Tuesday, May 01, 2007

!YO NO VENGO A VENDER...!



Subo al bus con un osito panda en la mano y otros cinco en mi mochila. El chofer me autoriza con una venia apenas perceptible, me desea suerte. Los ositos me los entregó el chino Raúl, que tiene un container en su casa. Los compró como excedentes de una campaña publicitaria y quiere comercializarlos en la locomoción colectiva. El chino me dio instrucciones como proceder, pero yo, aunque es primera vez que trabajo en esto, tengo como pasajero, la experiencia necesaria, conozco de memoria las rutinas y trucos de los vendedores ambulantes. El bus transita semivacío. Entre los pasajeros hay algunas colegialas, tres o cuatro universitarios, algunas señoras, un par de jubilados, una madre y dos pequeñas hijas. Me acomodo, miro los pasajeros, les muestro el producto. Espero que entre ellos y el peluche se produzca el flechazo que haga compulsiva la compra. Lo del flechazo se le ocurrió al chino Raúl. Cuando me lo sugirió me dejó pensativo aunque no se lo dije. Me pareció una idea estupenda y simple: como para tenerla en cuenta: amor a primera vista.
Llegó la hora de la verdad, estoy listo para empezar mi representación. En este momento mi mirada se cruza con la de una hermosa…!Qué digo!, ¡Es la muchacha más hermosa que he visto en mi vida! Ella me observa y sonríe. Estoy perturbado, pierdo el dominio de la situación. Lo que tengo que comunicar a todos los pasajeros lo digo sólo a ella; al menos eso creo, no estoy seguro de haberlo dicho, en cambio, estoy seguro de haber escuchado claramente “vengo a regalar”. Es como si me hubiera desdoblado, quiero hacer una cosa y hago otra, no puedo evitarlo. Mientras hablo intento entregar el peluche a mi colegiala. “Es lindo, dice, pero no tengo dinero”. Le digo con angustia, “te lo regalo, no oíste acaso? ¿Dije que no estoy vendiendo, verdad?. La muchacha se sonroja, está incómoda, ya no sonríe. Alguien me tironea la polera desde atrás, es la señora de mi derecha. Me pregunta si es verdad que estoy regalando los ositos. Le respondo “por supuesto” y le regalo el osito para su nieta. No alcanzo a ponerme en guardia y las dos niñas intentan abalanzarse hacía mi pero su madre logra detenerlas. Uno de los universitarios me pide que le de dos ositos para tranquilizarlas. Se los paso, sin protestar. No se que pasa conmigo, solo me interesa reanudar mi diálogo con la colegiala. “Estas loco”, dice. Entrego otros dos ositos sin darme cuenta quién los recibe. Solo tengo un osito y ella no quiere recibirlo. Alguien me lo arrebata de las manos. Entonces trato de explicarle que tengo otros, que basta que me diga donde puedo entregárselo…

El chofer, molesto con el desorden causado, me exige que pague mi pasaje o que baje del bus. Busco en mi bolsillo algunas monedas, pero no tengo dinero. El chofer insiste, debo bajar.
Ahora, estoy en la vereda, el bus se pone en marcha. Veo el rostro triste de la muchacha, tras la ventana. Me mira… ¡está llorando!

3 Comments:

Blogger M said...

Que hermosa historia... Llegué buscando información de Bergen (lo que me llevó a lo de la princesa Anastasia Jerusalem) y me encontré con este maravilloso relato.

Saludos de una chilena en Noruega

3:11 PM  
Blogger esteban lob said...

Con lo del Trans-Tormento o Trans-Espanto, vas a tener que cambiar el cuento Jorge. El chofer ya no te pedirá monedas para el pasaje, sino la tarjeta. Al margen de esta observación, estimo que la historia es muy tierna...muy emotiva.

Saludos.

4:54 PM  
Blogger Fernanda said...

Linda historia. Llegué a tu blog buscando una foto de un Panda de peluche para el mío. Mi historia es real, pasa a leerme...

Espero que no te moleste haber usado la misma foto! :P

7:03 PM  

Post a Comment

<< Home

Web Counter
University of Phoenix