Monday, February 25, 2008

MIGUEL OTERO SILVA: "SIEMBRA"


De Miguel Otero Silva, escritor y periodista venezolano, hemos escrito dos veces: sobre su novela histórica “Lope de Aguirre, Príncipe de la Libertad” y, luego, como protagonista de dos anécdotas, a propósito de la entrega del Premio Nobel a Pablo Neruda, y como personaje de uno de los “Cuentos peregrinos”, de Gabriel García Márquez. Esta vez, queremos recordarlo en la serie sobre poetas sudamericanos. Entre sus obras está «Agua y cauce», publicada en 1937, del que publicamos “Siembra”« Falleció en 1985, a los 77 años.
SIEMBRA

Cuando de mí no quede sino un árbol,
cuando mis huesos se hayan esparcido
bajo la tierra madre;
cuando de ti no quede sino una rosa blanca
que se nutrió de aquello que tú fuiste
y haya zarpado ya con mil brisas distintas
el aliento del beso que hoy bebemos;
cuando ya nuestros nombressean sonidos sin eco
dormidos en la sombra de un olvido insondable;
tú seguirás viviendo en la belleza de la rosa,
como yo en el follaje del árbol
y nuestro amor en el murmullo de la brisa.

¡Escúchame!
Yo aspiro a que vivamos
en las vibrantes voces de la mañana.
Yo quiero perdurar junto contigo
en la savia profunda de la humanidad:
en la risa del ñiño,en la paz de los hombres,
en el amor sin lagrimas.

Por eso,
como habremos de darnos a la rosa y al árbol,
a la tierra y al viento,
te pido que nos demos al futuro del mundo…

Friday, February 15, 2008

¿QUE ES LA CONCIENCIA?

En este blog hemos encontrado la palabra “conciencia” incluida en conceptos filósóficos (Sartre) o cienficos (Carl Sagan). La revista virtual “Tendencias Científicas”, publicó el artículo que reproduzco a continuación, escrito por Eduardo Martínez, (16-3- 2003), que, según su editor, ha sido leído 42.596 veces, lo que muestra el interés que estos temas despiertan en el público.

El córtex es la región del cerebro que genera la conciencia del entorno y de uno mismo, según una investigación que describe por vez primera los mecanismos neuronales del psiquismo humano. Aunque la investigación sobre la formación de la conciencia está aún en un estado primitivo, sus autores consideran que las facultades de nuestro cerebro pueden explicarse totalmente por la interacción de las células nerviosas.

Por Eduardo Martínez.

La conciencia humana y la percepción de la individualidad se generan en un determinado espacio del cerebro situada en la parte posterior del córtex, lo que convierte estos fenómenos en meros episodios de las reacciones bioquímicas del cerebro, según una investigación realizada por el Premio Nobel Francis Creek, uno de los descubridores de la estructura del ADN, que publica la revista “Nature Neuroscience. La investigación pretendía determinar la relación neuronal de la conciencia (neural correlate of consciousness o NCC) o, lo que es lo mismo, las bases neurobiológicas de esta facultad superior del psiquismo humano.
El córtex emerge como la región del cerebro donde se generan los procesos de la conciencia. Es una sofisticada e interconectada red neuronal que sustenta la percepción a través de nodos que expresan cada uno de ellos un aspecto de la percepción. Un nodo por sí mismo no es capaz de generar conciencia ni de sostener la noción de individualidad, pero los nodos se activan y desactivan en función de una serie de coaliciones de neuronas que son las que amplían la capacidad cerebral y generan la conciencia de los procesos subjetivos y del entorno. Estado primitivo de investigación.

Aún reconociendo que las investigaciones sobre el papel de las neuronas en la formación de la conciencia están en un estado primitivo, Francis Crick considera que el comportamiento de nuestro cerebro puede explicarse totalmente por la interacción de las células nerviosas, lo que ha verificado mediante la investigación que hace pública ahora, en el 50 aniversario del descubrimiento de la doble hélice del ADN.

La investigación de Francis Crick, realizada conjuntamente con Christof Koch, se basa en años de experimentación, incluidos estudios con pacientes que sufrían lesiones cerebrales, pruebas con animales e investigaciones psicológicas.

Algunos de los datos de mayor valor provienen de estudios realizados con pacientes epilépticos, en cuyo cerebro se colocaron diminutas sondas para evaluar sus ataques.

El estudio describe cómo distintas partes del cerebro se interrelacionan para producir la conciencia. Por primera vez disponemos de un esquema coherente sobre las correlaciones neuronales de la conciencia en términos filosóficos, psicológicos y neuronales, señala el estudio.

Mecanismo natural

La conciencia en sí podría ser la expresión de un reducido número de neuronas, en particular de las que se proyectan desde la parte posterior del córtex hasta el córtex frontal, añaden los investigadores.
Desde 1976, Francis Crick, autor del conocido libro “La búsqueda científica del alma”, se ha dedicado a estudiar el cerebro humano y a buscar las bases científicas de un objeto tan intangible como es la conciencia.

Según explica en el artículo de Nature Neuroscience , se produce un mecanismo natural en el que distintas partes del cerebro humano se funden unas con otras para crear un sentimiento de conciencia. La conciencia ha sido considerada durante mucho tiempo como un tema tabú y ha permanecido excluida del ámbito científico hasta hace muy poco tiempo, cuando algunos científicos y premios Nobel, entre ellos Francis Crick, la convirtieron en objeto de investigación.

Controversia sobre la conciencia

En la actualidad, un millar de científicos investigan esta peculiar función del psiquismo humano, particularmente en Estados Unidos y Europa del Norte, que encontrarán en la investigación de Crick un nuevo impulso a sus trabajos.

Como muchos de los otros aspectos investigados que son particularmente sutiles, la misma definición de conciencia es objeto de controversia entre estos científicos.

Las aproximaciones al concepto de conciencia van desde la metafísica a la neurobiología, pasando por la física teórica. El estudio de la conciencia se aborda por un lado como fenómeno trascendente o metafísico, y por otro como estado de vigilia en el que se desarrollan los diferentes procesos de la conciencia, particularmente la percepción, la visión y la atención.
Dos grandes corrientes estructuran las investigaciones sobre la conciencia. De un lado, la procedente de la neurobiología y la sicología cognitiva. De otro, la que postula que la conciencia es una propiedad de la materia a nivel cuántico.

Intencionalidad de la conciencia

Aunque la mayoría de los investigadores se mueven en la hipótesis del materialismo científico, también son numerosos los que consideran que nuestra especie posee a nivel psíquico funciones específicas que escapan a los procesos psico-químicos.

En la actualidad, los científicos tienden a converger en una definición de conciencia que consiste en un proceso que da sentido a las percepciones, lo que introduce en el concepto la noción de intencionalidad mediante la cual atribuimos a la conciencia una finalidad.

De esta forma, la conciencia se convierte en un apelativo de las percepciones y los pensamientos, lo que permite hablar de conciencia visual o sensorial.

Contemplada como proceso, la conciencia es una actividad autónoma que puede tener en cuenta o no los estímulos. En estas condiciones, un cerebro aislado y mantenido vivo debería permanecer consciente.

Derivación hacia la IA

El proceso también podría ser activado (estado de vigilia) o desactivado (estado de coma), si bien algunas experiencias en neurobiología parecen contradecir esta hipótesis.

Las aproximaciones a la noción, funcionamiento y mecanismos de la conciencia, aparte de su interés filosófico y neurobiológico, tienen el atractivo de perfilar investigaciones en otro terreno no menos importante, como el de la inteligencia artificial, que desde 1955 intenta replicar informáticamente las funciones superiores del psiquismo humano.

El Instituto Riken de Japón es paradigmático en los proyectos de réplica del cerebro humano, ya que trabaja en [tres programas diferentes que pretenden por un lado comprender el cerebro, por otro protegerlo y finalmente recrearlo artificialmente, con todas sus facultades superiores, incluidas la conciencia, el pensamiento, la memoria y la intuición.
El trabajo de Crick se enmarca en este contexto y promete impulsar tanto las investigaciones para una mejor comprensión de la conciencia humana y sobre los procesos cerebrales que la soportan, como los trabajos tendentes a replicar en máquinas los mecanismos que caracterizan a la mente y el psiquismo humanos.

En la práctica, el cerebro funciona como un sofisticadísimo superordenador. Sólo pesa unos 1.300 gramos, pero contiene alrededor de 100.000 millones de células conocidas con el nombre de "neuronas" que constituyen las unidades básicas del sistema nervioso.
En un solo segundo, estas células son capaces de procesar hasta 200.000 millones de bits de información. Para ello se valen de sus casi 100 trillones de interconexiones.

La inteligencia artificial pretende replicar y superar esta capacidad del cerebro en sofisticadas y complejas máquinas adecuadamente programadas.

Sunday, February 10, 2008

NERUDA Y SUS CALCETINES



A propósito del post “El color de mis calcetines”, un amigo me dice que perdí la oportunidad de rendir un homenaje a Pablo Neruda, autor de la “Oda a los calcetines” que debí citar en reemplazo de la referencia que allí se hace a la serie animada de TVN 31 Minutos” y al héroe “Calcetín-con-rombos-man”. Encontré el poema en Internet y no me queda más que reconocer que no lo había leído o, que lo olvidé. Lo posteado, posteado está. Supongo que nadie me acusará de haber metido los pies por olvidar los calcetines de Neruda. Y bien, este es el porma ignorado:

ODA A LOS CALCETINES


Me trajo Mara Moriun par de calcetines,
que tejió con sus manos de pastora,
dos calcetines suaves como liebres.
En ellos metí los pies
como en dos estuches
tejidos con hebras del
crepúsculo y pellejos de ovejas.
Violentos calcetines,
mis pies fueron dos pescados de lana,
dos largos tiburones
de azul ultramarino
atravesados por una trenza de oro,
dos gigantescos mirlos,
dos cañones;
mis pies fueron honrados de este modo
por estos celestiales calcetines.
Eran tan hermosos que por primera vez
mis pies me parecieron inaceptables,
como dos decrépitos bomberos,
bomberos indignos de aquel fuego bordado,
de aquellos luminosos calcetines.
Sin embargo, resistí la tentación
aguda de guardarlos como los colegiales
preservan las luciénagas,
como los eruditos coleccionando
cumentos sagrados,
resistí el impulso furioso de ponerlas
en una jaula de oro
y darles cada
día alpiste y pulpa de melón rosado.
Como descubridores que en la selva
entregan el rarísimo venado verde
al asador y se lo comen con remordimiento,
estiré los pies y me enfundé
los bellos calcetines, y luego los zapatos.
Y es esta la moral de mi Oda:
Dos veces es belleza la belleza,
y lo que es bueno es doblemente bueno,
cuando se trata de dos calcetines
de lana en el invierno.
//

Thursday, February 07, 2008

UN VISTAZO A LA MUERTE

Salvador Dali: Ilustración de "La Divina Comedia", de Dante Allighieri

Mi suegra se jacta que comienza cada jornada leyendo el obituario del diario “El Mercurio”. Si hubiese hecho lo mismo me habría enterado, oportunamente, del deceso más de algún amigo. En todo caso, querámoslo o no, la muerte es parte del panorama noticioso. El fallecimiento de personalidades como Julio Martínez o Volodia Teitelboim, de las víctimas de crímenes o de accidentes atroces o de las confrontaciones étnicas, políticas o religiosas, son d e ordinaria ocurrencia. Al parecer, nunca el mundo estuvo tan familiarizado con la muerte.
La meditación sobre la muerte proviene de fuentes diversas, con intereses distintos. Está la visión poética o literaria, la científica, la religiosa y la filosófica. En muchas oportunidades estas dos última se presentan conformando una sola visión.


San Alberto Hurtado sostiene en un breve artículo, “La muerte”, incluido en el volumen “El fuego que enciende otros fuegos”, que hay dos concepto sobre la muerte, uno “puramente humano” y otro “cristiano”. “El concepto humano considera la muerte como el gran derrumbe, el fin de todo. Es un concepto impregnado de tristeza (los filósofos estoicos se suicidaban para ser plenamente dueños de su fin como querían serlo de su vida). Desde los primeros tiempos el hombre ha sentido pavor ante la muerte. Nadie la conoce por experiencia propia y de los que han pasado por ella ni uno ha vuelto a decirnos lo que es: ha entrado en un eterno silencio. En cambio, “La muerte para el cristiano es el momento de hallar a Dios…” Aquí, “La muerte no es muerte”.


Como no soy cristiano, mi idea de la muerte es “propiamente humana”, pero estoy lejos de sentir “tristeza” o “pavor” por este motivo, ni creo que constituya “un derrumbe”, aunque sea el fin para quién muere. Este punto, en todo caso, no me preocupa, porque las obras de los hombres permanecen en el tiempo, como la del propio padre Hurtado, lo cuál no me impide concluir que la vida productiva de Pablo Neruda, para cambiar de ejemplo, concluyó con su muerte (la de los santos podría continuar vía milagros).

Para Platón o Cicerón, la filosofía es, en primer lugar, una meditación sobre la muerte. Santayana, filósofo español, afirmó, veinte siglos después, que «una buena manera de probar el calibre de una filosofía es preguntar lo que piensa acerca de la muerte». Todo parece indicar que la filosofía es, ante todo, una reflexión acerca de la muerte y, específicamente, sobre su sentido. Al hablar del sentido de la muerte, estamos restringiendo la discusión a la muerte humana, para diferenciarla de la designación de todo fenómeno en el que se produce una cesación.


“Una historia de las ideas acerca de la muerte supone, en nuestra opinión, -afirma José Ferrater Mora, en su “Diccionario de Filosofía”, un detallado análisis de las diversas concepciones del mundo —y no sólo de las filosofías— habidas en el curso del pensamiento humano. Además, supone un análisis de los problemas relativos al sentido de la vida y a la concepción de la inmortalidad, ya sea bajo la forma de su afirmación, o bien bajo el aspecto de su negación. En todos los casos, en efecto, resulta de ello una determinada idea de la muerte”.


. El mismo filósofo, en “El ser y la muerte” (1962) formuló proposiciones relativas a la propiedad “ser mortal”, donde esta expresión `resume cualquier modo de dejar de ser: 1) Ser real es ser mortal; 2) Hay diversos grados de mortalidad, desde la mortalidad mínima a la máxima; 3) La mortalidad mínima es la de la naturaleza inorgánica; 4) La mortalidad máxima es la del ser humano; 5) Cada uno de los tipos, de ser incluidos en `la realidad', es comprensible y analizable en virtud de su situación ontológica dentro de un conjunto determinado por dos tendencias contrapuestas: una que va de lo menos mortal a lo más mortal y otra que recorre la dirección inversa”. La muerte es concebida como una “propiedad” de la Naturaleza.


En definitiva, no me parece verdadero ningún concepto de la vida y de la muerte en que se ignoren las raíces naturales del hombre. Así ocurre con el texto del padre Hurtado, antes citado. Para los cristianos “la muerte no es muerte”, sólo que la vida tampoco es vida, sólo un tránsito a un estado diferente. Lo que está claro hoy día es que el hombre es producto de una evolución, en la que hay estadios conocidos. Toumai es el homínido más antiguo de que se tenga noticias, 6.000.000 de años, en el transcurso de los cuales los hombres y sus antepasados inmediatos murieron ignorando que entraban al reino de los cielos, que hizo su aparición sólo 4.000 años atrás. Llegar a esta conclusión no me produce “alegría” ni “tristeza”. Se trata de una mera constatación.


Friday, February 01, 2008

TE VI

Te vi cuando entraste a la Escuela de Derecho, el primer día de clases. Tu belleza no era de este mundo, ni tu forma de vestir y de desplazarte. Subiste ágilmente la escalinata, confundiéndote en seguida entre los alumnos. Debí comprender de inmediato que había presenciado un hecho extraordinario, una aparición virginal, como aquellas ingenuas historias que mi madre me contaba en mi infancia, sólo que, me enteré después, no eras mensajera de ningún dios, ni de la paz ni del amor. En esa semana te vi, fugazmente, otras dos veces, sin encontrar la forma de acercarme a ti. El lunes de la semana siguiente llegué muy temprano a la Escuela, decidido a hablarte como diera lugar. Esperé media hora en la entrada del edificio y luego cambié súbitamente de actitud: nada ni nadie debía hacerme cambiar mis planes. (“Te vi./ juntabas margaritas del mantel/ ya sé que te traté bastante mal/ no sé si eras un ángel o un rubí/ o simplemente te vi”).te vi

(“Ser o no ser: esta es la cuestión (…) morir, dormir, nada más y, con un sueño, decir que acabamos el sufrimiento del corazón y los mil golpes naturales que son herencia de la carne. Esa es una consumación piadosamente deseable: morir, dormir, quizás soñar”). Había esperado con ansias este día. Volvía a la Universidad para retomar mis estudios interrumpidos un año y medio antes, cuando cursaba tercer año de derecho. El inesperado fallecimiento de mi padre dejó a mi madre y a mis hermanos menores en una dramática situación económica, que me obligó a buscar trabajo. Un amigo de mi padre me puso al frente de algunos de sus negocios en provincia. Contento con mi desempeño, mi padrino decidió comprar un restaurante en Pio Nono y dejarlo bajo mi administración, a condición que volviera a la Escuela. Cuando estuve solo lloré, sin entender porqué. Me había jurado a mi mismo dedicar toda mi atención a mis estudios y a mi trabajo, para asegurar el éxito de ambas empresas.

Ingresé rápidamente a la Escuela y me dirigí al casino. Pedí un café y un sandwich. Quería comer no porque tuviera hambre, sino porque me pareció que no hay nada más ajeno al encantamiento que comer pan con queso. Necesitaba habitar la realidad. Sin embargo, inesperadamente, volví a verte. Entraste al casino, estábamos solos, ni siquiera la mesonera se acercó para atenderte. Te sentaste a mi lado, nos sonreímos como dos inocentes. Me dijiste un par de frases que olvidé o no entendí y me invitaste a tu casa. Vivías en el centro, anoté tu dirección y te despediste. Me quedé pensando que nunca llegas ni te vas, solo sabes aparecer y desaparecer… No se bien en que momento empecé a soñar, puesto que había manifestado interés en conocerte, me dejaste la opción de visitarte en tu casa. (“¿Qué es la vida? Un frenesí. /¿Qué es la vida? Una ilusión,/una sombra, una ficción,/ y el mayor bien es pequeño:/ que toda la vida es sueño,/y los sueños, sueños son.”)

Encontré abierto el portón de la casa. Al interior vi un automóvil antiguo y a la derecha otra puerta, esta vez de la casa, también abierta. Toque el timbre varias veces sin que nadie saliera a recibirme. Me quedé en el umbral sin atreverme a entrar. Mientras me mantuve expectante pasaron por mi mente las ideas más obvias y las más estrafalarias. Una mujer madura se asustó al verme, y me sometió a un urgente interrogatorio: ¿quién soy?, ¿que hago aquí?, ¿porqué esta abierto el portón? Cuando pudimos explicarnos supe que era María y que cuidaba a un anciano enfermo y que ambos eran los únicos ocupantes de la casa. Allí no vivía ninguna estudiante universitaria. Mi relato debió tener algún detalle que neutralizó la incredulidad de la mujer. Me hizo pasar al interior, me ofreció asiento en el living y me pidió esperarla. Subió al segundo piso y cuando volvió traía una fotografía. Era ella. Estaba angustiado, esperaba lo peor. “Es Mercedes, la hija de don Alberto, pero…, su voz era apenas audible- ella y su madre fallecieron en un accidente automovilístico hace diez años… Lo más probable es que se trate de una lamentable confusión”. Repasé mil veces cada detalle de mis visiones de la muchacha y de mi conversación con ella, no encontré testigos que la hubieran visto o tratado en la Escuela. La chica del casino no recordó haberme visto conversar con ella ese lunes. Estaba también lo de las puertas. María sostuvo que nunca olvidó cerrarlas al salir. (“Lo que tiene nuestro destino de nuestro y de distinto es lo que tiene de parecido con nuestro propio recuerdo”.) Y sin embargo te ví… y conversé contigo … y llegué a tu casa. Si todo eso pudo ocurrir, por tu voluntad o lo que sea, entonces… esperaré.

Web Counter
University of Phoenix