunque eres en mi alma un montón de luna,/ te mezo, te mezo tierna y fatigada .../¡Duerme ,mientras llenas de luna mi almohada/ vuelves contigo de plata la cuna”. Según Gabriela Mistral, María Monvel fue: "La mejor poetisa de Chile, pero más que eso: una de las grandes poetisas de América, próxima a Alfonsina (Storni) por la riqueza del temperamento, a Juana (De Ibarbourou) por su espontaneidad". La antología “Sus mejores poemas”, que ella misma seleccionó, publicada en 1934, abarca diez años de labor. Emilio Vaisse, el escritor y crítico literario, que usó el pseudónimo Omer Emeth, no la calle, alabó su publicación: “Por lo que toca a esta selección de poemas hecha, con pleno derecho, por quien mejor podía hacerlo, conviene agradecerle a la señora María Monvel el haber fechado cada uno de sus poemas. Esto, para el crítico y aun para el lector curioso, es de gran provecho, puesto, que señalada la fecha de todos los poemas, es fácil situarlos en el tiempo, a lo largo de la vía que la evolución de María Monvel ha seguido”. Se refiere a las etapas de la breve trayectorIa de la poetisa, una primera, que corresponde a la de su juventud, desde “Me pesaba su nombre” hasta ”El último amor”, en que su temática ES el amor, la pasión y la belleza espiritual. Se trata de textos delicados, sensibles, alegres y entusiastas o dolorosos. Una segunda serie de poemas revelan sentimientos de dulzura y cariño, que tienen que ver con la maternidad, como “Niño”, “La mujer que adoptó un hijo”, “Mi hija juega en el jardín”, “Madrigal de mujer”, entre otros. Por último, el tercer grupo lo conforman sólo seis poemas: “Versos de amor”, “Invitación al viaje”, “Interior”, “Casino”, “Balada a don Juan” y “Una balada de Goethe”. En éstos, María Monvel intentó expresar su búsqueda por articular una identidad mediante metáforas cuidadosas. Como es evidente que muchos conocen esta hermosa calle del sector oriente de La Reina, me pareció de interés hacer esta breve reseña de la escritora y su obra, con el aval de Gabriela Mistral (¿dónde está la calle que lleva su nombre?) y de Emilio Vaisse.

Saturday, January 05, 2008

COLLAGE DEL DESTINO

Solo faltaba despedirnos. “¿Puedo preguntarte si eres el esposo de Regina Mujíca?” La pregunta me tomó por sorpresa, pero, “sí, así es”, admití. Aliviada, temía estar confundida, insistió “y, ¿cómo está?” Incómodo, respondí “no lo se, hace un año se fue con otro hombre”. Su sonrisa desapareció, su semblante se ensombreció. En un segundo lo adiviné, también ella abandonará a su marido, por eso me arrendó el departamento. (“Ahora todo ha concluido. Ahí dejo las llaves. (…) Mañana, después de mi marcha, vendrá Cristina a guardar en un baúl cuanto traje al venir aquí, pues deseo que se me envíe)”.

Solo faltaba despedirnos pero abrimos un paréntesis que tuvimos que cerrar conversando, y nos fuimos al bar. (“Desde que te perdí/ la vida me sonríe sin cesar,/tengo trabajo y mucha estabilidad/ hasta he trepado en la escala social”). “La conocí en el colegio. Era alegre y divertida. Recuerdo el primer día de clases; la profesora pasó lista ¡Mujíca Mujíca Regina! Ella contestó ¡Regina Mujica Mujica presente! El curso estalló en carcajadas. Nos hizo reír cuatro años”. Al oírla hablar de Regina no siento nada, sólo indeferencia. “A mi me hizo reír dos años, ahora es otro el que rie”.

Era su turno. Mientras la escuchaba imaginaba formas de prolongar este instante. Cuando concluyó su relato, ya estaba de su lado, incondicionalmente. ¿Te has preguntado alguna vez cómo el destino intervino tu vida? Un grupo de mujeres ingresó ruidosamente al recinto: Alguien tropezó con la silla de Carla, que cayó literalmente en mis brazos. Una risa dominaba el ambiente y la reconocimos en seguida. Entonces nos vio. Hicimos lo correcto, la ignoramos. Al salir escuchamos su risa pero ya no éramos los mismos. (“Como fue,/ no se decirte como fue,/ no se explicarme que paso/ ero de ti me enamore”).



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