EL HOMBRE LOBO Y VICEVERSA
El hombre-lobo es probablemente el más universal de los mitos. Se refiere a criaturas legendarias, cuyo denominador común es tratarse de individuos que por las más diversas causas, se transforman ocasionalmente en lobos. Este mito está presente en numerosas comunidades, a lo largo y ancho del planeta y, se me ocurre, tiene que ver con una información genética de la humanidad, que da cuenta del paso del estado salvaje a la civilización. Este tema nunca me interesó y si me ocupo de él, es solo como una forma de introducir otro tema, que, al menos para mí, es mucho más atractivo. Por eso no se extrañen que mi única fuente sea Wikipedia, que dedica a este tema un extenso artículo, que rastrea el mito por los cinco continentes y a través de los siglos, con una variedad de datos impresionantes, de los cuales haré un brevísimo extracto.
Cuando leí el artículo mencionado me llevé una sorpresa, que tiene que ver con las razones que causan el fenómeno o que lo explican. Uno de ellos sería que están propensos a convertirse en hombres lobos los séptimos hijos varones de una mujer que ha dado a luz, anteriormente, a seis niñas. Según Wikipedia esta idea se encuentra en el folklore gallego, portugués y brasileño. El artículo citado agrega textualmente, algo insólito: “Esta creencia estuvo tan extendida en Argentina que los séptimos hijos eran abandonados, cedidos en adopción o asesinados. Una ley de 1920 decretaba que el Presidente de Argentina es el padrino de cada uno de los séptimos hijos. Así, el Estado les otorga una medalla de oro en su bautismo y una beca escolar hasta la edad de 21 años. Esto logró finalizar con los abandonos de niños, pero aún es tradicional que el Presidente sea el padrino de los séptimos hijos”. ¿Será cierto? Entiendo que en Chile esto ocurre hasta el día de hoy, --me refiero a lo del padrino— pero desconozco el origen de esta costumbre. Habría que consultar al profesor Veliz Meza.
Entre los “hombres-lobo” VIP, se menciona en la mitología griega a Licaon, Rey de Arcadia. Se dice que era un hombre sabio, culto y religioso, que había sacado a su pueblo de las condiciones salvajes en que vivía. No obstante, él mismo continuó sacrificando seres humanos en honor a los dioses. Además, se le acusa de ser el inventor de esa execrable costumbre de asesinar a todos los forasteros que llegaban a su reino pidiendo hospitalidad, que tanto daño ha causado al turismo. Cuando Zeus se enteró de esta noticia, no podía creerlo, por lo que quiso comprobarlo en terreno. Se disfrazó de vagabundo para hacer una visita a Licaón. Este inmediatamente pensó en matar a su visitante, pero se enteró a tiempo de que se trataba de Zeus y lo invitó a participar en un suntuoso banquete. Todo habría salido bien de no ser porque Licaón no pudo resistir la tentación de jugar una horrible broma a Zeus, ordenó que le sirvieran la carne de un niño. Zeus se dio cuenta, y, encolerizado, condeno a Licaón a convertirse en lobo, sanción que hizo extensiva a todos los descendientes del monarca. Me parece que Zeus actuó correctamente, la condición humana es fruto de una evolución de miles de años, cualquier retroceso, aunque tena el carácter de individual, es inadmisible. En suma, el hombre-lobo me cae mal.
EL LOBO-HOMBRE
El escritor francés Boris Vian escribió un cuento memorable, que narra las aventuras y desventuras de Denis, “un muy agraciado lobo adulto de negro pelaje y grandes ojos rojos”, que vive un bosque al lado de la costa de Picardía, región del norte de Francia. Su distracción favorita consistía en contemplar los coches procedentes de Ville-dAvray y, en las tardes de estío, “merodear por las espesuras para sorprender a los impacientes enamorados en su lucha con el enredo de las cintas elásticas que, desgraciadamente, complican en la actualidad lo esencial de la lencería. Consideraba con filosofía el resultado de tales afanes, en ocasiones coronados por el éxito y, meneando la cabeza, se alejaba púdicamente cuando ocurría que una víctima complaciente era pasada, como suele decirse, por la piedra”.
Denis vivía en buenas relaciones con sus vecinos, pues éstos, dada su discreción, ignoraban incluso que existiese. Moraba en una pequeña caverna excavada, muchos años atrás, por un desesperado buscador de oro… En dicha cueva Denis se acondicionó una confortable guarida que, con el paso del tiempo, adornó con ruedas, y otros recambios de automóvil recogidos por él mismo en la carretera, donde los accidentes eran el pan nuestro de cada día. Apasionado de la mecánica, disfrutaba contemplando sus trofeos, y soñaba con el taller de reparaciones que, sin lugar a dudas, habría de poner algún día”.
Cierta “apacible velada de agosto”, de luna llena, cuando se aproximaba al roble que constituía el término ordinario de su caminata, la fatalidad hizo cruzarse en su camino al Mago del Siam y a la diminuta Lisette Cachou, “morena camarera del restaurante Groneil, arrastrada por el mago con algún pretexto ingenioso” al bosque. “Lisette estrenaba un corsé Obsesión último diseño, cuya destrucción acababa de costar seis horas al Mago del Siam, Enfurecido por la aparición de Denis que se alejaba ya “tan discreto como siempre barbotando una excusa, y desencantado también de Lisette, por cuya culpa conservaba un exceso de energía que pedía a gritos ser descargada de una u otra manera, el mago del Siam se abalanzó sobre la inocente bestia, mordiéndole cruelmente el codillo. Con un gruñido de angustia, Denis escapó al galope. De regreso a su guarida, se sintió vencido por una fatiga fuera de lo común y quedó sumido en un sueño muy pesado, entrecortado por violentas pesadillas”.Poco a poco Denis fue olvidando el incidente, “y los días volvieron a pasar tan idénticos como diversos. El otoño se acercaba y, con él las mareas de septiembre, que producen el curioso efecto de arrebolar las hojas de los árboles”. “Sin embargo, no por eso descansaba mejor, y en la agonía de noches entreveradas de pesadillas, se despertaba con la boca pastosa y los miembros agarrotados. Incluso sentía menguar paulatinamente su pasión por la mecánica, y el mediodía le sorprendía cada vez con más frecuencia amodorrado y sujetando con una zarpa inerte el trapo con el que debía haber lustrado una pieza de latón cardenillo”. “Su reposo se hacía cada vez más desasosegado, y a Denis le preocupaba no descubrir las razones”. La transformación de Denis en hombre es inminente-: “Tiritando de fiebre y sobrecogido por una intensa sensación de frío, en mitad de la noche de luna llena despertó brutalmente de su sueño. Se frotó los ojos, quedó sorprendido del extraño efecto que sintió y, a tientas, buscó una luz. Tan pronto como hubo conectado el soberbio faro que le legase algunos meses atrás un enloquecido Mercedes, el deslumbrante resplandor del aparato iluminó los recovecos de la caverna. Titubeante, avanzó hacia el retrovisor que tenía instalado justo encima de la coqueta. Y si ya le había asombrado darse cuenta de que estaba de pie sobre las patas traseras, aún quedó más maravillado cuando sus ojos se posaron sobre la imagen reflejada en el espejo. En la pequeña y circular superficie le hacía frente, en efecto, un extravagante y blancuzco rostro por completo desprovisto de pelaje, y en el que sólo dos llamativos ojos rufos recordaban su anterior apariencia. Dejando escapar un breve grito inarticulado se miró el cuerpo y al instante comprendió la causa de aquel frío sobrecogedor que le atenazaba por todas partes. Su abundante pelambrera negra había desaparecido. Bajo sus ojos se alargaba el malformado cuerpo de uno de estos humanos de cuya impericia amatoria solía con tanta frecuencia burlarse”. Denis está desnudo y siente frío. “Resultaba forzoso moverse con presteza. Denis se abalanzó hacia el baúl atiborrado de las más diferentes ropas, reunidas según el caprichoso azar de la sucesión de los accidentes. El instinto le hizo escoger un traje gris con rayitas blancas, de aspecto bastante distinguido, con el cual combinó una camisa lisa de tono palo de rosa, y una corbata Burdeos. Cuando estuvo cubierto con tal indumentaria, admirado todavía de poder conservar un equilibrio que en absoluto comprendía empezó a sentirse mejor, y los dientes cesaron de castañetearle. Fue entonces cuando su extraviada mirada vino a fijarse en el irregular y espeso montoncillo de negra pelambrera esparcido alrededor de su lecho , y y no pudo impedirse llorar su perdida apariencia”.
Este es el momento culminante a partir del cuál Denis afrontará su novísima ciondición algo ha aprendido de los hombres, irá a Paris, correrá aventuras, conocerá una mujer, será asaltado por refufianes, deberá escapar de la policía, en un relato absurdo, disparatado, divertido, licencioso. El cuento está disponible emn Internet, de modo que no me cabe sino recomendarlo calurosamente. Denis es un personaje atractivo, un amigo, con el que se puede pasar un grato momento, antes que retorne a su condición primitiva, en el mejor sentido de la palabra.
Cuando leí el artículo mencionado me llevé una sorpresa, que tiene que ver con las razones que causan el fenómeno o que lo explican. Uno de ellos sería que están propensos a convertirse en hombres lobos los séptimos hijos varones de una mujer que ha dado a luz, anteriormente, a seis niñas. Según Wikipedia esta idea se encuentra en el folklore gallego, portugués y brasileño. El artículo citado agrega textualmente, algo insólito: “Esta creencia estuvo tan extendida en Argentina que los séptimos hijos eran abandonados, cedidos en adopción o asesinados. Una ley de 1920 decretaba que el Presidente de Argentina es el padrino de cada uno de los séptimos hijos. Así, el Estado les otorga una medalla de oro en su bautismo y una beca escolar hasta la edad de 21 años. Esto logró finalizar con los abandonos de niños, pero aún es tradicional que el Presidente sea el padrino de los séptimos hijos”. ¿Será cierto? Entiendo que en Chile esto ocurre hasta el día de hoy, --me refiero a lo del padrino— pero desconozco el origen de esta costumbre. Habría que consultar al profesor Veliz Meza.
Entre los “hombres-lobo” VIP, se menciona en la mitología griega a Licaon, Rey de Arcadia. Se dice que era un hombre sabio, culto y religioso, que había sacado a su pueblo de las condiciones salvajes en que vivía. No obstante, él mismo continuó sacrificando seres humanos en honor a los dioses. Además, se le acusa de ser el inventor de esa execrable costumbre de asesinar a todos los forasteros que llegaban a su reino pidiendo hospitalidad, que tanto daño ha causado al turismo. Cuando Zeus se enteró de esta noticia, no podía creerlo, por lo que quiso comprobarlo en terreno. Se disfrazó de vagabundo para hacer una visita a Licaón. Este inmediatamente pensó en matar a su visitante, pero se enteró a tiempo de que se trataba de Zeus y lo invitó a participar en un suntuoso banquete. Todo habría salido bien de no ser porque Licaón no pudo resistir la tentación de jugar una horrible broma a Zeus, ordenó que le sirvieran la carne de un niño. Zeus se dio cuenta, y, encolerizado, condeno a Licaón a convertirse en lobo, sanción que hizo extensiva a todos los descendientes del monarca. Me parece que Zeus actuó correctamente, la condición humana es fruto de una evolución de miles de años, cualquier retroceso, aunque tena el carácter de individual, es inadmisible. En suma, el hombre-lobo me cae mal.
EL LOBO-HOMBRE
El escritor francés Boris Vian escribió un cuento memorable, que narra las aventuras y desventuras de Denis, “un muy agraciado lobo adulto de negro pelaje y grandes ojos rojos”, que vive un bosque al lado de la costa de Picardía, región del norte de Francia. Su distracción favorita consistía en contemplar los coches procedentes de Ville-dAvray y, en las tardes de estío, “merodear por las espesuras para sorprender a los impacientes enamorados en su lucha con el enredo de las cintas elásticas que, desgraciadamente, complican en la actualidad lo esencial de la lencería. Consideraba con filosofía el resultado de tales afanes, en ocasiones coronados por el éxito y, meneando la cabeza, se alejaba púdicamente cuando ocurría que una víctima complaciente era pasada, como suele decirse, por la piedra”.
Denis vivía en buenas relaciones con sus vecinos, pues éstos, dada su discreción, ignoraban incluso que existiese. Moraba en una pequeña caverna excavada, muchos años atrás, por un desesperado buscador de oro… En dicha cueva Denis se acondicionó una confortable guarida que, con el paso del tiempo, adornó con ruedas, y otros recambios de automóvil recogidos por él mismo en la carretera, donde los accidentes eran el pan nuestro de cada día. Apasionado de la mecánica, disfrutaba contemplando sus trofeos, y soñaba con el taller de reparaciones que, sin lugar a dudas, habría de poner algún día”.
Cierta “apacible velada de agosto”, de luna llena, cuando se aproximaba al roble que constituía el término ordinario de su caminata, la fatalidad hizo cruzarse en su camino al Mago del Siam y a la diminuta Lisette Cachou, “morena camarera del restaurante Groneil, arrastrada por el mago con algún pretexto ingenioso” al bosque. “Lisette estrenaba un corsé Obsesión último diseño, cuya destrucción acababa de costar seis horas al Mago del Siam, Enfurecido por la aparición de Denis que se alejaba ya “tan discreto como siempre barbotando una excusa, y desencantado también de Lisette, por cuya culpa conservaba un exceso de energía que pedía a gritos ser descargada de una u otra manera, el mago del Siam se abalanzó sobre la inocente bestia, mordiéndole cruelmente el codillo. Con un gruñido de angustia, Denis escapó al galope. De regreso a su guarida, se sintió vencido por una fatiga fuera de lo común y quedó sumido en un sueño muy pesado, entrecortado por violentas pesadillas”.Poco a poco Denis fue olvidando el incidente, “y los días volvieron a pasar tan idénticos como diversos. El otoño se acercaba y, con él las mareas de septiembre, que producen el curioso efecto de arrebolar las hojas de los árboles”. “Sin embargo, no por eso descansaba mejor, y en la agonía de noches entreveradas de pesadillas, se despertaba con la boca pastosa y los miembros agarrotados. Incluso sentía menguar paulatinamente su pasión por la mecánica, y el mediodía le sorprendía cada vez con más frecuencia amodorrado y sujetando con una zarpa inerte el trapo con el que debía haber lustrado una pieza de latón cardenillo”. “Su reposo se hacía cada vez más desasosegado, y a Denis le preocupaba no descubrir las razones”. La transformación de Denis en hombre es inminente-: “Tiritando de fiebre y sobrecogido por una intensa sensación de frío, en mitad de la noche de luna llena despertó brutalmente de su sueño. Se frotó los ojos, quedó sorprendido del extraño efecto que sintió y, a tientas, buscó una luz. Tan pronto como hubo conectado el soberbio faro que le legase algunos meses atrás un enloquecido Mercedes, el deslumbrante resplandor del aparato iluminó los recovecos de la caverna. Titubeante, avanzó hacia el retrovisor que tenía instalado justo encima de la coqueta. Y si ya le había asombrado darse cuenta de que estaba de pie sobre las patas traseras, aún quedó más maravillado cuando sus ojos se posaron sobre la imagen reflejada en el espejo. En la pequeña y circular superficie le hacía frente, en efecto, un extravagante y blancuzco rostro por completo desprovisto de pelaje, y en el que sólo dos llamativos ojos rufos recordaban su anterior apariencia. Dejando escapar un breve grito inarticulado se miró el cuerpo y al instante comprendió la causa de aquel frío sobrecogedor que le atenazaba por todas partes. Su abundante pelambrera negra había desaparecido. Bajo sus ojos se alargaba el malformado cuerpo de uno de estos humanos de cuya impericia amatoria solía con tanta frecuencia burlarse”. Denis está desnudo y siente frío. “Resultaba forzoso moverse con presteza. Denis se abalanzó hacia el baúl atiborrado de las más diferentes ropas, reunidas según el caprichoso azar de la sucesión de los accidentes. El instinto le hizo escoger un traje gris con rayitas blancas, de aspecto bastante distinguido, con el cual combinó una camisa lisa de tono palo de rosa, y una corbata Burdeos. Cuando estuvo cubierto con tal indumentaria, admirado todavía de poder conservar un equilibrio que en absoluto comprendía empezó a sentirse mejor, y los dientes cesaron de castañetearle. Fue entonces cuando su extraviada mirada vino a fijarse en el irregular y espeso montoncillo de negra pelambrera esparcido alrededor de su lecho , y y no pudo impedirse llorar su perdida apariencia”.
Este es el momento culminante a partir del cuál Denis afrontará su novísima ciondición algo ha aprendido de los hombres, irá a Paris, correrá aventuras, conocerá una mujer, será asaltado por refufianes, deberá escapar de la policía, en un relato absurdo, disparatado, divertido, licencioso. El cuento está disponible emn Internet, de modo que no me cabe sino recomendarlo calurosamente. Denis es un personaje atractivo, un amigo, con el que se puede pasar un grato momento, antes que retorne a su condición primitiva, en el mejor sentido de la palabra.
2 Comments:
Excelente post. Protesto, en todo caso, por la referencia, dada mi condición de hombre Lob...
Saludos.
Vine por la cancion "Lobo hombre en paris xD :3
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