Friday, November 23, 2007

LA CULPA ES DE BIELSA

I

En medio de la noche esperamos un taxi. Ha caído una densa neblina, la visibilidad es mínima. Mi esposa atraviesa la calle y se pone bajo un farol. De la nada emergen dos sujetos que, al verla, se abalanzan sobre ella para agredirla. Advierto la maniobra, le grito y corro a su lado para defenderla. Cuando están a punto de alcanzarla, mi esposa desaparece. Quedamos perplejos. Los individuos se vuelven en mi contra. Hago un esfuerzo supremo y desaparezco a mi vez. A mi lado, mi esposa ha vuelto a dormirse. Sonrío aliviado y pienso que esto debe ser contado.


II

Mi esposa se despierta agitada, mira la hora y me acusa de llegar a las tres de la madrugada riéndome a carcajadas. La miro estupefacto. Primero, no acabo de llegar, comimos y vimos noticias juntos y después me quede viendo el partido con Paraguay. Tampoco es efectivo que se haya despertado con mi risa, no tengo motivos para reírme a carcajadas “ésta” noche, más bien, querría olvidarla. “¿De que hablas? ¿Estás soñando?” Entonces enciende su lámpara de velador, me mira y me pide le explique porque estoy vestido, con corbata. No entiendo nada. No me queda sino volverme a acostar.

III

Fuertes golpes en la puerta de la casa nos despiertan de nuevo. Mi esposa se levanta sobresaltada y va hacia la ventana. “Abajo hay dos policías y dos tipos”. Les pregunta que quieren. “Dicen que un hombre les quitó sus billeteras y entró aquí”. “Están locos, digo, bajaré a verlos”. Enciendo la luz del dormitorio. Mi esposa me detiene asustada: “En tu velador hay dos billeteras. No son tuyas”. “No se como llegaron ahí. ¿Y ahora que hacemos?” “Tíraselas por la ventana”. Obedece y se vuelve sorprendida. “No hay nadie abajo. ¿Estaremos locos?

“No, digo, la culpa es de Bielsa”.


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