Friday, February 09, 2007

EDUARDO ANGUITA: VENUS EN EL PUDRIDERO



Eduardo Anguita nació enYerbas Buenas, Linares, , el 14 de Noviembre de 1914. Colaboró en revistas y diarios como Ercilla, Plan, Atenea, La Nación y El Mercurio. Además fue redactor para agencias publicitarias y radios Minería y Agricultura. Su obra literaria comenzó en 1934, cuando tenía 20 años, con Tránsito al fin, poemario que fue traducido al inglés en 1942. Anguita, considerado miembro de la Generación Literaria de 1938, inició su actividad creativa en un período en que se desarrollaban importantes movimientos estéticos de vanguardia, fundamentalmente el surrealismo y el creacionismo y se mantuvo vinculado muchos años al grupoMandragora. En 1935, junto a Volodia Teitelboim, publicó Antología de poesía chilena nueva, un valioso aporte al reconocimiento de las nuevas tendencias poéticas de la época. En el prólogo de este volumen, los autores explican su idea o concepto de la función de la poesía: “La poesía no puede ser considerada como un entretenimiento útil al espíritu. Para el poeta ella es elemental, como cualquiera de sus funciones orgánicas: es un reclamo del ser, que pide ser representado dentro del cosmos, y en este sentido, la poesía responde lisa y llanamente al instinto de conservación del individuo”.Venus en el pudridero fue publicada en 1967, Poesía entera (1971), Antología de Vicente Huidobro (1945), El poliedro y el mar (1962), La belleza del pensar: 125 crónicas. Falleció el 12 de agosto de 1992.
Venus en el pudridero

A la criatura angélica que me precede
por génesis sino por finalidad.

¿Escucháis madurar los duraznos a la hora del estío,
a la venida del sol, mientras un príncipe danza
en víspera de su coronación?
Yo pienso en el gusano.

¿Oís podrirse los duraznos en el granero,
al atardecer, mientras las fechas del reino
caen de los trono
y el viento las amontona, las dispersa y olvida?
Yo pienso en el gusano.
Si veis montar el agua de la noria,
con un niño fijamente asomado al brocal
frente a frente al abuelo,
y se siente el bese de los amantes como una hoja seca
que el pie del tiempo aplasta crepitando:
¿los amantes están muertos? No preguntéis con torpeza.
Pensad en el gusano.

Al borde del pozo, gusano y amante,
los dos punteros del reloj.
El agua está vacía y la amada es un torrente de mil rostros
despeñados.
Ambos sedientos, un sol varonil frente al otro sol, también varonil,
pero llorando y sombrío:
el de la aurora y el atardecer, íntimamente enemigos
y cuán quebrantados.

Llegan carretas rebosantes de frutas maduras,
se despiden los ancianos,
las raíces quedan en acecho al sol de la espera,
se acumulan los hechos.
Niño, niño mío, nómbrame sin pestañear,
en un segundo,/ las dinastías reinantes -siglos, siglos-,
los monarcas desgajados.
Abuelo, abuelo, nómbrame siglos sin pestañear, en un instante,
antes que el ruiseñor concluya la nota de su silbo.

¿Quién osa alzar el Tarot vertiginoso?
Todas las fechas están prontas, o marchitas, como nunca nacidas.
Niño y anciano, en este instante tenéis la misma edad:
sólo un instante:
¿no habéis empezado?, ¿habéis terminado?
¡A qué pensar en el gusano!
El rey que tomó la ciudad
y con ella hizo una argamasa de sangre,
dejó el horror, dejó el escarnio;
las vírgenes violadas están vivas, las viudas maldicen.
El rey murió. Un muerto es el culpable.

El diabólico motorista que en carruaje veloz
cruzó la calle sin razón aparente,
a un chico dejó inválido, a una novia le quebró la columna.
El motorista ha muerto.
A él se debe este mundo.
Maravillas y desdichas:
cuanto nos es dado es obra de muertos;
cómo pedirles cuenta, todo trayecto es corto.
Muertos poderosos que nos legaron herencias/imposibles de revivir, imposibles de evitar./ muertos, a muertos se debe este mundo!

Tiempo furioso, memoria feroz.
Esa fuerza desprendida del látigo, que sigue ondulando
cuando la mano que lo maneja ya está hecha polvo,
el latigazo aún azota con destreza terrible y melancólica.
¿Podemos comprender que la amada,
apenas pronunciadas las palabras del amor,
cambie, desaparezca, se destituya?
¡Y todavía sientes el calor de su beso/y su boca ha expirado?
A un muerto, a un muerto se debe este mundo.
De modo semejante, el Rosal misterioso,
centro ígneo de radio cero, palpita en reposo en el corazón del
jardín,
y de él fluyen los rayos, los pétalos, la extensión de los prados,
salió al día, y extendiendo los brazos su amor emana
en forma de apóstoles, de mártires, de amantes de todo orden,
y hasta de esas señoras que reparten la piedad y son tanto más agrias
para que la moneda se vea más dulce y no les pertenece
El amor, el aroma y los actos fortuitos,
más existentes que sus autores, gemas en silencio,
que no se quieren invisibles, y si se quieren así, al fin y al cabo,
como sentirse llamados a vivir sólo un instante
y servir para mucho, mucho tiempo).
No lamentes la ausencia de la semilla,
ama grandemente el fruto dado
La semilla debe morir.

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

a mi me place

6:52 PM  

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