Saturday, March 17, 2007

APUNTES DE UN AGNOSTICO





"El hombre es la medida de todas las cosas,
de las que son en cuanto que son
y de las que no son en cuanto que no son"
Protágoras


Sin contar con “La Biblia”, que siempre tuve a la mano, los dos primeros libros que leí sobre el cristianismo, antes de mi ingreso a la Universidad, me los prestó mi amigo Patricio Morla. Uno de ellos escrito por el médico socialista de Concepción Ariel Ulloa, destacaba el carácter popular y revolucionario del cristianismo primitivo. El otro, probablemente el más polémico publicado sobre el tema, “La Locura de Jesús”, cuyo autor, el psiquiatra francés Binet-Sanglé sostiene la tesis que Jesús padecía padecía9 una enfermedad mental frecuente entre los judíos en aquella época, una especie de paranoia teomegalómena. Estos libros no me produjeron impacto alguno y no compré ninguna de dichas tesis.

Por esa misma época un vecino me regaló un lote de libros antiguos, en muy mal estado, Los había heredado de un familiar y estimó que podrían interesarme, ya que conocía mi afición por la lectura. Entre ello había tres gruesos volúmenes en estado calamitoso: Historia de Grecia, de Víctor Duruy y “La Historia del Pueblo de Israel” y “Historia de los Orígenes O 0bra en dos tomos, cuya primera parte está constituida por la célebre “Vida de Jesús”, del historiador y filósofo francés Ernesto Renán (1823-1892), que causó en su época una intensa polémica: Se trata de libros extraordinariamente valiosos, que reparé, conservo y que leí con avidez y entusiasmo.

Si me remito a las religiones que conozco, judaísmo, cristianismo, islamismo, el primer contacto entre Dios y el hombre, sin considerar la expulsión del Paraíso de Adán y Eva, se habría producido durante la vida de Abraham, patriarca hebreo, reconocido como tal por las tres religiones, quién habría nacido en la ciudad de Ur, actualmente territorio de Irak, 2.000 años antes de Cristo. Existe consenso entre los especialistas en el hecho que el Antiguo Testamento, como lo resume Eric Fromm, en “Seréis como Dioses”, “es un libro abigarrado, escrito, editado, compilado y recompilado por muchos en el curso de milenios...” Hoy se conoce que la Biblia fue escrita entre los años 1200 a C, que corresponde a la época en que los judíos se establecieron en Canaan, después del éxodo, y el año 200 a C., esto es, durante once siglos. También existe consenso en que los primeros cinco libros de la Biblia ya estaban consolidados alrededor del año 900 a C.

¿Porqué yo, un hombre del siglo XXI, habría de creer en el Dios de un pueblo primitivo, que hace 4.000 años estaba conformado por pastores y labriegos?

Con el cristianismo me sucede otro tanto. El historiador católico Jaime Eyzaguirre fue mi profesor del curso de “Historia del Derecho”. En sus clases, hablando de las fuentes del cristianismo, puso especial énfasis en el testimonio de Flavio Josefo, la única de origen “pagana”, quién vivió entre los años 37 y 94. Es autor de cuatro libros: “La Guerra de los Judíos”, “Antigüedades Judaicas”, “Contra Apión” y “Autografía”. Es del caso que este historiador privilegiado de Israel, contemporáneo de los primeros cristianos, autor de una extensa obra sobre su pueblo, que se encuentra en cualquiera librería, solo se refiere al cristianismo en sólo dos párrafos, que gracias al interés de los católicos cualquiera puede encontrar en numerosos sitios en internet. El más importante es el siguiente:

“Por ese tiempo apareció Jesús, un hombre sabio (si es que es correcto llamarlo hombre, ya que fue un hacedor de milagros impactantes, un maestro para los hombres que reciben la verdad con gozo), y atrajo hacia El a muchos judíos (muchos griegos además. Era el Cristo. Y cuando Pilatos, frente a la denuncia de aquellos que son los principales entre nosotros, lo había condenado a la cruz, aquellos que lo habían amado primero no abandonaron (ya que se les apareció vivo nuevamente al tercer día habiendo predicho esto y otras tantas maravillas sobre El los santos profetas). La tribu de los cristianos llamados así por El no han cesado hasta este día”

Este texto tomado de “Antigüedades Judaicas”, fue escrito sólo un año antes del fallecimiento del autor. Los textos entre paréntesis, corresponden, según la mayoría de los exegetas, a interpolaciones efectuadas con posterioridad a la muerte de Flavio Josefo. Algunos sostienen que todo el texto es una falsificación.

Karl Kautsky, autor de “Orígenes y Fundamentos del Cristianismo” cita al historiador inglés Gibbon, quién escribió su “Historia de de la Decadencia y Caída del Imperio Romano”, entre los años 1774 y 1788. Gibbon se refiere a la virtual inexistencia de fuentes paganas en el siguiente párrafo:

“¿Pero cómo excusaremos la supina inadvertencia del mundo pagano y filosófico para aquellas evidencias que fueron presentadas por la mano del Omnipotente, no a sus razones, sino a sus sentidos? Durante la época de Cristo, de sus apóstoles y de sus primeros discípulos la doctrina que predicaban se confirmaba por innumerables prodigios. El cojo andaba, el ciego veía, el enfermo era curado, los demonios expulsados, las leyes de la Naturaleza eran suspendidas frecuentemente para beneficio de la Iglesia. Pero los sabios de Grecia y Roma volvían la espalda al imponente espectáculo y, prosiguiendo las ocupaciones ordinarias de la vida y el estudio, aparecían inconscientes a cualquier alteración del gobierno moral o físico del mundo”.

En este capítulo, hasta aquí, me he referido a un lapso de tiempo insignificante: 4.000 años, periodo en el que se consolidaron las tres religiones que he mencionado. Por otra parte me he limitado hablar del Dios que esas religiones preconizan. Quiero recordar que partí citando a Protágoras, como un anticipo de la necesidad de poner el acento donde corresponde, en los conceptos de “hombre” y “humanidad”.

Hace algún tiempo, navegando por Internet encontré una información que me pareció útil para los fines de este escrito: Una expedición arqueológica franco-chadiana, encontró en julio de 2001, en Chad, norte de Africa, el cráneo de un homínido, cuya edad se estimó en 7.000.000, constituyéndose en el homínido más antiguo encontrado hasta hoy y en uno de los hallazgos más importantes en su tipo. En el mundo científico se le conoce como “Toumai”, que en la lengua nativa significa “esperanza de vida”.

He mencionado dos cifras: 4.000 años y 7.000.000 de años. Pero no son los únicos datos asombrosos que los científicos de hoy aceptan como verdaderas y que tienen que ver con nuestro entorno cósmico y que, esto es lo más importante, han sido difundidas profusamente por todos los medios existentes. Se calcula la edad del cosmos es 15.000.000.000 de años, de nuestro sistema solar, tierra incluida, en 4.000.000 de años. La galaxia a la que pertenece nuestro sistema solar, la “Vía Láctea” tiene 100.000.000.000 de estrellas.

Estoy seguro de no errar si afirmo que en la Historia de la Humanidad no existe un solo concepto, una sola idea, una sola técnica que no haya sido reemplazada o sustituida por otra, no una sino muchas veces, cualquiera sea el campo del conocimiento humano adquirido durante su desarrollo. Toda afirmación disponible, sobre cualquier tema, es sometida a examen una y otra vez.”. ¿Porque habríamos de aceptar sin discutir afirmaciones contrarias al sentido común, solo porque provienen de ámbitos religiosos?

Reitero mi pregunta inicial: ¿Porqué yo, hoy, habría de creer en un Dios de un pueblo primitivo, que ignoraba todo sobre el hombre, la naturaleza y el cosmos? ¿Porqué debería creer yo que Abraham existió verdaderamente y que, efectivamente, fue interpelado por Dios reiteradamente, cuando sé que no existe prueba alguna de su existencia y que dicha narración ya era conocida por los judíos mil años antes de de escriturarse?

Con todo, ¿existe Dios?

La pregunta me la han formulado muchas veces. Mi respuesta fue siempre la misma; “No lo se”. “No estoy en condiciones de aceptar o negar su existencia”. Si yo no tuviera otra alternativa, que la de creer en el Dios que me presenta cualquiera de las religiones actualmente vigentes, no podría sino declararme ateo. Pero si soy consecuente con mi posición, entonces no tengo sino que continuar atento a las señales de las investigaciones científicas, que ya nos han sacado de muchas dudas y que, de paso, en su oportunidad, confirmaron tesis de algunos hombres de ciencia o filósofos que por sostener concepciones discrepantes con las de la Iglesia, fueron víctimas de la persecución implacable de los dogmáticos de siempre.

Sin embargo, si Dios existiere, entonces estoy seguro que nosotros, los hombres del siglo XXI, estamos en la misma situación que Abraham y los suyos: No sabemos nada, no tenemos un solo indicio, sobre su origen, su naturaleza o su plan. por eso yo no soy ateo. Mi posición es la del agnóstico, que está atento a las señales de la ciencia y a la maravillosa evolución de la especie a la que pertenezco, una raigambre que viene desde las copas de los árboles africanos y que se dirige a las estrellas.

Carl Sagan, en el último párrafo de su libro “Cosmos” propone una explicación sobre el origen de la vida y del hombre que, por el momento, es la que me parece la más verosímil:

“Porque nosotros somos la encarnación local del Cosmos que ha crecido hasta tener conciencia de sí. Hemos empezado a contemplar nuestros orígenes; sustancia estelar que medita sobre las estrellas, conjuntos organizados de miles de billones de billones de átomos que consideran la evolución de los átomos y rastrean el largo camino a través del cuál llegó a surgir la conciencia, por lo menos aquí. Nosotros hablamos en nombre de la Tierra. Debemos nuestra obligación de sobrevivir no solo a nosotros sino también a éste Cosmos, antiguo y vasto del cuál procedemos.”

Estamos pues, como dice Sagan ante “Una evolución cósmica de quince mil millones de años que ha transformado la materia en vida y conciencia”.

2 Comments:

Blogger esteban lob said...

Muy interesante. Además clarificadora la diferenciación entre agnóstico y ateo, términos que muchísima gente confunde. Es igual, sobretodo hace unos años, cuando a la gente de izquierda, independiente de su posición real se le llamaba simplemente "comunista", como una señora a la que conocemos muy bien tú y yo.
Saludos.

2:26 PM  
Anonymous Anonymous said...

Comparto la opinión de Esteban que el artículo es interesante y en algún aspecto clarificador. Representa, claro está, la relación entre el autor y el tema de las tres religiones, las que ocupan, a mi modo de ver, harto más espacio que el que se merecen. Opino además que el tema religioso abarca uno ideológico: para ciertas ideologías no es muy central si uno cree o no cree en este Dios que las tres religiones a menudo se disputan a lo largo de la historia. Les basta que se reconozca una cierta tradición de pensar que alguna vez se llama "judio-cristiana", otras veces "cultura occidental" que representa una manera de excluir a muchos o, como ocurre con las Americas, de incluir a otros pero sobre la base de que practiquen una aceptación servil y acrítica de ideas, normas y posiciones obviamente dogmáticas. Más que preguntarme si creo en Dios - comparto la idea expresada por Jorge en el sentido que la pregunta no tiene respuesta definitiva - tiendo a preguntarme porqué razón tendría que creer en el cristianismo y en todos los demás "ismos" con los que me han estado bombardeando durante toda una vida. Vuelvo sobre el tema de las religiones en un artículo que pretendo sugerir sobre la persecución y expulsión de los musulmanes en España en el siglo XVI, durante el reinado de Felipe II.

Saludos.

3:29 PM  

Post a Comment

<< Home

Web Counter
University of Phoenix