Thursday, March 01, 2007

UNA NIÑA MALA PERO "MUY BUENA"




”Travesuras de la niña mala” es la última novela de Mario Vargas Llosa. La versión que leí, en menos de una semana, es una publicada por Alfaguara, en 2006, bastante mal impreso, en Chile. En varias de sus páginas la tinta de impresión hace borrones, como los que echábamos en la escuela primaria y el texto tiende a desaparecer.

La técnica escogida esta vez por el novelista peruano para montar la novela es sumamente interesante: Cada capítulo es la confluencia de tres elementos, además del tiempo: ambiente, personajes centrales y un tercer personaje, a cuyos méritos deberemos el reencuentro de los primeros. Los protagonistas no pueden ser más disímiles. Un joven peruano, de clase media alta (del barrio Miraflores), oficia de intérprete, se instala en Paris y, siguiendo los pasos del propio autor, viaja a Londres, visita más tarde Japón. Adónde vaya termina por toparse con la mujer que ama toda su vida – no en silencio, no se trata de un amor secreto – sino a punta de lo que en Perú llaman huachaferías, o sea piropos huachacas, lisonjas cebolleras las que, más él las repite, tanto más hacen reir a la afortunada que las recibe. Y menos parece ella creer en “corazones y almas destrozadas”, mientras cambia de personaje y hasta de nombre, en cada lugar. Pasa de una quinceañera chilenita, desubicada y descuerada por la envidia de las amigas limeñas, a convertirse en una mujer hecha y derecha, bella, extraordinaria, ya, perfecta. Con pasaporte nuevo, va y viene ella a través de la existencia gris del intérprete, cuyos escasos avances profesionales vienen menos de los meritos propios que de la necesidad de llenar con quehacer el vacío creado por las sucesivas traiciones de ella.

Es entonces el choque entre el antiguo sueño juvenil de los sesenta: llegar a Paris e instalarse allí a como de lugar y el deseo de vivir la vida, sin buscar una tranquila felicidad, pero si aspirando a la seguridad que dan, o deberían dar, si en este mundo hubiera justicia, el dinero y el poder. Ocurre que la niña mala creció en la clase equivocada, en una Lima poco apropiada para sus ambiciones y, a partir de allí, sin títulos académicos pero con una voluntad que envidiaría un samurai se empeña en un combate de gigantes para cambiar su situación. Igual que Sisifo, a veces pierde lo avanzado. Sin embargo, estas rodadas no la hacen arredrar en sus propósitos, ni la vuelven cobarde o sentimental. Sigue riéndose de su amante amigo y continua tratándolo a patadas, para que no pierda la costumbre. El enamorado, por su parte, desarrolla todas esas fases conocidas del hombre: pasa por celos, amor propio herido, deseos de venganza, auto-engaño, arrepentimiento, ternuras y disposición a perdonar, todo lo cual la niña mala ignora olímpicamente. De la relación interrumpida por las huídas de ella, ella solo pide algo de amistad, un poco de sexo y una gran porción extra de lisonjas que ella supone Ricardo es el último especímen suficientemente antiacuado cómo para ser capaz de soltarlas.

Los capítulos siguen una estructura simple. Un tercer personaje bien escogido sirve al propósito de ilustrar el período. Sirve también para hacer contrapartida a Ricardo desde una perspectiva masculina. Hacer de él aceptable al lector, más humano y simpático. Además, la presencia del tercer personaje tiende a convocar la presencia de la niña mala cómo por encanto. Ricardo mismo no hace nada por buscarla. Para hacerlo, tendría que dejar de ser el perfecto mediocre y resignado conformista que es, como la inmensa mayoría de nosotros. Por las circunstancias que sean, los caminos de ambos se cruzan a cada tanto sólo para que ella, termine cada vez por dejar tirado a su amante otra vez.

Con esta simple regla de montaje podría escribirse una telenovela, en realidad se han escrito ya muchas series maratónicas y uno se pregunta sino es justamente eso lo que Mario Vargas Llosa trata de hacer aquí. Escribir una obra literaria dirigida apenas al 5 por ciento de la población que lee literatura empleando para ello un montaje digno de un guión de televisión dedicado a llenar la vida del resto del garumaje con un encebollado gigante mezclado con mensajes de publicidad. Solamente que Mario Vargas Llosa lo hace con una maestría notable, mérito tan alto, que la novela se lee únicamente por el placer de su exquisito texto, aunque ella esté lejos de sus grandes novelas.

Finalmente, una anécdota personal. El ejemplar que leí, es uno que compramos con mi mujer cuando Mario Vargas Llosa estuvo en Estocolmo el año pasado. Al llegar a lo que debía ser la página 225 me topé –sin darme cuenta todavía – con la sorpresa de reconocer un texto que había leído antes. Un personaje explica así su filosofía de vida:

“Enamorarse de la mujer es un error” – sentenció Salomón Toledano - … “A la mujer, atrápala por los cabellos, arróllala y a la colcha. Hazla vislumbrar todas las estrellas del firmamento en un dos por tres. Esa es la teoría correcta. Yo no puedo practicarla por mi físico endeble, helás. Alguna vez intenté una machada con una hembra brava y me desbarató la cara de un bofetón. Por eso, pese a mi tesis, trato a las damas, sobretodo a las rameras, como a reinas.”

Obviamente, la aparición de este argumento, de fácil de reconocer dado su carácter controvertido, me hizo imaginar que estaba frente a un vuelco revolucionario en la técnica narrativa de Mario Vargas Llosa: la duplicación de escena, el quiebre con lo que venía relatando en la página previa, me hacía recordar los saltos concebidos por Juan Carlos Onetti entre capítulos de Juntacadaveres Larsen, El Astillero y todos esos textos dedicados a Santa Maria. Especialmente si se tiene en cuentas que el antes mencionado Toledano - judío sefardí y gran parlanchín de ladino - se había suicidado ya hacía a lo menos 70 páginas atrás. Esto parecía corroborar lo de la técnica narrativa “a lo guión de telenovela”: Sabido es que en una telenovela todo puede pasar, incluso que desaparezca el personaje principal de un capítulo al otro, si ello acomoda al rating de público. Pero, no. No era eso. Se trataba de un simple error de compaginación “hecho en Chile” y nada más. La página 153 aparece pues dos veces en el ejemplar de nuestra biblioteca. Cual sea su utilidad no lo se y no lo he podido averiguar todavía.

Oscar Bravo Tesseo
Estocolmo, Marzo de 2007

3 Comments:

Blogger esteban lob said...

Hola Oscar.
Tuve más suerte y leí las andanzas de la niña mala, sin errores de compaginación.
En verdad es un libro que me parece liviano, pero notablemente entretenido. Tu descripción de él es muy ajustada.
Saludos.

2:28 AM  
Anonymous Anonymous said...

Gracias por el comentario, Esteban, y a Jorge por publicar mi texto. Disculpen que terminé "deshubicado" pues adquirí la pésima costumbre de quitar las "h" a las palabras que la llevan. A propósito del error de página estuve pensando que Vargas Lloza pudo haber escrito la novela volviendo hacia atrás a partir de la página 225, esto es reescribiendo las mismas historias, encuentros y escenarios pero cambiando los finales y el carácter de los personajes. El nombre que escogió para la japonesa, el de Kiruko, lo encontré tan acertado que si alguna vez llego a conocer a una japonesa con ese nombre
estaré absolutamente convencido de que se trata del personaje creado por Vargas Lloza.

7:42 AM  
Blogger JORGE BRAVO TESSEO said...

"Alfaguara" es una editorial prestigiosa. Los defectos del libro de Oscar son propios de una edición pirata. En Chile estos libros se venden en la calle Huérfanos y, por lo que veo, estan siendo exportados a Suecia.

Un abrazo a todos.

12:15 PM  

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