Friday, August 04, 2006

SANTIAGO EN 300 PALABRAS

I

“Estamos sentados, a la mesa de un bar de plaza Italia, a la salida del Metro. Nos miramos fijamente, permanecemos en silencio. Hemos tenido, diría, un malentendido. “Estás linda”, pienso o quizás digo en voz baja. Entonces, en los ojos de Monserrat, reflejado, veo al hombre que ve cuando me mira. “Me voy”, dice, presa de una ira que no comprendo. Se levanta, sale, siento un estallido, desaparecen Monse, el bar, la plaza Italia, la ciudad. Solo resta esta silla que sujeta mi esqueleto, esta mesa, en la que apoyo mis codos y este vaso de licor, su sabor amargo”

II

Hoy sucedió algo raro en el Bier. Llegaron dos clientes habituales. (Otro, desconocido, estaba junto a ventana). El pidió un trago, ella una bebida. Estaban tensos. De pronto ella se levantó, le arrojó el vaso al tipo de la ventana y salió. Don Ramiro estaba ido. El desconocido se limpió la cara y rehusó mi ayuda. Confundido, le expliqué a don Ramiro lo sucedido. Quiso pedir disculpas al desconocido, pero éste, se levantó como pudo, extendió sus brazos, para evitar que se acercara y le dijo: “No hay problemas abuelo”. Entonces don Ramiro lo sentó de un puñetazo. ¿Raro, no?

III


Vaya tarde de mierda. Yo estaba en el Bier-Hall, sentado al lado de la ventana que mira a la Plaza. Sabía que Monserrat se iba a juntar allí con su amante, porque ella misma me lo contó. Había jurado que le iba a dar calabazas. Ella dijo en la oficina que hace tiempo quiere terminar con él, pero que no puede, porque la cohíbe. Le dije, entonces, que hoy la iba estar esperando en el Bar, para darle ánimo. ¿Y qué gané con eso?, un vaso por la cabeza y un combo en la guata. ¡Carlos, no te rías, estúpido!

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