IRSE DE TECLADO
Este post debió tener sólo 100 palabras, al modo del famoso concurso literario que el Metro y una revista organizan todos los años, pero me fui de teclado. “Irse de teclado” es una novísima expresión popular que acabo de crear, que significa algo así como incontinencia producida frente al teclado que conduce a que uno se salga completamente de su objetivo original. Es igual a la que afecta a los políticos cuando enfrentan los micrófonos o las cámaras de la prensa, solo que completamente diferente. Lo que sucede es que tengo un problema con la nueva transcripción al castellano de la fonética del mandarín. Este cambio me tomó por sorpresa, debo haber estado durmiendo la siesta, mirando para el lado o en el baño.
Mis relaciones con China fueron siempre escasas. Durante un breve lapso de tiempo, en los 60, fui simpatizante de Mao Tse-tung o como se llame hoy. Entonces era lector asiduo de “Pekín Informa” y de “Monthly Rewiew”, la de Baran, Swezy, Huberman, Frank y Petras, los más connotados marxistas norteamericanos de la época. Esta simpatía se me notaba en la cara, lo que me creaba problemas con la CIA. La gente me paraba en la calle para discutir conmigo y todo eso. Cuando vino lo de la revolución cultural y el librito rojo perdí toda simpatía por “lo” chino, la que quedó reducida a la gastronomía y a un par de poetas antiguos.
Por todo esto, seguí llamando Pekín a Beijing. Más aún, estoy seguro que en las últimas décadas nunca comí “pato Beijing” y, si lo hice, fue a causa de mi miopía, contra mi voluntad, inconcientemente. Lo que nunca volví a comer, después del golpe militar, fue el chancho chino, pero no pierdo la esperanza: periódicamente dirigentes de la Alianza nos avisan que estamos volviendo a los tiempos de la UP. Esto, lejos de inquietarme, me abre el apetito.
Lo que me pasó con Pekín me sucedió con “El sueño de la mariposa”, de Chuang-Tsi, que tomé de “Historia de la de literatura”, de Klabund. Mi idea era participar en el concurso de marras y pensé en inspirarme en el mejor cuento corto que conozco, “El sueño de la mariposa”, que reproduje en el post “La vida es sueño de una noche de verano”, diciembre, 2006. Se me ocurrió buscar en Google para ver cuantas veces se había publicado esta historia en Internet y, para mi sorpresa, solo existía la de este blog. Al principio me sentí sorprendido, luego orgulloso, para terminar aceptando que se trataba del mismo problema: ChUang Tsi se llama ahora Chuang-Tsé o Chuanhg-tzu.
Dicho lo anterior, compulsivamente, según admití, los invito entusiastamente a contar hasta tres, antes de empezar a leer las próximas cien palabras del post:
“”Dispongo de 22 palabras para presentarles “El sueño de la mariposa”, de Chiang-Tsé, poeta chino, (350 y 290 aC). Espero lo disfruten:
“En cierta ocasión soñó Chuang-chu que era una mariposa, una errabunda y trémula mariposa, que se sentía bien y feliz, sin saber nada de Chuang-chu. De pronto, despertó; otra vez tornó a ser real y auténticamente Chuan-chu. Pero ahora ignoraba si Chuang-chu había soñado que era una mariposa o si la mariposa soñaba que era Chuang-chu, si bien entre Chuang-chu y la mariposa existía, desde luego, alguna diferencia. Pues otro tanto ocurre con las transmutaciones de las cosas””.”.
“En cierta ocasión soñó Chuang-chu que era una mariposa, una errabunda y trémula mariposa, que se sentía bien y feliz, sin saber nada de Chuang-chu. De pronto, despertó; otra vez tornó a ser real y auténticamente Chuan-chu. Pero ahora ignoraba si Chuang-chu había soñado que era una mariposa o si la mariposa soñaba que era Chuang-chu, si bien entre Chuang-chu y la mariposa existía, desde luego, alguna diferencia. Pues otro tanto ocurre con las transmutaciones de las cosas””.”.
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