Friday, August 04, 2006

MIGUEL OTERO SILVA, ESTOCOLMO Y AREZZO


Durante varios años fui abogado de la editorial “Nueva Fomentor”, ubicada en la calle Londres, en la comuna de Santiago, cuya gerente era la Sra. Andreína Pacheco. A comienzos de los años 80 esta empresa se transformo en “Seix-Barral y Ariel de Chile”, manteniéndose la Sra. Andreina en la Gerencia General. Para mi fue un periodo provechoso, cada cierto tiempo, cuando llegaban nuevas importaciones, la Sra. Andreina me invitaba a visitar las bodegas de la empresa y me regalaba los ejemplares que yo eligiera. Como desafortunadamente siempre fui un caballero, ejercí esta granjería con una prudencia que todavía lamento.

Las editoriales “Seix-Barral” y “Ariel” estaban entre las más importantes y prestigiosas de España. En sus catálogos figuraban obras de Neruda, Vargas Llosa, Donoso, Edwards, Onetti, y muchos otros escritores españoles y latinoamericanos. Seix-Barral tuvo un rol determinante en la difusión de la literatura del Nuevo Mundo en Europa y contribuyó con sus publicaciones al fenómeno que se llamó el “boom literario latinoamericano”. Sin embargo esta empresa editorial funcionó poco tiempo en Chile porque sus matrices españolas fueron adquiridas por “Planeta”, una editorial que funcionaba desde hace muchos años en Chile.

En esos años yo tenía oficina en el Edificio Carlos V, del Paseo Huérfanos, con mi amigo Adolfo Halabí. En esta época se integró al estudio Ximena Mandujano, una joven abogada que había estudiado Derecho en Venezuela y que necesitaba revalidar su título en Chile. Su familia se había exiliado en ese país después del golpe militar. Su padre, Enrique Mandujano, fue uno de los fundadores del Partido Socialista y yo lo había conocido personalmente cuando trabajaba como procurador en el estudio de su amigo Oscar Waiss. Ximena se vino sola a Chile después de obtener su título profesional en Venezuela. De todo esto me enteré con el tiempo, puesto que su contratación en la oficina corrió por cuenta de Adolfo. Para mi fue una grata sorpresa saber que teníamos amigos comunes y una afinidad en temas políticos, que en esos años, era importante. El Partido Socialista estaba dividido en tres fracciones, la “almeydista”, en la que militaba Ximena; la “renovada”, (la de Arrate, Briones, Núñez, Lagos), a la que pertenecía entonces, y la que encabezada Manuel Mandujano, tio de Ximena, cuya importancia era mínima.

Un día l Sra. Andreina nos invitó a ver libros recién llegados desde España, entre ellos estaban dos novelas de un escritor venezolano, Miguel Otero Silva, de quién no tenía referencias. Ximena lo había conocido durante su exilio y me lo recomendó con entusiasmo: “Lope de Aguirre, Príncipe de la Libertad”, una de las mejores novelas que he leído, y “Cuando quiero llorar no lloro”. La primera la comenté en un spot de esta misma edición. Con posterioridad a la lectura de la novela, encontré a Miguel Otero Silva vinculado a sendas anécdotas contadas por Pablo Neruda y Gabriel García Márquez.

En la primera, Pablo Neruda cuenta lo que le aconteció, luego de saberse que había obtenido el Premio Nobel de Literatura:

“Entre las innumerables cartas llegó una un tanto curiosa y amenazante. La escribía un señor desde Holanda, un hombre corpulento y de raza negra, según podía observarse en el recorte de periódico que adjuntaba, “represento- decía aproximadamente la carta-- al movimiento anticolonialista de Panamaribo, Guayana Holandesa. He pedido una tarjeta para asistir a la ceremonia que se desarrollará en Estocolmo para entregarle a Ud. el Premio Nobel. En la embajada sueca me han informado que se requiere un frac una tenida de rigurosa etiqueta para esta ocasión. Yo no tengo dinero para comprar un frac y jamás me pondré uno alquilado, puesto que sería humillante para un americano libre vestir una ropa usada. Por eso le anuncio que, con el poco dinero que pueda reunir me trasladaré a Estocolmo para sostener una entrevista de prensa y denunciar en ella el carácter imperialista y antipopular de esa ceremonia, así se celebre para honrar al más antiimperialista y más popular de los poetas universales” ....

Tiempo después, cuando se encontraba en Estocolmo para asistir a la ceremonia, ocurrió un hecho “que conmovió a la policía de Estocolmo”; “En la oficina de recepción del Hotel me entregaron una carta. Estaba firmada por el mismo anticolonialista desenfrenado de Panamaribo...”Acabo de llegar a Estocolmo” Había fracasado en su empeño de convocar a una conferencia de prensa pero, como hombre de acción revolucionaria, había tomado sus medidas. No era posible que Pablo Neruda, el poeta de los humillados y de los ofendidos recibiera el Premio Nobel de frac. En consecuencia, había comprado una tijera verde con las cuales me cortaría públicamente “los colgajos del frac y de cualquiera otros colgajos “Por eso cumplo con el deber de prevenirlo. Cuando usted vea a un hombre de color que se levanta al fondo de la sala, provisto de grandes tijeras verdes debe suponer exactamente lo que le va a pasar!

Cuenta Neruda que cuando recibió la carta se encontraba junto a un joven diplomático sueco que lo acompañaba permanentemente. Cuando leyó la carta decidió que había que informar de inmediato a la policía, pese a las protestas de Neruda restándole importancia. Faltaban unas pocas horas para la ceremonia y Neruda almorzaba con un grupo de amigos y les contó lo de las dos cartas del loco de Panamaribo y la forma exagerada como había reaccionado la policía sueca, que en un urgente operativo andaba a la siga del presunto agresor.

“Otero Silva, que almorzaba con nosotros se dio una palmada en la frente y exclamó: ¡Pero si esa carta la escribí yo de mi puño y letra, por tomarte el pelo, Pablo! ¿Qué haremos ahora con la policía buscando a un autor que no existe?”

La otra la tomo de “Espantos de Agosto”, uno de los “Doce cuentos peregrinos”, de Gabriel García Márquez: “Llegamos a Arezzo un poco antes de medio día y perdimos más de dos horas buscando el castillo renacentista que el escritor venezolano Miguel Otero Silva había comprado en aquel recodo idílico de la campiña toscana. Era un domingo de principios de agosto, ardiente y bullicioso, y no era fácil encontrar a alguien que supiera algo en las calles abarrotadas de turistas. Al cabo de muchas tentativas inútiles volvimos al automóvil, abandonamos la ciudad por un sendero de cipreses sin indicaciones viales y una vieja pastora de gansos nos indicó con precisión dónde estaba el castillo. Antes de despedirse nos preguntó sin pensábamos dormir allí y le contestamos, como lo habíamos previsto, que sólo íbamos a almorzar. –Menos mal- dijo ella- porque en esa casa espantan”.
Lo que sigue tienen que averiguarlo ustedes mismos, sólo diré que se trata de una historia fantástica y aterradora, mezcla de nota periodística y de ficción literaria que tiene como protagonista a dos grandes de la literatura latinoamericana.

1 Comments:

Blogger Unknown said...

Encuentro esta entrada excelente, entretenida y bien escrita. Justamente buscaba información sobre Miguel Otero Silva, quien en Venezuela se lo recuerda también como activista político, poeta y humorista. Saludos desde Venezuela.

7:14 PM  

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