Tuesday, April 29, 2008

BEBER A LA LUZ DE LA LUNA

MIENTRAS BEBO, SOLO, A LA LUZ DE LA LUNA

Un vaso de vino entre las flores;
bebo solo, sin amigo que me acompañe.
Levanto el vaso e invito a la luna;
con ella y con mi sombra seremos tres.
Pero la luna no acostumbra beber vino,
y mi perezosa sombra sólo sabe seguirme.
Festejemos, con mi amiga luna y mi sombra esclava,
mientras aún es primavera.
En las canciones que entono vibran rayos lunares;
en la danza que ensayo mi sombra se aferra y deshace.
Los tres juntos, antes de beber holgábamos;
ahora, ebrios, cada cual va por su lado.
¡Regocijémonos muchas horas todavía,
en nuestro extraño festín inanimado,
para encontrarnos al fin en el Rio de las Nubes¡

La primera vez que escuché el nombre del poeta chino Li Po, conocido también como Li Tai-pé, fué en un programa nocturno que muchos años atrás, cuando aún no existía la televisión, trasmitía la Radio Nuevo Mundo. Se llamaba “Poker de Ases”, y consistía en charlas de cuatro panelistas que trataban en cada emisión temas de carácter cultural. A pesar del tiempo transcurrido recuerdo con precisión el nombre de tres de ellos: el escritor Juan Enrique Délano, el periodista Alfredo Taborga y el profesor Carlos Fortín. Lo curioso es que no me acuerdo del cuarto integrante; es posible que en cada programa se invitara especialmente a un panelista.

En uno de estos programas, Juan Enrique Délano disertó sobre Li Po, de su obra, de su vida y de su fascinante personalidad. Fue el poeta más famoso y popular de la dinastía Tang, considerada la época de oro de la poesía china. Vivió entre los años 762 y 701, antes de Cristo. Un historiador de la literatura antigua, Klabund, sostiene que fue el más grande de los poetas líricos “de todos los tiempos y de todos los pueblos” (1).

Las mismas anécdotas que contó Juan Enrique Délano, esa noche, las encontré años después en la obra de Klabund “Historia de la Literatura” Li Po fue inmensamente popular, sin distinción de clases sociales. Frecuentaba los palacios de los príncipes y del Emperador, que se consideraba su amigo y lo colmaba de honores. Se cuenta en la tradición china que el Emperador, quién le había proporcionado un empleo en palacio y una renta, después de una orgía, transcribió con su propia pluma un poema que el poeta, completamente borracho, le dictó. En otra oportunidad, el Emperador entusiasmado con el genio del poeta, le regaló un traje de su propio guardarropa, el más alto honor que podía concederle. Li Po quiso compartir dicho honor con la gente que lo amaba, y recorrió las callejuelas y las tabernas de la ciudad. Se cuenta que, vestido con su traje imperial, ya ebrio de tanto brindar, se hizo rendir acatamiento como un Emperador y pronunció encendidos discursos, ante el pueblo congregado en torno suyo, hasta quedar tendido en algún lugar, en medio de la noche.

Li Po murió ahogado durante una excursión nocturna, al caer de una embarcación al mar, de noche y embriagado.


Una advertencia final: Cuando Li-Po habla del vino, se refiere a un licor que se extrae del arroz y no de la vid.

(1) Klabund, “Historia de la Literatura”, Editorial Labor, Barcelona, 1937. El grabado que ilustra este post está extraído de esta obra.


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