Sunday, July 29, 2007

LADRONES DE BICICLETAS

Durante mi adolescencia y juventud fui testigo de procesos culturales que influyeron en mi percepción del mundo, como el neorrealismo italiano, en el cine, el marxismo y el existencialismo en filosofía, el boom de la literatura latinoamericana, el teatro del absurdo o la nueva canción chilena. De todos ellos, en forma caótica, he venido hablando en este blog, y lo seguiré haciendo.

Mi padre tuvo un solo empleador. Desde los 18 años hasta que murió, a los 55, trabajó en “Manufacturas Giradi”, en esa época, una de las dos fábricas de sombreros que había en Chile. La otra era “Cintolesi”. “Girardi” era una empresa familiar, de emigrados italianos, muy exitosa, ya que el uso del sombrero en Chile, como parte del vestuario masculino, era generalizado, sobre todo en el sur.

Mis padres iban regularmente al cine y preferían el cine italiano, probablemente como influencia laboral. Mi padre, cada vez que llegaba a casa después de la función, nos contaba en detalle la película vista. Recuerdo dos que le causaron gran impresión y que ví después. Una de ellas fue “Mañana será tarde", que mi padre adoptó como lema: cada vez que se daba la oportunidad nos recordaba, en italiano que “domani e troppo tardi”. La película fue dirigida por el cineasta ruso Leonide Moguy (1950) y contó con la actuación de Vittorio de Sica y Anna María Pierangeli, que por su actuación en este film saltó al estrellato internacional, siendo reclutada por Holywood, con el nombre de Pier Angeli. Fue novia de James Dean cuando éste estaba en la cima de su carrera cinematográfica, pero la férrea oposición de la madre de Pier impidió la boda. .
La otra fue “Ladrones de Bicicletas”.

“Ladrones de Bicicleta” (1948) es considerada por muchos como el mejor trabajo de Vittorio de Sica. Está basada en la novela “Ladri di biciclette”, de Luigi Bartolini. El guión fue escrito por Cesare Zavattini. En el film, la ciudad de Roma no sólo es escenario, sino, como sucede con otros del mismo periodo, es una protagonista más de la historia. El neorrealismo italiano fue una forma de ver y sentir la Italia devastada por la guerra, y su lento y doloroso camino hacia la reconstrucción. Los protagonistas deambulan por la periferia de Roma, con edificios habitados por familias pobres, en las que la guerra ha dejado las heridas sociales más profundas. La historia es extremadamente sencilla, profundamente humana, inolvidable para quienes tuvieron la suerte de verla, en mi caso unas tres veces. En una reseña de Internet, leo: “Antonio Ricci, obrero y padre de familia, tras un largo periodo de paro consigue un trabajo como cartero municipal, pero para realizarlo necesita una bicicleta, y la suya está empeñada en el montepío. Rescata la bicicleta a costa de las sábanas de su casa, que su esposa María le entrega con la esperanza puesta en el futuro sueldo. Sin embargo, en cuanto pega el cartel cinematográfico de Rita Hayworth, dos majaderos se la roban. Comienza así una triste peregrinación por Roma en compañía de su pequeño hijo Bruno. Lo único que obtiene es la indiferencia general; primero en la comisaría, donde los agentes tienen cosas más importantes en la cabeza que encontrar la bicicleta de un pobretón; después en Piazza Vittorio y Porta Portese, humildes mercadillos donde cada uno se apaña como puede. La búsqueda continúa por las calles de una ciudad atiborrada y apática. Antonio entra en una iglesia persiguiendo a un pobre viejo, con la esperanza de obtener información sobre su bicicleta. Durante la misa, una señora con sombrero y velo blanco reparte con aire de suficiencia bonos para comer. El deambular sumiso se va haciendo desesperado. Frente al estadio, Antonio decide robar una bicicleta pero la multitud lo persigue y lo apresa. Sólo las lágrimas de Bruno evitan que termine en la cárcel. Antonio y Bruno caminan derrotados mientras la ciudad se va haciendo cada vez más oscura y hostil”.(1).

El neorrealismo italiano demostró que para hacer buen cine no se requieren recursos cuantiosos, ni grandes estudios, al estilo de Hollywood, ni actores profesionales, aunque para conseguirlo se requiera una pléyade de cineastas de la talla de Roberto Rossellini, Vittorio de Suca o un Luchino Visconti.

(1) De la página de la RAI on line.-

Sunday, July 22, 2007

FELIX WEIL Y LA ESCUELA DE FRANKFURT


En los últimos tiempos he tenido pocos momentos de tranquilidad para hurgar en mis propios archivos los temas sobre los que me gustaría escribir en este blog. Mientras leía un artículo sobre Herbert Marcuse y su influencia en la rebelión estudiantil francesa de Mayo de 1968, a propósito de la creación de la “Escuela de Frankfurt”, que reunió, entre otros a intelectuales como Erich Fromm, Theodor Adorno, Walter Benjamín, Max Horkheimer y al propio Marcase, renació una antigua inquietud, indagar sobre el fundador del mítico “Instituto de Investigaciones de Frankfurt”, de quién sólo conocía su nombre Felix Weil, un acaudalado intelectual y empresario argentino. Lo que atrajo mi interés fue, precisamente, este deetalle, que hacía un sudamericano entre algunos de los intelectuales más influyentes del siglo XX. En Internet encontré este artículo, que me permitió conocer algo más sobre Felix Weil.

LA ESCUELA DE FRANKFURT Y EL ENIGMA ARGENTINO

JEmilio García Méndez

Erich Fromm,Herbert Marcuse, Theodor Adorno, Walter Benjamin y Max Horkheimer,son sólo los nombres más conocidos de un grupo de prestigiosos intelectuales alemanes que a comienzos de la década del 20 del siglo pasado, dieron vida a la hoy recordada como celebre y mítica "Escuela de Frankfurt". Pese a la fuerte influencia marxista de la mayoría de sus componentes, la escuela logró desarrollar un pensamiento crítico tan original cuanto autónomo.

Desde los estudios hoy clásicos sobre la personalidad autoritaria, pasando por los enfoques revitalizadores del marxismo de posguerra, los análisis pioneros de carácter histórico sobre los vínculos entre sistemas productivos y formas predominantes de castigo (al que hice referencia en mi último artículo),hasta las sorprendentes disecciones destinadas a entender la formación y características de la cultura de masas, una parte más que considerable de la producción intelectual de la escuela, conserva hasta hoy una fuerza y una vitalidad poco comunes.

Martín Jay, historiador americano, es autor del más profundo y detallado estudio,"La Imaginación Dialéctica", publicado en 1973, sobre una institución como esta que no tiene parangón en la historia moderna.

Dos etapas claramente diferenciadas dividen los casi 50 años de vida de la escuela. La primera desde su creación en 1923 hasta su exilio americano - debido a la llegada al poder del nacional-socialismo - a partir del cual la escuela fue huésped de la Universidad de Columbia en Nueva York.

Pero el exilio,como no podía ser de otra manera, trajo la diáspora. Una diáspora que comenzó siendo geográfica y termino siendo también político ideológica. Una diáspora que en un extremo colocó a quienes como Walter Benjamin permanecieron en Europa y tuvieron un trágico y prematuro final y en el otro a aquellos como Marcuse, que emigraron a la costa oeste de los EU y coronaron con un éxito y un reconocimiento inesperado, que vino de la mano de las protestas estudiantiles de los 60, una larga y fructífera vida.

Pero, ¿dónde está el vínculo de lo expuesto hasta ahora con la Argentina, se preguntará a esta altura legítimamente el lector? Más allá de que, tal como lo afirmaba Nelson Rodrigues, periodista y dramaturgo brasilero, lo que da al hombre un mínimo de coherencia es la suma de sus obsesiones y la mía es la Argentina, el vínculo es mucho más fuerte y directo de lo que podría suponerse.

La rigurosa independencia de criterios, el profundo rigor y la autonomía intelectual de sus miembros más prominentes fue posible en buena medida por la autonomía financiera de que la escuela disfrutó por lo menos hasta mediados de la década de los 40.

Para nuestra sorpresa, el tan silencioso cuanto ignorado artífice de esta autonomía financiera fue un argentino. Félix Weil, nacido en Buenos Aires en 1898,hijo de un acaudalado comerciante de granos de origen alemán, contribuyó en forma contundente con todo el financiamiento de la escuela, primero en Alemania y luego en el exilio americano. Félix Weil, estudioso e intelectual, rechazó en forma reiterada cualquier función de dirección en la escuela e incluso se opuso a algún intento de que la misma llevara su nombre. Félix Weil, quien murió en Buenos Aires en la década del 70, desplazó con el paso de los años sus intereses teóricos de carácter filosófico, por intereses más concretos de carácter económicos. Desde este último punto de vista, y probablemente víctima de obsesiones similares a las mías, publicó en Nueva York en 1944, el único libro de su madurez. En esos mismo años, la crisis económica y la consiguiente devaluación del peso argentino le impidieron para siempre seguir financiando la escuela. El libro de Félix Weil llevo un título testimonial,emblematico y sobre todo premonitorio, se llamó: "El Enigma Argentino" ("The Argentine Riddle", New York,1944).

Publicadi en LA PRENSA, Panamá, domingo 24 de abril de 2005.
El autor es abogado y profesor en La Universidad de Buenos Aires

Saturday, July 21, 2007

JUAN GELMAN: "MI BUENOS AIRES QUERIDO"


En esta SERIE DE POETAS SUDAMERICANOS, a los autores Jorge Enrique Adoum y César Vallejo, queremos agregar al poeta argentino Juan Gelman, nacido en Buenos Aires, en 1930, que ganó entre otros muchos galardones, el Premio de Poesía Iberoamericano “Pablo Neruda”, que el Gobierno de Chile instituyó con motivo del Centenario del nacimiento del Premio Nobel chileno. El poema que presentamos, del mismo título que la célebre composición de Gardel y Le Pera, “Mi Buenos Aires Querido”, pertenece a uno de sus libros “Violín y otras cuestiones” y es un buen ejemplo de su estilo.
Aprovecho esta oportunidad para recomendar a los lectores que tengan interés en conocer la obra de Gelman, que visiten el sitio “Literatura Argentiba”, en el que encontrarán una estupenda información de la literatura contemporánea transandina. en la que se pueden bajar textos.
Este es el poema prometido:
MI BUENOS AIRES QUERIDO

Sentado al borde de una silla desfondada,
mareado, enfermo, casi vivo,
escribo versos previamente llorados
por la ciudad donde nací.
Hay que atraparlos, también aquí
nacieron hijos dulces míos
que entre tanto castigo te endulzan bellamente.-
Hay que aprender a resistir.
Ni a irse ni a quedarse,
a resistir,
aunque es seguro
que habrá más penas y olvido.

Saturday, July 14, 2007

REFLEXIONES SOBRE LA CONSECUENCIA

Ingresé a la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile el año 1960. Desde mi primera hora de clase quedé cautivado por el grado de libertad intelectual que reinaba en el ambiente universitario. Poco tiempo después de mi ingreso me incorporé al Grupo Universitario Radical---

Entre mis profesores había personalidades de la vida pública nacional como Alberto Baltra Cortés, Aníbal Bascuñán Valdés, Jaime Eyzaguirre, Avelino León, Jacobo Schaulshon, Patricio Aylwin, Enrique Silva Cimma, Raúl Rettig, para nombrar sólo algunos.

Alberto Baltra fue mi profesor de "Economía Política". Tenía un gran prestigio como docente, economista y político, dentro y fuera de la Universidad. Había sido Ministro de Economía, fundador de la Escuela de Economía de la Universidad de Chile, investigador de Cepal. Escribió libros, entre ellos su famoso "Crecimiento Económico de América Latina", editado por la Editorial del Pacífico. Militaba desde siempre en el Partido Radical, donde integraba el ala más izquierdista. Fue el pre-candidato a la Presidencia de la República que ese Partido postuló para ser el abanderado de la Unidad Popular, en las elecciones del año 1970, contra Salvador Allende y Pablo Neruda, pre-candidatos del Partido Socialista y del Comunista, respectivamente-

Entre sus ayudantes estaba Ricardo Lagos, que en esa época alcanzó notoriedad pública con su tesis "La Concentración del Poder Económico en Chile", que fue editada por Editorial del Pacífico, que fue calificada con nota máxima. Ricardo Lagos era miembro del GUR, donde gozaba de un gran prestigio, aunque, en esa época, sus intereses iban por la docencia y no por la política.

Baltra era el líder absoluto para nosotros los jóvenes radicales universitarios y ejerció una influencia decisiva en la formación de nuestro pensamiento político. Era exigente con sus alumnos, dentro y fuera de la sala de clases. Vivía en un departamento en la Avenida Providencia, cerca de la Escuela. En algunas oportunidades, dentro de las actividades políticas del GUR, que seguía de cerca, invitó a sus alumnos-correligionarios del curso, a su departamento, para analizar la situación política del país. En estas oportunidades, Baltra quería conocer nuestras opiniones y nos interrogaba como si estuviéramos en clase y más de algún militante se llevó una reprimenda con motivo de sus respuestas.

En el Partido Alberto Baltra formaba parte de una minoría, que lideraba en forma indiscutía. Le secundaban la diputada Ana Eugenia Ugalde, Aníbal Palma y Julio Stuardo. También eran parte de la izquierda radical Anselmo Sule y Alcides Leal, quién falleció prematuramente. Baltra desconfiaba de éstos últimos. Sule era el Presidente de la Juventud Radical y, en tal calidad presidió en esos años un Congreso en La Serena, que fue un acontecimiento, no sólo para el Partido y la ciudad, sino que para la política de esos años. El poder de la Juventud y del GUR era tan importante que sus actividades eran cubiertas habitualmente por los comentaristas radiales más prestigiosos de la época, Luis Hernández Parker y René Olivares. El ingreso del Partido al Gabinete del Presidente Alessandri había causado un terremoto en la Juventud Radical y, como consecuencia, un grupo muy importante de jóvenes abandonaron el Partido y formaron el Movimiento Social Progresista, liderados por Jorge Arrate. Este grupo logró ganar las elecciones de la FECH, y fue durante un periodo el más importante a nivel universitario. Baltra obtuvo que el GUR tuviera una mayor representación en el Congreso de La Serena y se designó a tres de sus miembros al efecto, un estudiante de Medicina, de apellido Seisdedos, a Edmundo Villarroel, un estudiante de derecho que después desertó para estudiar Pedagogía y en definitiva, se dedicó exclusivamente al teatro como autor dramático y director y que alcanzó notoriedad pública con "Agamos el Amor", sin hache y otras obras. Yo fui el tercer delegado.

Nuestra participación en el Congreso fue prácticamente nula. Si se suponía que representábamos una oposición a Sule, estoy seguro que nadie lo notó o se enteró.

Recuerdo que en esos años Baltra siempre se las ingenió para estar en primera plana de las noticias. A fines del año 1960, justo antes de los exámenes, el profesor Baltra viajó a Europa, para visitar los países socialistas, especialmente la República Democrática Alemana. Cuando regresó a Chile dio un ciclo de conferencias, en las que "justificó" con argumentos económicos la construcción del famoso "muro de Berlín".

Por la misma época Baltra escribió un notable artículo en la Revista "Punto Final". En el expuso su tesis según la cuál la clase media chilena aspiraba a vivir en la misma forma como lo hacía la burguesía, olvidando que, por su naturaleza, estaba mucho más cerca de la clase asalariada, de la que se negaba a formar parte, como sucedía en la realidad. De esta forma, la clase media se ponía de parte de los dueños del capital, para quienes no había diferencia entre un individuo de "clase media" que otro de la "clase obrera". Estimaba que los intereses de unos y otros eran coincidentes, por lo que el apoyo de la "clase media" a la burguesía era un absurdo. Desafortunadamente no puedo reproducirlo textualmente, como me habría gustado, porque desapareció de mi archivo.

En todo caso, como siempre, la última palabra la tiene la Historia: Mientras Alberto Baltra, terminó sus días apoyando la dictadura militar y en el piadoso olvido de quienes lo vieron actuar en la política chilena, entre los años 60 y 80, Anselmo Sule murió, con las botas puestas, como Presidente de su Partido y gozando del respeto de todo un país.

Saturday, July 07, 2007

NIMIEDADES



No me gustan las iglesias porque están llenas de pecadores.

Poner un apodo a un hijo es un acto de violencia intrafamiliar.

El confesor debe exigir al feligrés que pruebe sus pecados ante de imponerle penitencias. ¡Hay cada farsante!

Mira dos veces; escucha dos veces. Habla una vez.

Madre hay una sóla. ¡Menos mal!”

¿No será que Chile es la suma de todos los chilenos?

Tengo una lista negra personal. En ella soy “top one”.

Prohíbete generalizar. Prohíbete pontificar. Prohíbete discriminar. Prohíbete prohibir.

No importa lo que opine el Papa, el infierno “si” existe.

A menudo mi Patria me hace enrojecer, me pone azul, blanco y me hace ver estrellas.

Soy fumador y discriminador pasivo. Soporto que fumen a mi lado. Tolero que discriminen en mi presencia.

El hombre que elige vivir en la calle conserva aún el más preciado de sus bienes, su dignidad.

Tuesday, July 03, 2007

EL ULTIMO DIA DE LA ESPERA




En el post “Teseo y Yo”, mayo 2006, mencioné que en “La casa de Asterión”, Jorge Luis Borges presenta al minotauro esperando ser redimido por su vencedor. Esta misma idea la repite en su poema “El laberinto”. La palabra clave es “redención” y en estos escritos, la redención se nos presenta como la muerte. Todos los hombres viviríamos en un laberinto que serían nuestros sueños e ideales, que no siempre podemos conseguir. Aunque las puertas estén abiertas, no siempre encontramos la salida: Este es el destino del hombre, que conduce a la soledad.

Por eso “El Laberinto” concluye con una esperanza:

....“Ojalá fuera
éste el último día de la espera.”

El Laberinto:

Zeus no podría desatar las redes
de piedra que me cercan. He olvidado
los hombres que antes fui: sigo el odiado
camino de monótonas paredes
que es mi destino. Recias galerías
que se curvan en círculos secretos
al cabo de los años. Parapetos
que ha agrietado la usura de los días.
En el pálido polvo he descifrado
rostros que temo. El aire me ha traído
en las cóncavas tardes un bramido
o el eco de un bramido desolado.
Sé que en la sombra hay Otro, cuya suerte
es fatigar las largas soledades
que tejen y destejen este Hades
y ansiar mi sangre y devorar mi muerte.
Nos buscamos los dos. Ojalá fuera
éste el último día de la espera.


Monday, July 02, 2007

AGNUS DEI

En los últimos años, como consecuencia de la participación de las fuerzas armadas de Chile en la misión de pacificación de las Naciones Unidad en Haití, los chilenos hemos tenido la posibilidad de conocer, a través los reportajes periodísticos, las penosas condiciones de vida de sus habitantes.
En los años 60 leí una novela, “El reino de este mundo”, de Alejo Carpentier, publicada en el año 1949, que me impresionó desde varios puntos de vista. Se trata, desde luego, de literatura al más alto nivel, una trama singular que nos introduce en la descripción de una tradición cultural que llegó a la isla con los primeros esclavos negros procedentes de Africa.

El otro aspecto que me interesa recordar es que Carpentier escribió un prólogo para esta novela que se convirtió en un hito teórico de la literatura latinoamericana del siglo XX y, desde un punto desde ese punto de vista, preparó el camino para la irrupción del “Boom” de la literatura de nuestro continente. En efecto, en este prólogo Carpentier usó, por primera vez, la expresión “lo real maravilloso”, para describir el trasfondo de la vida cotidiana de los haitianos. Esta expresión daría paso, al “realismo mágico”, de Gabriel García Márquez y demás escritores del “Boom”.

El tercer aspecto que me interesa destacar, tiene que ver con una valoración de la vida del hombre y de su misión en este Reino, aspecto que me interesa profundizar en este post.

Para quienes no han leído esta novela, pero que les interesa el tema de la condición humana, intentaré hacer una breve reseña de la obra.

Ti Noel, un esclavo negro, que vive en la misma hacienda que Mackandal, llamado "mandinga", "el chamán" de la tribu. A partir de un accidente, tras el que pierde un brazo, Mackandal sufre un proceso de metamorfosis, tornándose en el símbolo de una cultura, que se manifiesta en sus relatos y sus poderes, entre los que está el de transformarse en animal de pezuña, en ave, pez o insecto. Expulsado de la hacienda por su amo, Mackandal la visita continuamente, disfrazado de animal, una realidad que solo es comprensible para los esclavos, que esperan siempre su retorno. La importancia de Mackandal se explica por su condición de aglutinador de las comunidades africanas de Haití. Cuando al final es llevado al fuego y del fuego sale liberado, Mackandal se torna en símbolo: "transformado en mosquito zumbón, iría a posarse en el mismo tricomio del jefe de las tropas, para gozar del desconcierto de los blancos. Eso era lo que ignoraban los amos” (p. 40). (...) Aquella tarde los esclavos regresaron a sus haciendas riendo por todo el camino. Mackandal había cumplido su promesa, permaneciendo en el reino de este mundo. Una vez más eran burlados los blancos por los Altos Poderes de la Otra Orilla" (p. 41). La magia, en tanto saber secreto, era, pués, la única arma contra los franceses.

Paralelamente, Ti Noel es testigo de la otra realidad, de veinte años de la historia de Haití, un trasfondo social, el de la lucha de los negros por su libertad. Aparece Bouckman, el jamaicano, quien informa a Ti Noel que algo había ocurrido en Francia, "y que unos señores muy influyentes habían declarado que debía darse la libertad a los negros, pero que los ricos propietarios del Cabo (...) se negaban a obedecer"."Rompan la imagen del Dios de los blancos, que tiene sed de nuestras lágrimas; ¡escuchemos en nosotros mismos la llamada de la libertad!" (p. 54). Será necesario redactar una proclama y nadie sabe escribir; entonces se piensa en el abate de la Haye, "párroco del Dondón, sacerdote volteriano que daba muestras de inequívocas simpatías por los negros desde que había tomado conocimiento de la declaración de Derechos del hombre" (pp. 55-56).Los monárquicos franceses no podrán evadir los efectos de la caida de la monarquí en Francia y Ti Noel podrá regresar a Haití, desde Cuba, donde se había visto forzado a acompañar a su amo, tras su segunda viudez. Haití tiene ahora un Rey negro, Henri Christophe, que habita el palacio de Sens-Soucci. Christophe mantuvo siempre al margen, la mística africanista y trató de dar a su corte un tono europeo: "Christophe, el reformador, había querido ignorar el vodú, formando a fustazos, una casta de señores católicos" (p. 118). Christophe eligió su propia muerte convirtiendo la Ciudadela en el Mausoleo del primer rey de Haití. Ti Noel fue uno de los que comenzó el saqueo del Palacio de Sens-Souci, recordando todo lo relatado por Mackandal y vislumbra que él tiene una gran misión que cumplir, pues son tantos los años que lleva en este mundo que es digno de vivir grandes momentos. Una mañana aparecieron los Agrimensores, "seres con oficio de insectos" que "habían descendido de la Llanura venidos del remoto Port-au-Prince. Cuando Ti Noel los vio les habló enérgicamente, pero ellos no le hicieron caso. Ti Noel, ya anciano, vio con furor que hablaban el "idioma de los franceses, aquella lengua olvidada por él desde los tiempos en que M. Lenormand de Mezy lo había jugado a las cartas en Cuba" (p. 143). Pero Ti Noel "supo,..., que las tareas agrícolas se habían vuelto obligatorias y que el látigo estaba ahora en mano de Mulatos Republicanos, nuevos amos de la Llanura del Norte. Mackandal no había previsto esto del trabajo obligatorio" (p. 144). Ti Noel miró a la Ciudadela de la Ferriére pero ya no veía nada: "El verbo de H. Christophe se había hecho piedra y ya no habitaba entre nosotros" (p. 144).

El último capítulo del libro, “Agnus Dei”, es, a mi juicio, una de las páginas más notables que he leído. En breves párrafos, el autor presenta una revelación, que es propia de la condición humana, que opone al otro Reino, el de este mundo:

Ti Noel quería ayudar a sus súbditos y comenzó a desesperarse por la proliferación de miserias, "que los más resignados acababan por aceptar como prueba de la inutilidad de toda rebeldía" (p. 145). Siempre, el recuerdo de Mackandal se imponía a su memoria. "Ya que la vestidura de hombre solía traer tantas calamidades, más valía despojarse de ella por un tiempo... Ti Noel se sorprendió de lo fácil que es transformarse en animal cuando se tienen poderes para ello. Como prueba se trepó a un árbol, quiso ser ave, y al punto fue ave" (p. 145). Luego fue ganañón, avispa, hormiga. Luego, se transformó en ganso para convivir con las aves que se habían instalado en sus dominios. Si embargo Ti Noel fue repudiado por los gansos, que no lo reconocían como uno de los suyos.

"Ti Noel comprendió oscuramente que aquel repudio de los gansos era un castigo a su cobardía. Mackandal se había disfrazado de animal, durante años, para servir a los hombres, no para desertar del terreno de los hombres....volvió a ver a los héroes que le habían revelado la fuerza y la abundancia de sus lejanos antepasados del África, haciéndole creer en las posibles germinaciones del porvenir... Ti Noel había gastado su herencia y, a pesar de haber llegado a la última miseria, dejaba la misma herencia recibida. Y comprendía, ahora, que el hombre nunca sabe para quién padece y espera. Padece y espera y trabaja para gentes que nunca conocerá, y que a su vez padecerán y esperarán y trabajarán para otros que tampoco serán felices, pues el hombre ansía siempre una felicidad situada más allá de la porción que le es otorgada. Pero la grandeza del hombre está precisamente en querer mejorar lo que es. En imponerse tareas. En el Reino de Los Cielos no hay grandeza que conquistar, puesto que allá todo es jerarquía establecida, incógnita despejada, existir sin término, imposibilidad de sacrificio, reposo y deleite. Por ello, agobiado de penas y de Tareas, hermoso dentro de su miseria, capaz de amar en medio de las plagas, el hombre sólo puede hallar su grandeza, su máxima medida en El Reino de este Mundo" (pp. 149-150).

"Ti Noel lanzó su declaración de guerra a los nuevos amos, dando orden a sus súbditos de partir al asalto de las obras insolentes de los mulatos investidos" (p. 150).
Desde ese momento nadie supo más de Ti Noel.

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