Monday, December 01, 2008

RELATO DE UN CASO DE TELECINESIA



Busco información en internet de una médium de apellido Silbert, mencionada por Rudolf Tischer, en su libro "Introducción al estudio de la parapsicología” y encuentro la siguiente noticia, relativa al fenómeno denominado “aureola”, en un artículo suscrito por Oscar G. Quevedo, SJ y Edvino Friederichs, SJ:
“Una medium austríaca, Maria Silbert, después de su vuelta de la Sociedad de Investigaciones Síquicas de Londres, fue de nuevo observada en la ciudad de Gratz, en Alemania, por un grupo de investigadores, entre los cuales estaba un brasileño, Huberto Rohden, entonces estudiante jesuita, en la Universidad de Innsbruck. Todo el equipo era compuesto de hombres de alto prestigio científico (aunque hoy Rohden haya decaído muchísimo.
"Pues bien, en todas las sesiones -cuenta Rohden- María Silbert, así que caía en trance, quedaba toda luminosa, irradiando una claridad lunar, suave, fosforescente, ligeramente esverdeada, recordando la luz de nuestras luciérnagas. De las puntas de los dedos, de los codos y de las rodillas salían, de vez en cuando, resplandores más fuertes (,..). Era posible observarse todo eso en plena luz. Además, para poder observar mejor esa luminosidad, apagamos la luz eléctrica, y toda la sala quedaba submergida en una sugestiva luz lunar, que partía del cuerpo de la medium"
En su libro, Tischner cuenta su experiencia con la misma médium, pero en relación al fenómeno de la telecinesia, que me parece interesante, por ser el autor un representante del mundo científico, que busca “desocultar lo oculto”, como dice el prologuista del libro. Se trata de una versión, de primera mano, de un fenómeno que no conozco, ante el que no me es posible tomar posiciones. Se trata, en todo caso, de fenómenos que afectan nuestras visiones del mundo y que nos fastidian cuando nos enteramos, por algún motivo, de sus manifestaciones. Con anterioridad, me ocupé del caso de un profesor de la Escuela de Derecho de la Univertsidad de Chile, don Jaime Galté. Como en la cueca, no hay primera sin segunda, vuelvo a la parapsicología. Este es el relato concreto del Dr. Tischner (1) (1):

“Uno de los mejores mediums de la década de los 20 fue la señora Silbert, de Gratz; por su causa esa ciudad fue teatrote polémicas violentas entre sus partidarios y sus adversarios., las pasiones se inflamaron hasta en los diarios y en el seno del Sindicato Médico;; éste último me encargó de exponer el punto de vista de los partidarios de las manifestaciones parafísicas y y Benndorf, profesor de física de la universidad fue encargado de defender la tesis contraria. Para poderme formar una opinión sobre la señora Silbert se me facilitó la asistencia a dos sesiones con ella., de modo que la interesada sabíaque se trataba de una cosa “seria”. La primera fue una de las buenas sesiones tradicionales en la oscuridad, yo estuve constantemente sentado al lado de la médium y no se me pudieron obstáculos de ninguna clase; durante gran parte de la sesión tuve las manos puestas sobre sus muslos y habría sentido todo movimiento de las piernas. No insisto, sin embargo, sobre esta sesión y paso enseguida a la segunda, cuyo preludio no deja de tener importancia. Encontrándome por casualidad en la casa del medico habitual de la médium, consejero aúlico Ensbrunner, éste fue llamado a casa de la médium.La sesión organizada para la última hora de la tarde no podía, pues, tener lugar. . Como que esto perturbaba nuestros planes fuimos ambos a la casa de ella, que tenía una visita y sufría de un traumatismo en el hombro el cual fue tratado inmediatamente mediante unos pases magnéticosDespués de esto E propuso, de improviso, ver si se producía algún fenómeno y de este modo se desarrolló a partir de un incidente de la vida cotidiana una sesión que no había sido “preparada” en modo alguno. Puede que este carácter de improvisación, de ausencia de cosa forzada, haya contribuido al éxito de la sesión hasta tal punto, que los adversarios mismo la han consideradocomo la mejor sesiónen una habitación clara de una casa de barrio, sin cortinajes que pudieran atenuar la luz,; la ventana provista solamente de visillos ligeros permitía la entrada de la viva luz de un día claro de fin de marzo; La sesión comenzó poco después de las cuatro de la tarde. ; la mesa tenía un cajón grande en el cual estaban guardados los cubiertos de la familia, y pesaba en conjunto unos treinta kilos. La señora S. estaba sentada cuando nosotros entramos en el lado largo de la mesa y yo tomé asiento, al principio, frente a ella. E. se sentó en uno de los lados cortos, el visitante un poco separado, pero se fue pronto. Walter, llamado por teléfono, se sentó en el otro lado estrecho de la mesa y luego, al lado de la señora S. cuando llegó el encargado de curso Schindler. Debemos precisar bién que la médium, que en esta época tenía unos sesenta años, , había sufrido el mes anterior, como nos dijo su médico, de algunos cólicos hepáticos y y estaba, por otra parte, diabética, circunstancias que no contribuyen a aumentar la fuerza física.

Demos aún algunas indicaciones preliminares1) La señora S. no tomó en momento alguno disposiciones particulares, ni expresó siquiera deseo alguno sobre la organización de la sesión. “) La señora nunca ha asido la mesa por su propio impuls, de modo que solo lo ha hecho cuando yo se lo sugerí para vreforzar su acción. Durante el primero y segundo minutos en que ella la ha sostenido, lamesa se ha mantenido casi inmóvil. ·) Yo me he desplazado como he querido sin pedir permiso a nadie y sin que nadie haya protestado
Hay que decir aquí que nuestros adversarios imaginan, a menudo, que el médium dirige habitualmente las experiencias y que nadie se atreve a protestar contra el dispositivo adoptado. . Durante la sesión naedie ha tocado la mesa, salvo yo mismo, como vamos a ver.
Llego, entre tanto, a los fenómenos propiamente dichos. Dos clases de movimientos se produjeron esencialmente en el curso de la sesión.

¡) Desplazamientos bruscos de la mesa, casi siempre en el sentido de la longitud, o sea transversalmente al médium.

2) Movimiento de báscula: la mesa se elevaba, bruscamente, del lado donde yo estabasentado, a una altura de 10 centímetros.

El primer movimiento se produjo con la rapidez de un tiro; nos hizo pensar en la atracción de de un pedazo de hierro por un imán. Hagamos notar que la señora S. se encontraba en una posición poco cómoda para provocar por sus propios medios este movimiento transversal; me habría sido imposible a mi mismo, con todas mis fuerzas producirlo con esta brusquedad.

Para darme cuenta de los movimientos. yo mismo he levantado la mesa varias veces de mi lado y después la he dejado caer. La cida resultaba muy lenta y poniendo los dedos debajo de la mesa, se tenía la impresión de que todo pasaba como si aquella descansara sobre un colchón neumatico que estuviera vaciándose lentamente. Experimentaba yo, a menudo, una seria resistenciacuando quise levantar bruscamente la mesa; en otros momentos, por el contrario, en lugar de parecerme más pesada la mesabasculaba con la más grande facilidad. Cuando yo asía la mesa en posición de bácula percibía, bastante a menudo, un claro balanceo y6 si yo no la soltaba tenía la sensación de una resistencia elástica. En conjunto he asistido a 30 o 40 movimientos de báscula.
Vuelvo ahora al primer movimiento que se ha manifestado con frecuencia, el desplazamiento horizontal de la mesa de 5 a 10 cms. Que he denominado “fenómeno de deslizamiento”. Este movimiento se producía espontánea y súbitamente, de ordinario, como hemos dicho, en el sentido de longitud, y a veces también un poco oblicuamente. Sabiendo por las sesiones anteriores que este movimiento sucedía de preferencia cuando uno de los asistentes se levantaba , invité a uno de estos señores a hacerloy pudimos contar que el fenómeno de desplazamiento se producía. Esta acción de levantarse parecía perturbar un campo de fuerza y el movimiento se producía entonces.

De esta manera tenía los dos movimientos a mi disposición y evitaba el efecto de sorpresa que los prestidigitadores utilizan en las representaciones; sabía cuando levantaba yo la mesa,
Que en este movimiento y en este lugarhabía pasado verosílmente alguna cosa supranormal. Podía observar con toda seguridad a la señora S. y no vi nunca nada sospechoso; estaba sentada tranquilamente con las manos cruzadas sobre el pecho y no estaba en trance. . Cuando había balanceo de la mesa, los movimientos eventuales de los pies de la mediumhabrían sido visibles y no he notado nunca que apoyara los pies contra la mesa.

Por dos veces, nos hemos levantado todos simultáneamentecon las manos puestas sobre la mesa y la hemos unos 10 cms. Dejándola después todos de golpe; entonces balanceándose ligeramente la mesa ha empleado de 5 a 10 segundos en caer y el choque sobre el suelo ha sido menos brusco de lo que habría sido en condiciones normalesDurante estas experiencias la señora Silbert se encontraba más o menos 75 cmsa en apariencia indiferente y con los brazos cruzados. Poco rato después, la lámpara eléctrica suspendida por arriba de la mesa fue prendida.

Alcabo de un momento yo cambié de lugar con Ensbrunner y luego con Walter, me encontraba entonces al lado de la señora S., tomé sus dos manoos en las mías apoyándolas sobre elk muslo y los fenómenos no se modificaron en absoluto. Unos golpes espontáneos indicaron que se anunciaba un mensaje espiritista y a ruego de la señora S se apagó la luz por diez minutos. Durante este tiempo no se produjo ninguna telekinesia; observamos, pués, lo contrario de lo que sostienen los escépticos, ¡Cuánto más oscuro, más fenómenos! Es evidente que esta sesión co0ntradice todas las objeciones de los escépticos, no solamente sobre la cuestión de la iluminación sino también sobre la pretendidadirección de la sesión por el médium y sobre la posibilidad de recurrir a trucos de prestidigitación, etc.

No puede, indudablemente proponerse nada preciso para explicar la naturaleza de los fenómenos de los fenómenos físicos que se produjeron em esta sesión improvisada. Pero; de todos modos, no se obtiene la impresión de que la fuerza que desplazaba mesa, tanto para un movimiento como para el otroemanare de la señora S; psrece más bien como si hubiera debajode la mesa un campo de fuerza y que los fenómenos solamenteprovocados y gobernados por el médium de modo semejante al caso de un hombre débil que tomando la palanca de dirección de un gran vapordirige la energía colosal de estas máquinas.

(1) Rudolf Tischer, Introducción al estudio de la parapsicología”, Editorial Oyeron, Bs. As., 1957.

1 Comments:

Blogger esteban lob said...

Volvemos a la vieja frase:
"No creo en brujos caray... pero de que los hay,los hay".

9:33 AM  

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