LADRONES DE BICICLETAS
Durante mi adolescencia y juventud fui testigo de procesos culturales que influyeron en mi percepción del mundo, como el neorrealismo italiano, en el cine, el marxismo y el existencialismo en filosofía, el boom de la literatura latinoamericana, el teatro del absurdo o la nueva canción chilena. De todos ellos, en forma caótica, he venido hablando en este blog, y lo seguiré haciendo.
Mi padre tuvo un solo empleador. Desde los 18 años hasta que murió, a los 55, trabajó en “Manufacturas Giradi”, en esa época, una de las dos fábricas de sombreros que había en Chile. La otra era “Cintolesi”. “Girardi” era una empresa familiar, de emigrados italianos, muy exitosa, ya que el uso del sombrero en Chile, como parte del vestuario masculino, era generalizado, sobre todo en el sur.
Mis padres iban regularmente al cine y preferían el cine italiano, probablemente como influencia laboral. Mi padre, cada vez que llegaba a casa después de la función, nos contaba en detalle la película vista. Recuerdo dos que le causaron gran impresión y que ví después. Una de ellas fue “Mañana será tarde", que mi padre adoptó como lema: cada vez que se daba la oportunidad nos recordaba, en italiano que “domani e troppo tardi”. La película fue dirigida por el cineasta ruso Leonide Moguy (1950) y contó con la actuación de Vittorio de Sica y Anna María Pierangeli, que por su actuación en este film saltó al estrellato internacional, siendo reclutada por Holywood, con el nombre de Pier Angeli. Fue novia de James Dean cuando éste estaba en la cima de su carrera cinematográfica, pero la férrea oposición de la madre de Pier impidió la boda. .
La otra fue “Ladrones de Bicicletas”.
“Ladrones de Bicicleta” (1948) es considerada por muchos como el mejor trabajo de Vittorio de Sica. Está basada en la novela “Ladri di biciclette”, de Luigi Bartolini. El guión fue escrito por Cesare Zavattini. En el film, la ciudad de Roma no sólo es escenario, sino, como sucede con otros del mismo periodo, es una protagonista más de la historia. El neorrealismo italiano fue una forma de ver y sentir la Italia devastada por la guerra, y su lento y doloroso camino hacia la reconstrucción. Los protagonistas deambulan por la periferia de Roma, con edificios habitados por familias pobres, en las que la guerra ha dejado las heridas sociales más profundas. La historia es extremadamente sencilla, profundamente humana, inolvidable para quienes tuvieron la suerte de verla, en mi caso unas tres veces. En una reseña de Internet, leo: “Antonio Ricci, obrero y padre de familia, tras un largo periodo de paro consigue un trabajo como cartero municipal, pero para realizarlo necesita una bicicleta, y la suya está empeñada en el montepío. Rescata la bicicleta a costa de las sábanas de su casa, que su esposa María le entrega con la esperanza puesta en el futuro sueldo. Sin embargo, en cuanto pega el cartel cinematográfico de Rita Hayworth, dos majaderos se la roban. Comienza así una triste peregrinación por Roma en compañía de su pequeño hijo Bruno. Lo único que obtiene es la indiferencia general; primero en la comisaría, donde los agentes tienen cosas más importantes en la cabeza que encontrar la bicicleta de un pobretón; después en Piazza Vittorio y Porta Portese, humildes mercadillos donde cada uno se apaña como puede. La búsqueda continúa por las calles de una ciudad atiborrada y apática. Antonio entra en una iglesia persiguiendo a un pobre viejo, con la esperanza de obtener información sobre su bicicleta. Durante la misa, una señora con sombrero y velo blanco reparte con aire de suficiencia bonos para comer. El deambular sumiso se va haciendo desesperado. Frente al estadio, Antonio decide robar una bicicleta pero la multitud lo persigue y lo apresa. Sólo las lágrimas de Bruno evitan que termine en la cárcel. Antonio y Bruno caminan derrotados mientras la ciudad se va haciendo cada vez más oscura y hostil”.(1).
El neorrealismo italiano demostró que para hacer buen cine no se requieren recursos cuantiosos, ni grandes estudios, al estilo de Hollywood, ni actores profesionales, aunque para conseguirlo se requiera una pléyade de cineastas de la talla de Roberto Rossellini, Vittorio de Suca o un Luchino Visconti.
(1) De la página de la RAI on line.-
Mi padre tuvo un solo empleador. Desde los 18 años hasta que murió, a los 55, trabajó en “Manufacturas Giradi”, en esa época, una de las dos fábricas de sombreros que había en Chile. La otra era “Cintolesi”. “Girardi” era una empresa familiar, de emigrados italianos, muy exitosa, ya que el uso del sombrero en Chile, como parte del vestuario masculino, era generalizado, sobre todo en el sur.
Mis padres iban regularmente al cine y preferían el cine italiano, probablemente como influencia laboral. Mi padre, cada vez que llegaba a casa después de la función, nos contaba en detalle la película vista. Recuerdo dos que le causaron gran impresión y que ví después. Una de ellas fue “Mañana será tarde", que mi padre adoptó como lema: cada vez que se daba la oportunidad nos recordaba, en italiano que “domani e troppo tardi”. La película fue dirigida por el cineasta ruso Leonide Moguy (1950) y contó con la actuación de Vittorio de Sica y Anna María Pierangeli, que por su actuación en este film saltó al estrellato internacional, siendo reclutada por Holywood, con el nombre de Pier Angeli. Fue novia de James Dean cuando éste estaba en la cima de su carrera cinematográfica, pero la férrea oposición de la madre de Pier impidió la boda. .
La otra fue “Ladrones de Bicicletas”.
“Ladrones de Bicicleta” (1948) es considerada por muchos como el mejor trabajo de Vittorio de Sica. Está basada en la novela “Ladri di biciclette”, de Luigi Bartolini. El guión fue escrito por Cesare Zavattini. En el film, la ciudad de Roma no sólo es escenario, sino, como sucede con otros del mismo periodo, es una protagonista más de la historia. El neorrealismo italiano fue una forma de ver y sentir la Italia devastada por la guerra, y su lento y doloroso camino hacia la reconstrucción. Los protagonistas deambulan por la periferia de Roma, con edificios habitados por familias pobres, en las que la guerra ha dejado las heridas sociales más profundas. La historia es extremadamente sencilla, profundamente humana, inolvidable para quienes tuvieron la suerte de verla, en mi caso unas tres veces. En una reseña de Internet, leo: “Antonio Ricci, obrero y padre de familia, tras un largo periodo de paro consigue un trabajo como cartero municipal, pero para realizarlo necesita una bicicleta, y la suya está empeñada en el montepío. Rescata la bicicleta a costa de las sábanas de su casa, que su esposa María le entrega con la esperanza puesta en el futuro sueldo. Sin embargo, en cuanto pega el cartel cinematográfico de Rita Hayworth, dos majaderos se la roban. Comienza así una triste peregrinación por Roma en compañía de su pequeño hijo Bruno. Lo único que obtiene es la indiferencia general; primero en la comisaría, donde los agentes tienen cosas más importantes en la cabeza que encontrar la bicicleta de un pobretón; después en Piazza Vittorio y Porta Portese, humildes mercadillos donde cada uno se apaña como puede. La búsqueda continúa por las calles de una ciudad atiborrada y apática. Antonio entra en una iglesia persiguiendo a un pobre viejo, con la esperanza de obtener información sobre su bicicleta. Durante la misa, una señora con sombrero y velo blanco reparte con aire de suficiencia bonos para comer. El deambular sumiso se va haciendo desesperado. Frente al estadio, Antonio decide robar una bicicleta pero la multitud lo persigue y lo apresa. Sólo las lágrimas de Bruno evitan que termine en la cárcel. Antonio y Bruno caminan derrotados mientras la ciudad se va haciendo cada vez más oscura y hostil”.(1).
El neorrealismo italiano demostró que para hacer buen cine no se requieren recursos cuantiosos, ni grandes estudios, al estilo de Hollywood, ni actores profesionales, aunque para conseguirlo se requiera una pléyade de cineastas de la talla de Roberto Rossellini, Vittorio de Suca o un Luchino Visconti.
(1) De la página de la RAI on line.-
2 Comments:
No vi, Estimado Jorge, ninguna de las dos películas, lo que a estas alturas podrá parecer un sacrilegio, pero tu descripción tan precisa, me va a hacer creer que al menos presencié "ladrones de bicicletas".
Saludos.
Esta semana murieron dos cineastas notables, Ingmar Bergman ( Fresas Salvajes, Fanny y Alexander, Pasión otoñal, y Michelangelo Antonioni (La Aventura, El eclipse, La Noche, Blow Up, El Pasajero)sobre los cuales se ha escrito en estos días centenares de reportajes. Me gustaría publicar algo sobre ellos. Por el momento este recierdo.
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