Monday, June 12, 2006

DOS MUCHACHAS




Tengo un álbum de música brasileña que en uno de sus surcos viene “La muchacha de Ipanema”, precedida por la voz de Vinicius de Moraes explicando como él y Antonio Carlos Jobim se inspiraron para componerla. El cuento es el siguiente: Tom Jobim estaba en la playa de Ipanema cuando vio una “garota”, en bikini, de cuerpo dorado, en dirección al mar. Jobim quedó tan impresionado con su belleza y su balanceo que obligó a su amigo Vinicius de Moraes a hacerle guardia en la terraza de un bar sobre la playa. La espera duró tres días durante la cual los amigos bebieron cachaza y cerveza. Basta escuchar la canción para compartir el entusiasmo de los amigos. Siempre pude imaginar a la muchacha “mas linda, más llena de gracia!, de “cuerpo dorado, “que viene y que pasa con su balanceo camino del mar”.

Como pensaba escribir este spot, intenté averiguar algo más sobre esta historia y en internet me encontré con fotografías de la musa, me enteré de su identidad, se llama Helô Pinheiro, y que en el año 2003, junto su hija menor (25), posaron desnudas para la revista “Playboy”.

La canción, compuesta en el año 1962, se transformó en uno de los mayores éxitos de la música popular brasileña, de todos los tiempos. Su fama se extendió por todo el planeta y, de paso, hizo una contribución inmensa al turismo brasileño.

Mencioné anteriormente (El alma de los perros) que entre mis cuentos favoritos está “La muchacha de La Guira”, que es también el nombre del libro que reúne relatos del escritor dominicano Juan Bosch, cuya primera edición fue publicada en Chile, en 1955, por editorial Nascimento. Juan Bosch vivió exiliado en nuestro país y llegó a ser Presidente de República Dominicana. Este cuento se encuentra publicado en Internet y recomiendo su lectura.

En el cuento la historia, que tiene ribetes de tragedia, transcurre durante una noche en un bar del puerto venezolano de La Guaira, que dista unos 30 km. de Caracas. Los personajes centrales son Hans Sandhurst y una joven hermosa de la que, casi, no tendremos noticias. Hans es el segundo oficial del “Trodheim”, un barco noruego, de bandera panameña, que arribó al puerto en la mañana del mismo día. La nave mercante zarpará la mañana siguiente. Al oficial le preocupa la conducta de su tripulación, ya tuvo algunos de sus hombres en prisión por riñas, otros están completamente borrachos. Lo único que desea es abandonar pronto La Guaira; sabe que deberá vérselas con el capitán de puerto, con los agentes de los armadores y, además, reemplazar a los tripulantes que no quieran o no puedan continuar viaje. A la mañana siguiente tendrá, pues, un arduo trabajo.

Recostada sobre una pequeña mesa contigua hay una mujer con su barbilla sobre sus antebrazos, con los ojos muy abiertos. La muchacha es muy joven, sus ojos oscuros, su pelo negro, su nariz muy fina, sus piernas bien formadas. Hans advierte en ella un aire algo extraño, inquietante, triste, que no encaja en el ambiente, del que, al parecer, se encuentra completamente ausente. Podría ser una prostituta. Es cuestión de tiempo, el encuentro es inevitable. Luego bailará con ella, advertirá que es casi tan alta como él, que sus pechos son firmes. A medianoche, Hans intenta despedirse, pero la muchacha lo retiene, le implora, con una firmeza imprevisible, que no se vaya. Beben, se les unen otros dos parroquianos, ya no hay mesas disponibles y en el Caribe se usa que desconocidos se sienten junto a los clientes que las ocupan. Los individuos discuten entre sí, Hans no participa de la conversación, la muchacha dormita apoyada en un hombro del oficial. De pronto se les hace evidente el tema de la discusión de los extraños, en la que no han intervenido: discuten sobre la naturaleza del hombre y de su función en la tierra, de su destino. Hans presiente que las cosas van mal, que la tragedia está instalada en la atmósfera de los acontecimientos. Cuando a la mañana siguiente Hans narra los acontecimientos al capitán del barco éste lr resta toda importancia. Para Hans, en cambio, ha sucedido algo trascendental, que modificará su visión de la vida. Desde luego abandonará la marina y se establecerá en algún lugar del Caribe, porque tiene claro que no podrá volver a Europa.

Como espero que alguien sienta curiosidad por leer este cuento me he limitado a lo mínimo, destacando la personalidad compleja y misteriosa de la muchacha de La Guaira la que, por años, se instaló en mi memoria con la misma fuerza que la de Ipanema, a quién, cronológicamente antecede.

Ambas historias tienen que ver con el mar y sus protagonistas son muchachas bellas. Una transcurre en una playa de Rio de Janeiro, y la otra, en un puerto venezolano. Una es una fiesta de la sensualidad, la otra un caso de perturbación psicológíca. En la muchacha de Ipanema no hay nada que investigar, todo está a la vista. Cuando nos enteramos que la “garota” es una persona real, con vida propia, que está fuera de los versos de la canción, nos sentimos casi traicionados, no era necesario saber nada. De la historia de la de La Guaira, en cambio, querríamos tener su nombre, conocer las razones de su perturbación, porque esa perturbación nos perturba como lectores.

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Sres Linea etc:
Vimos su blog y nos encantó a las tres. Que bueno que escriba sobre músuca, nos agrada escucharla y cantar. Ojalá sigan contando historias que hablen de música y literatura.
LILA, LALA Y LOLA LARA LIRA

6:09 PM  

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