Sunday, October 17, 2010

CHILE: UN AÑO EXTRAORDINARIO

Los chilenos hemos vivido un año extraordinario: elegimos (y asumió) un nuevo Presidente de la República, tuvimos un terremoto cuya magnitud es la quinta mayor en la historia y un sunami, que nos dañó moral y materialmente, afrontamos la llegada del invierno, el frio y las lluvias, como una carrera contra el tiempo, para evitar màs penurias a los damnificados por los cataclismos de febrero; soñamos con la gloria deportiva, en Sudáfrica, con la selección nacional de fútbol. Y cuando nos disponíamos, finalmente, a prepararnos a celebrar el Bicentenario, se nos vino el derrumbe de la mina San José, que aprisionó a 33 mineros, a 700 metros bajo tierra y la huelga de hambre de los comuneros mapuches encarcelados por actos supuestamente terroristas. Celebramos con entusiasmo las Fiestas Patrias, pero sabíamos que teníamos la tarea pendiente de rescatar a los mineros y salvar la vida de los huelguistas.

En el tema de los mineros, el comportamiento del Gobierno, de los medios y de la opinión pública ha sido excepcional. El Presidente Piñera se comprometió desde el primer minuto del derrumbe a encontrar a los mineros y luego, a rescatarlo con vida y puso todas sus energías, los recursos humanos técnicos y financieros del Estado, en esta misión, en la que dio cabida a la experiencia y a los recursos de los privados. Los medios mantuvieron informados permanentemente a la opinión pública nacional e internacional y compitieron para hacerlo mejor que los otros. Los chilenos solidarizaron, como siempre, con nuestros compatriotas en apuros y con sus familias. Tuvimos una sóla actitud, una sola voz.


Desafortunadamente para todos, en el caso de los comuneros mapuches la actitud de los mismos actores fue completamente diferente. Los acuerdos entre el Gobierno y los representantes de los huelguistas pudo concretarse en los mismos términos, treinta días antes. El Gobierno y los medios sólo se ocuparon del conflicto, cuando se hizo evidente que la muerte de uno de los comuneros podría empañar la celebración del Bicentenario o algunas de las giras al exterior del Presidente Piñera. Aquí el Gobierno no fue oportuno ni eficiente, estiró la cuerda innecesariamente y terminó
reconociendo que la aplicación de la Ley Antiterrorista en estos casos, la dualidad de juicios ante la justicia ordinaria y militar, simultáneamente, por los mismos delitos, y la eventual aplicación de penas desmesuradas, era una discriminación contra los activistas de los derechos del pueblo mapuche y les ofreció impulsar iniciativas legales para pagar la deuda histórica que como sociedad tenemos con este pueblo. Lo relevante, sin embargo, es que hubo una solución.

El comportamiento de los medios, salvo notables excepciones, fue en este caso, lisa y llanamente, un escándalo. La libertad de expresión, como la trama, tiene un revés, un correlato. Los medios no pueden demandarla para si y, a la vez, negarse a informar sobre sobre temas que no les gustan. Tenemos el derecho a ser informados sobre lo que acontece en el país y en el mundo, no pueden ignorar o negar la información. Esta conducta es asombrosa en el caso de TVN, que mandó equipos periodísticos especiales a Cuba, para cubrir la huelga de hambre de presos políticos que, como recordarán, culmino exitosamente, como la de los comuneros mapuches.

Los mineros nos asombraron con su entereza, creatividad y disciplina, pero, siguen siendo hombres de carne y hueso, que no nacieron el 5 de agosto, que tienen historias, caracteres e ersonalidaded propias, solo que antes del derrumbe eran conocidos en ámbitos más estrechos. Como los mapuches, que deberán afrontar a la justicia, que decidirá sobre su culpabilidad o inocencia, en procesos justos, con respeto a sus derechos.

Escuchamos por doquier que hemos emergido de estas catáastrofes mejores personas y que tenemos un mejor país. ¿Serà cierto?

1 Comments:

Anonymous O Bravo said...

Jorge

Estoy muy de acuerdo contigo. Mientras muchas otras naciones parecen únicamente lamentarse de lo que les ocurre, a los chilenos y a su gobierno parece, por el contrario, sobrarles anímo para enfrentar los obstáculos. Lástima que la sociedad chilena, y no sólo sus gobiernos, no logren adoptar una actitud generosa con la minoría mapuche, usando mucho más de tacto y menos los recursos del poder del Estado en el caso de ellos.

Desgraciadamente, la historia de maltrato e injusticias de parte del Estado y la sociedad chilena contra los indígenas es casi tan antigua como la nación y pareciera que no lográremos jamás superarla para bien de todos: una prueba muy difícil para la democracia chilena, ojalá salga fortalecida de ella.

Salud, Oscar

2:40 AM  

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