Thursday, November 22, 2007

EL VIERNES, A LAS SEIS


En la vida hay momentos que nunca pueden olvidarse.
Imborrables recuerdos que siempre guarda el corazón”
Tito Rodríguez

Si no leyó el post “!Yo no vengo a vender…!” (Mayo 2007), es mejor que tampoco lea éste, no entenderá nada; aún si lo hizo, es posible que siga sin entender: me propongo jugar sucio e intentar, más adelante, una reflexión sobre esos momentos que sabemos inolvidables pero en los que alguien puede entrometerse para manipularlos y obtener, mediante esa manipulación, una cierta ventaja, cualquiera sea su justificación, inclusive la más inocente. Sin embargo, como no conozco ningún caso en que ello haya ocurrido, recurriré a la ficción para ejemplificarlo.

Escena única.

(Diez años más tarde de uno de aquellos momentos…)

Cuando el telón se descorra, el escenario mostrará al lector mesas y sillas de uno o varios pues, a lo largo de todo el frente del escenario. Estarán dispuestas como se verían desde la calle, por ejemplo, en avenida Brasil, entre Agustinas y Huérfanos. Al fondo se verán las fachadas de dos o tres locales. Sólo tres o cuatro mesas están ocupadas. Mientras dura la escena se observará el ir y venir de los mozos y de los peatones. En una mesa, al centro del escenario, un joven lee un diario de la tarde, mientras bebe cerveza. En la mesa vecina están dos muchachas que pagaron su consumo y que, al parecer, esperan vuelto. La acción comienza en el momento que una de ellas se levanta para saludar a una pareja que pasa por el lugar. La otra mira, por primera vez a su vecino, su cara se ilumina, le pone la mano en su brazo y dice:

Ella: ¡Oye! Yo a ti te conozco…
El (Confundido) ¿Siiii? Perdona, pero no me acuerdo… ¿Cómo te llamas?
Ella: No, mi nombre no importa, no creo que lo sepas…
El: ¿Cómo es eso? ¿Nos conocemos pero no sabemos quienes somos?
Ella: Eso, algo así. Pero no me vas a decir que no me reconoces, ¿verdad?
El: Pues, si. Aunque soy mal fisonomista, esta vez creo que me estás confundiendo. O ¿se trata de una broma?
Ella: (Irritada) Mira flaco, el que me estás gastando una broma eres tú, salvo que seas un farsante… Cuando subiste al bus para vender ositos de peluche y te empecinaste en regalarme uno, nunca lo olvidarías. Soñé muchas veces que nos volveríamos a ver, pero ahora… (volviéndose hacia su amiga) Cora ¿vamos?
Cora: (despidiéndose de de sus amigos) ¡Vamos!
EL: (perturbado) Espera… ¿Ella eras tu?
Ella: Bueno, eso creo, pero ya no tiene importancia…
El: Pero no eres la que recuerdo…
Ella: (Conmocionada, no encuentra palabras para replicar)
El … y sin embargo, ¿cómo podrías recordarlo si no eres tú…?
Ella: Tal vez será posible conversarlo… (resuelta) Vengo siempre por este lugar…¿Qué tal el viernes a las seis?
El: ¿A las seis?
Ella: Si claro, a las seis. Adiós!
El: Adiós…

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