Friday, May 25, 2007

ALBERTO GAMBOA Y SU VIAJE POR EL INFIERNO



En el post “Oscar Waiss, firme junto al pueblo”(1), recordé al diario “Clarín”, como lo conocí en los años 60. En esa oportunidad desglosé del texto original dos pasajes: el que se refería a un capítulo del libro “Los problemas del socialismo contemporáneo”, en el que Oscar Waiss recordó los últimos años de vida de Lenín y sus prevenciones sobre el carácter de Stalin. como éste, pese a sus advertencias logró hacerse con todo el poder y las nefastas consecuencias que derivaron de este hecho para la URSS y el comunismo. (2).

Otro tanto hice con el recuerdo que en ese texto hacía del director de Clarín, Alberto Gamboa, que retomo a continuación.

En los años 60, “Clarín tenía, entre lunes y viernes, un tiraje superior a “El Mercurio” y “La Tercera”. El gancho con el público eran sus titulares. Alberto Gamboa, además de Director, era el encargado de la diagramación de la primera página. Su ingenio y simpatía, era un factor decisivo a la hora de las ventas, que se manifestaba, además, en otra sección del periódico. Entonces, Alberto Gamboa se transformaba en el “Profesor Jean d’ Fremisse”, el más popular y audaz de los consejeros sentimentales de su tiempo, precursor y maestro del “Rumpy”, el “Chacotero Sentimental”.

Alberto Fuguet dedicó su novela “Tinta Roja” a Alberto Gamboa. El narrador, estudiante de periodismo, si hubiese hecho su en práctica en “Clarín”, no habría extrañado el clima o la atmósfera informal que se respiraba en este diario. Los personajes de la novela bien pudieron ser periodistas de “Clarín”, en una época que esta actividad no se aprendía en las Universidades, sino en la práctica diaria.

Después del golpe militar, Alberto Gamboa fue detenido y sometido a crueles torturas, primero en el Estadio Nacional y luego en el campo de concentración de “Chacabuco”. El odio acumulado en su contra fue demasiado, desproporcionado e injusto. Para narrar esta historia, Alberto Gamboa escribió un libro testimonial estremecedor, cuyo título recuerda otro de Rimbaud: “Un Viaje por el Infierno”. Este libro, en cuatro tomos, fue distribuido por el recordado diario “La Epoca”.

En un capítulo del libro, Gamboa cuenta que, como consecuencia de querellas deducidas en su contra, después de su detención, por ex parlamentarios de derecha, la Corte de Apelaciones de Santiago remitió a Antofagasta, tres exhortos, por lo que los militares tuvieron que llevarlo al Tribunal en otras tantas oportunidades, para que prestara la declaración requerida.

El primero de estos viajes causó inquietud entre los prisioneros, puesto que nunca un detenido sacado en estas condiciones había regresado vivo al campo. Por una extraña razón, los prisioneros siempre trataban de escapar, aunque siempre eran trasladados de pies y manos y con guardias armados apuntándolos. Lo raro es que no se trataba de casos de fuga individual, sino siempre era todo el grupo el que intentaba la fuga, aunque en ocasiones, nunca hubieren hablado entre ellos. En estos casos, la patrulla a cargo no tenía otro remedio que ajusticiarlos.

“En el cruce de la Panamericana con el camino a Calama, la camioneta se detuvo en el Servicentro “El Oasis”. Se bajaron el Teniente, su ayudante y el chofer y se dirigieron al Restaurante,, mientras el bombero ponía bencina, aceite y agua. “Fue entonces cuando divisé a Don Francisco. ¡Siiii... Don Francisco en vivo y en directo! El famoso e insuperable animador de televisión estaba a 20 o 30 metros de distancia. Se había bajado de su camioneta, que estaba cargada de pantalones, chaquetas y oreas prendas de vestir. Mientras esperaba su turno comenzó a pasearse distraídamente por los alrededores. Llevaba en sus manos un enorme sanwich, parecido a esos gigantescos emparedados de tres o cuatro pisos que se sirven en los cafés de Buenos Aires... Sin darse cuenta, se fue aproximando a la camioneta. De pronto detuvo su marcha y me miro con fijeza. Luego, avanzó sin quitarme los ojos de encima. Dejó de masticar. Apuro el paso y, colocándose frente a mí, me dijo con angustia y con cariño --¡Gato, por Dios ...! ¿Qué haces aquí? –Me llevan a Antofagasta. --¿Así?’—agregó atónito, mirando las amarras de mis pies. Me dio la impresión que quería alargar sus manos para saludarme. . Le dije: --No puedo responderte, tengo las manos amarradas. --¿Pero por qué?. Dirigiéndose a los conscriptos, les preguntó. --¿Por qué lo amarran?. Si el “Gato” no es peligroso...nunca ha hecho mal a nadie. Además lo conozco. ¿Cómo le convido sandwich?¿Cómo le convido cigarrillos? –El Teniente ordenó amarrarlo... ¡Desamárrelo no más! Déjeme saludarlo. ...!Yo le explico todo al teniente! Todavía no puedo entender cómo Don Francisco resultó tan convincente para que uno de ellos me soltara las amarras. ... Regresó el teniente y don Francisco salió a su encuentro y conversó con él. Luego volvió a mi lado y se despidió. Estrechó mi mano y palmoteó suavemente mi espalda! “ El relato termina así: “El teniente se dirigió a los guardianes: --¡Dejen desamarrado a este huevón!”

“!Si quiere fumar, que fume!”

(1) Publicado en Noviembre, 2006.
(2) Ver “Bagatelas”, Diciembre, 2006.

Monday, May 21, 2007

LINNEA Y EL NORIA EN EL XOKO


En esos días mis amigos me llamaban el "Noria". Recuerdo que el apodo tuvo su origen en una afirmación mía de que el cuerpo humano consiste hasta dos terceras partes de agua. Alguno, pienso que fue Pepe, largó el chiste de que en mi caso era aguas estancadas. De ahí pasamos a lo de aguas hervidas, agua de resumidero, agua bendita y agua de noria. Dije que para apodo prefería éste último. Con el tiempo, por simplificar, quedé en el "Noria".

Presento un amigo - me mostró un Pepe exagerado e introductorio, con gesto generoso.
Linnea - dijo ella, sonrió, era bellísima, mostró un poco un diente un algo negro. Alargó una mano.

Noria, para servirle -respondí de inmediato, casi sin pensarlo- Me dicen el Agua de Noria, pero para ti, Norita, nada más.

Escogimos, escogieron ellos, muy a mi pesar, el café Xoko, que es el más caro de Birkastan. Linnea pidió café latte y un helado, Pepe un té con media luna, yo un espreso doble y un vaso de agua de la llave. Adivinaba que Pepe se marcharía dentro de un rato, sin acabar su té, y sin pagar. Me dejaba con Linnea que bebía su latte con mucha paciencia. Se manchaba de espuma de leche en el bigote. Es decir no, no había bigote, por cierto. Ahí dónde habría estado el bigote si lo hubiera usado.

Mientras conversaba ella, trataba yo de leer el vale codificado que nos habían dejado arriba de la mesa que ocupábamos y contaba las monedas de 10 coronas en el bolsillo de la chaqueta. Linnea me contó el noticiero de las 18.00. Esta tarde una muchedumbre de jóvenes rusos, algo de treinta en total, habían atacado el auto del embajador sueco en Moscú. Parece que lo habían confundido, o sea que los huliganes tomaron la bandera sueca por una de Estonia y la quemaron. Supongo que para manifestar necesitaban meterle fuego a una bandera, aunque fuera chica, y no encontraron otra mejor. Al huir de allí, el auto le pasó una rueda por encima del bototo a uno de esos guardias de asalto que hay en Rusia que usan unos uniformes horribles de feos y le jodió el pie.

En suma -declaró enfática Linnea - que terminó el asunto en un empate...

Yo seguía enamorado de ella. Controlé la hora en el celular. Para ser exactos hacía 23 minutos que la adoraba perdidamente. La escuchaba embobado hablar de embajadores, huliganes y banderines estropeados. Contaba, mientras tanto, las monedas de 5 coronas. Ella debe haber pensado que me estaba rascando quién sabe que partes. Se calló un instante. Se sentía un ruido metálico, de monedas, llegando de abajo de la mesa...Para disimular me puse a mirar y tentar con la mano de bajo de la mesa como buscando.

Yo tenía ganas de besarla y chuparle lo blanco del bigote. Lo hizo, sin embargo, ella misma. Se relamía como un gato. Por decir algo pregunté quién había hecho el gol de los suecos.

Linnea lanzó una carcajada terrible. Todo el Xoko se paralizó unos instantes. Se volvían a mirarnos.

Bueno - repuso ella después - el gol de los suecos lo habrá hecho el embajador. ¿Siempre haces así cómo qué escuchas y después no agarras una?

Si - reconocí de inmediato - es que me embelecé con tu ... y le mostré con la mano el labio superior. Ella se ruborizó y se limpió con mi servilleta. Permiso, dijo, la mía se cayó al piso hará cinco minutos.

Me apresuré a recoger su servilleta de papel. De paso eché una ojeada a sus tobillos y sus pies. Los tenía bellísimos, igual que el resto de todo ella. No se si sabría describirla. Era ella como una ...rubia, ojos claros, bien erguida, labios bien rojos, ese diente medio ennegrecido que tenía... Para dejar de pensar en ella imaginé el auto del embajador tratando de alejarse de la muchedumbre rusa.

¿Qué es lo que suena tanto cómo a metálico ? - preguntó Linnea, un poco irritada - y el diente le brilló a la luz. Saqué la mano del bolsillo y observé que llevaba 37 minutos de estar profundamente enamorado. Guardé respetuoso silencio cómo si estuviera en un funeral. Me dediqué a mirar la linea en que su hermosa cabeza terminaba y continuaba el café Xoko… el más caro de … Quería averiguar si mi amor por ella era perfecto, de arriba abajo.

Ignorando mi admiración ella seguía conversando sin respiro. Los estonianos acababan de retirar un monumento de bronce ruso de su lugar de honor en el centro de Tallin, subido a un camión y lo habían ido a tirar a un cementerio. Yo sabía que si llegábamos al límite mágico de 60 minutos exactos yo tendría que declararle mi amor. Pase lo que pase lo haré - pensé - aunque me suelte una patada por debajo de la mesa del Café Xoko, el más caro de Birka y me rompa una canilla.

Pepe y los peores envidiosos entre mis amigos dirían después que Linnea se acuesta con todos. Yo sabía que era una falsedad. Es verdad que fuimos hasta su departamento de un ambiente y nos pusimos en la cama, desnudos. Es verdad que nos besamos. Pero más que besarnos, de pasar a algo más, nada. La besaba, como si fuera día domingo, de norte a sur y de sur a norte. Después intenté pasar de este a oeste, pero ello no quiso.

Por el oeste no, Norita - me dijo - francamente, el oeste es una parte de mi geografía que no se la procuro a nadie, aunque me rueguen. De hecho, la reservo para períodos de escasez.

A la hora y cuarto de estar sentada en el café le llegó su minuto. Se pasó la mano por el cabello rubio, sacó un billete de cincuenta coronas bien arrugado de una chauchera de cuerina e insistió en pagar su café latte y el helado que había pedido. Cogió las seis coronas en sencillo que le pasaron de vuelta y me dijo:

¿Te sirve el molidillo? - y lo puso en la mesa, cerca de mi mano.

Rojo de vergüenza junté mis monedas de diez, de cinco y de una corona con las seis de Linnea calculando que ahora hasta sobraba. La cajera del Xoko puso mala cara, tiró el montón de monedas a la caja sin contarlas y en voz alta, para que toda la cuadra se enterara: "Siempre nos falta moneda chica. ¿No lleva de a cincuenta centavos?

Salí del café Xoko, el más caro de Birka, arrastrando la cola. Afuera, Linnea estaba enciendo un cigarrillo, más hermosa que nunca. Me dio la impresión que lo mordía con el diente oscuro. Me echó un montón de humo por las narices, yo creo que me lo tragué todo. Entre toses y carrasperas escuché que me invitaba a que la fuera a dejar. Tosiendo y temblando de felicidad, me fui con ella. Por el camino contó que los rusos habían liberado a los estonianos de los alemanes y que después no había quién los liberara de los rusos.

Oscar Bravo Tesseo, Mayo del 2007


Friday, May 18, 2007

JORGE ENRIQUE ADOUM: "COINCIOBEDIENCIA"


En los últimos meses hemos publicado poemas de escritores chilenos. Como la idea es introducir cambios en forma permanente, nos parece interesante proseguir la serie, pero dedicándola a difundir el trabajo de poetas sudamericanos. El primer libro que leí del ecuatoriano Jorge Enrique Adoum fue “No son todos los que están”, publicado en España en 1979, por Seix Barral, al que me referí recientemente en el post “Los amantes de Sumpa”, todavía en pantalla.

Jorge Enrique Adoum, Premio Casa de las Américas, ha publicado: “Ecuador Amargo” (1949); “Carta para Alejandra” (1952); “Notas del hijo pródigo” (1953); “Los cuadernos de la tierra” (entre 1952-1961); “” (1955); “Yo me fui con tu nombre por la tierra” (1964); “El tiempo y las palabras” (1992); “El amor desenterrado y otros poemas” (1995). Como dramaturgo su obra “El Sol bajo las patas de los caballos” (1972), fue traducida al francés, jnglés, alemán, italiano”La sunida a los infiernos” (1981). Como novelista, Novela: “Entre “.Marx y una mujer desnuda. Finalmente, como ensayista publicó “Poesía del siglo XX” (1975); “La gran literatura ecuatoriana del 30” (1984); “Texto y contextos” (1989); “Guayasamín: el hombre, la obra, la crítica “(1997).

Para concluir, una reflexión: Conocí la obra de Adoum, sólo porque una de ellas obras fue publicada en España. Parece imposible que conozcamos la obra de un escritor latinoamericano si ésta no es previamente publicada en Europa. Nunca los tratados comerciales que los paises de nuestro continente suscriben entre si comprenden disposiciones que, al mismo tiempo, promuevan el intercambio cultural. Necesitamos una editorial que se especialice en esa difusión, en la que participen los respectivos Ministerios de Educación y de Cultura.


COINCIOBEDIENCIA


en mi ignorancia ciclopédica
mas aún matemática
acabo de aprender que un grupo puede ser uno
o sea que no estoy tan solo como creía
que me hago compañía sin saberlo
pero mis otros yo me aburren tanto
que siempre vale más estar solo
que mal acompañado
y así volvemos otra vez a fojas uno
y de paso no violo las disposiciones
del estado de sitio en que vivimos.

Saturday, May 12, 2007

LOS AMANTES DE SUMPA


“Te hubiera amado diez años antes del diluvio”
Andrew Marvell
“Para hablar del alma
despierto temprano. No es fácil dormir en verano”.
Peter Levi
Una noticia dio la vuelta al mundo, a comienzos de este año, conmoviendo a científicos, periodistas, televidentes, lectores y radioescuchas. La arqueóloga italiana Elena Menotti y sus colaboradores descubrieron dos cuerpos abrazados enterrados entre 5.000 y 6.000 años. El hallazgo se hizo en una zona industrial situada al norte de Mantua, Italia. Las conmovedoras imágenes, que corresponden a una joven pareja, fue reproducida en todos los medios, inclusive, en este blog, (post “¿Hasta que la muerte los separe?, Febrero de 2007). La arqueóloga Menotti calificò el descubrimiento como "un caso extraordinario". "No hay precedentes de este tipo de entierro doble, mucho menos de dos personas abrazándose; y éstos se están abrazando de verdad".

Pues bien, conocí un caso similar, descubierto en la península de Santa Elena, Ecuador, en el año 1977, que supera a los italianos en antigüedad.

El poeta ecuatoriano Jorge Enrique Adoum publicó “El amor desenterrado y otros poemas”, en el año 1995. El extenso poema que da nombre al libro, está precedido del siguiente preámbulo:

“La Dra. Karen E. Stothert, profesora en la Universidad de Fordham, en Bronx, Nueva York, acompañada de Paula Rogasner, de la Universidad de Guayaquil, y de Eugenia Rodríguez, Marcelo Villalba e Iván Cruz, de la Universidad Católica de Quito, con los auspicios del Museo Arqueológico del Banco Central del Ecuador, descubrió en la Península de Santa Elena, provincia del Guayas, un cementerio paleoindio –el más antiguo del Ecuador y uno de los primeros de América (8.000 a. de C.) con varias clases de entierros y de ofrendas. Un excepcional hallazgo fue el de los llamados “amantes de Sumpa”: dos esqueletos ligados en actitud amorosa sobre los cuales se han colocado algunas piedras, al parecer después de su muerte. (De los periódicos)”

El poema completo, la información e imágenes de este caso, se encuentran en varios sitios de Internet y es conocido como el de “los amantes de Sumpa”, que es el nombre aborigen de la península de Santa Elena.
Me pareció interesante compartir este caso con ustedes.

Tuesday, May 08, 2007

LA GRAN SEMANA DE "RAUDALES"




LINEA DE FLOTACION SALUDA AFECTUOSAMENTE A LOS INTEGRANTES DE "RAUDALES" Y LES DESEA EXITO EN ESTAS PRESENTACIONES E INVITA A SUS LECTORES A CONOCER A ESTA GRAN BANDA DE ROCK CHILENO.

Friday, May 04, 2007

LA EXPULSION DE LOS MORISCOS DE ESPAÑA



Oscar Bravo Tesseo
Trás la anexión del Reino de Granada a Castilla en 1492 permaneció en Granada una mayoría morisca, (moros conversos y bautizados) población que se mostró impermeable a todo intento de asimilación cultural o religiosa al cristianismo vencedor de los castellanos.
En el año 1527, el emperador Carlos V renuncia a la política de conversión forzada que se había estado aplicando sin éxito hasta allí y aprobó optar por medidas de asimilación pacífica de los recalcitrantes, incluyendo el envío de predicadores y la enseñanza del catecismo.
En 1565, cuando el pragmático Carlos había cedido el trono a su hijo, se ordenó, visto el fracaso de la política de asimilación pacífica, la aplicación de medidas especiales. Un año después se reinicia la conversión de moros al cristianismo por medios drásticos. Pedro de Daza, funcionario de la corona, es nombrado presidente de la Chancilleria y encargado de hacer ejecutar las medidas e instrucciones dirigidas contra los moriscos. Entre estos había de todo: los de Granada vivían en pueblos, no entendían español, ni tenían contactos con los castellanos. Vivían en paz, pero en el más completo aislamiento. En Valencia en cambio, mantenían mejores relaciones con la nobleza y habían logrado firmar concordias con la Inquisición, pagando para que esta los dejara en paz, por lo que podían sentirse algo más protegidos de futuras persecuciones.
En el campo castellano las opiniones estaban divididas. Entre los impulsores de expulsar a los moriscos de España estaba el Cardenal Espinosa, Presidente del Consejo de Castilla. Diego Hurtado de Mendoza, uno de los grandes innovadores de la poesía castellana, entrega una nota pintoresca, actual y aplicable incluso a la situación de enfrentamiento que se vive en Europa en relación a las minorías de confesión musulmana, sean religiosas o no. La nota expresa el entusiasmo pero también una cierta preocupación de Pedro de Daza en cuanto al ejercicio de sus funciones en su texto citado por Diego Hurtado de Mendoza en el libro "Guerra de Granada" (publicado en Lisboa en 1627) de la cual el autor participó activamente:
"El rey les mandó dejar la habla morisca, y con ello el comercio y la comunicación entre si.... obligándolos a vestir castellano con mucha corte, que las mujeres trajesen los rostros descubiertos, que las casas acostumbradas a estar cerradas estuviesen abiertas... Vedámoles el uso del baño, que eran su limpieza y entretenimiento; primeros les habrán prohibido la música, cantares, fiestas, bodas conforme a su costumbre, y cualquier junta de pasatiempo. Salió todo esto junto, sin guardia, ni provisión de gente, sin reforzar presidios viejos, o afirmar otros nuevos."
Diego Hurtado de Mendoza era además tio del marqués de Mondéjar, al que le tocó la misión de dirigir la guerra contra los moriscos. Otros parientes de estos hombres, entre ellos el Duque de Tendilla, se habían destacado ya antes en la defensa de la población morisca y de los intereses propios, contra los elementos agresivos entre los partidarios de la Inquisición. El propio marqués, que entonces era el Capitan General de Granada, escribió alarmado al rey y se avecinó a la corte en Madrid, apenas se hubo enterado de las instrucciones del rey. Temía que las decisiones adoptadas - cuyas medidas consideraba tan catastróficas como efectivamente resultaron - provocarían una fuerte reacción de parte de los afectados moriscos. El cárdenal Espinosa, entonces el Gran Inquisidor, le ordenó a que "regresara de inmediato a Granada y atendiese lo que le tocaba atender", es decir le recordó, que su deber de militar era cumplir órdenes y hacerle la guerra a los moriscos, no el defenderlos de los abusos de poder, ni de las persecuciones de la Inquisición. Sugiere este enfrentamiento y otros posteriores que la nobleza de Andalusia y Valencia harían cierta resistencia a las ordenes del rey y a las maniobras de la Inquisición.
Hacía fines de 1568, justamente el 24 de diciembre de ese año, un grupo de moriscos reunidos en Alpujarras (Béznar) iniciaron un levantamiento general, proclamando rey a un tal Aben Humeya, del que se dice sería descendiente de la dinastía de los reyes Omeyas. La revuelta se generalizó a toda la región, que comprende parte de Granada y también de Almería. A esta revuelta se sucedieron hechos atroces, como el asesinato de un centener de nobles y comerciantes musulmanes emprisionados en la Chancillería de Granada y el exterminio de numerosos miembros de la nobleza musulmana, la cual era esencialmente urbana y acaudalada.
La guerra contra los moriscos parece haber sembrado una división entre los cristianos. La nobleza requería de la mano de obra morisca. Los castellanos estaban mal organizados para combatir una revuelta. Los inquisidores y la nobleza, los partidarios tanto del bando del cardenal Espinosa como los del marqués de Mondéjar, se disputaban cargos y clientelas, obteniendo granjerías del alzamiento de los moriscos lo que explicaría que éste haya perdurado hasta 1560. Incluso más, para aplastarla se tuvo que traer tropas de Italia, del famoso viejo tercio (infantería española) a cuyo mando se puso a don Juan de Austria, hermano del rey. Finalmente, la flota de los castellanos logró establecer un bloqueo a las costas y los rebeldes fueron perdiendo contacto y apoyo del exterior. El imperio otomano, no asistío nunca con la ayuda, que se dice habría ofrecido a los alzados.
Después de la derrota vinieron las represalias. Los moriscos fueron obligados a abandonar Granada para ser repartidos a través de toda Castilla. Este éxodo, aunque cifras fidedignas no parecen haber, causó la muerte de buena parte de los que fueron deportados. Alguna reacción tardía vino con el tiempo: Pedro de Daza fué señalado como único responsable y relegado sino de Castilla por lo menos de la vida política de ella. La violencia con que se había pretendido imponer la reforma había fracasado y sus principales impulsores debieron dejaron la escena.
Pero no terminó ahí la historia de la expulsión de los moros de España. Hacia fines del siglo, en 1599, poco después de la muerte de Felipe II, se daba cuenta de la pertinacia de los infieles (de los moriscos nacidos y residentes desde muchos siglos en España). Esta vez el arzobispo Ribera reclamaba, como otrora el cardenal Espinosa, la adopción de medidas argumentando "que existía una opinión adversa a la minoría musulmana". Este argumento es muy parecido al que hacen algunos políticos europeos de hoy, pero Felipe III que había sido educado en un ambiente confesional, estaba realmente preparado para actuar contra los moriscos desde el punto de vista de las convicciones religiosas y morales. Para facilitar su aislamiento social se les acusó de cometer sacrilegios, de ejecutar crímenes horrendos, de profanaciones, se les acusó de secuestro de niños. Estas acusaciones son similares a las que la propaganda nazi ocupaba para culpabilizar a los judios europeos y aislarles del resto de la población. Se llegó por parte de algunos religiosos a hablar de la necesidad del "exterminio" como solución al problema de los moriscos, uso que discutían incluso aquellos que se ponían a una medida tan extrema.
Los moriscos de las grandes ciudades que contaban con
medios de fortuna e influencias, y que podían tomarle el pulso al curso de los acontecimientos huyeron a Amsterdam, a Provenza y a Túnez entre 1606 a 1608, siguiendo el camino que habían emprendido los judios en 1492. Este éxodo de moriscos ricos era estimulado por los castellanos, aunque ni la corte de Castilla ni la de Aragón solicitaron medidas de expulsión, en tanto que el Reino de Valencia la desaconsejó abiertamente, dado que la nobleza de Aragón y Valencia era recalcitrante a esta medida, lo que indicaría que la expulsión a los moriscos no tendría un apoyo mayoritario.
Tratándose de sucesos ocurridos a principios del 1600, es imposible no encontrar opiniones vertidas por Cervantes. He aquí una cita tomada de el "Coloquio de los perros" en el que Cervantes ironiza sobre los moriscos y su carácter:
"No los consume la guerra, ni ejercicio que demasiadamente los trabaje... Róbannos a pie quedo, y con los frutos de nuestras propias heredades, que nos revenden, se hacen ricos, dejándonos a nosotros pobres... No tienen criados, porque todos lo son de si mismos; no gastan con sus hijos en los estudios, porque su ciencia no es otra que la de robarnos, y ésta fácilmente la aprenden... Entre ellos no hay castidad, ni entran en religión ni ellos ni ellas, todos se casan y multiplican, porque el vivir sobrio aumenta las causas de la generación".
El 4 de abril de 1609 el rey no admitió más dilaciones. El 22 de septiembre se expulsó a los moriscos de Valencia. El 29 de mayo de 1610 se expulso a los de Murcia. El 10 de julio se procede a expulsar a los de Castilla. Para estos fines se trajo a 4000 soldados de los tercios de Italia. Se demarcó caminos y pasillos para encaminar a los expulsados hasta los puentes de embarques previamente preparados, donde operaban hasta cincuenta galeras. A los expulsados se les obligó a pagar los fletes y transportes. Los más ricos debieron pagar por los pobres. A pesar de las enormes precauciones militares, en muelles y marinas, como en Alicante, hubo alzamientos. Miles fueron degollados por la tropa profesional. El 18 de septiembre de 1610 se procedió al embarco de los últimos moriscos catalanes y aragoneses por el puerto de Alfaque. Se calcula que de Andalusia se expulsó a lo menos 60 000 moriscos y 300 000 de toda España. Como toda historia encierra su propia y original paradoja buena parte de los 10 000 expulsados murcianos - los del Valle de Ricote - eran verdaderos cristianos.
El resto de la historía se parece a la de otras expulsiones. Muchos salen por Irún, se cristianizan y se establecen en Francia. Los que van a Africa son mal recibidos e incluso perseguidos en Berbería. En muchos partes no son mirados como musulmanes ni tampoco como cristianos, buena parte de ellos fueron maltratados otros vendidos como esclavos, muchos perecieron en el mar, o en los caminos, agobiados por el sacrifio de la marcha.
La expulsión de 300 mil moriscos no pasó desapercibida para la economía de las regiones en que la mano de obra morisca era abundante. Valencia llegó a perder una cuarta parte de su población. La producción triguera y de caña de azúcar disminuye brutalmente, mientras los grandes señores aún perdiendo la mano obra, pudieron compensarse con la apropiación de las tierras confiscadas a los moriscos. En las zonas más afectadas la burguesía se arruina, algunos bancos hacen quiebra en 1613, arrastrando consigo a comerciantes y financistas. Hasta la propia Inquisición se ve afectada al dejar de cobrar la enorme cantidad de censos que pagaban los moriscos.
¿Para que se hizo esto? Según Marcelino Menéndez y Pelayo se hizo en nombre de un alto ideal, la unidad de la fé, la raza, la cultura y las costumbres.
Al lector recomiendo dos lecturas generales de la época: "La España de Don Quijote" de Manuel Rivero Rodriguez y "La
España Imperial de 1469 -1716" del historiador J.H.Elliot.
Estocolmo, Mayo del 2007

Tuesday, May 01, 2007

!YO NO VENGO A VENDER...!



Subo al bus con un osito panda en la mano y otros cinco en mi mochila. El chofer me autoriza con una venia apenas perceptible, me desea suerte. Los ositos me los entregó el chino Raúl, que tiene un container en su casa. Los compró como excedentes de una campaña publicitaria y quiere comercializarlos en la locomoción colectiva. El chino me dio instrucciones como proceder, pero yo, aunque es primera vez que trabajo en esto, tengo como pasajero, la experiencia necesaria, conozco de memoria las rutinas y trucos de los vendedores ambulantes. El bus transita semivacío. Entre los pasajeros hay algunas colegialas, tres o cuatro universitarios, algunas señoras, un par de jubilados, una madre y dos pequeñas hijas. Me acomodo, miro los pasajeros, les muestro el producto. Espero que entre ellos y el peluche se produzca el flechazo que haga compulsiva la compra. Lo del flechazo se le ocurrió al chino Raúl. Cuando me lo sugirió me dejó pensativo aunque no se lo dije. Me pareció una idea estupenda y simple: como para tenerla en cuenta: amor a primera vista.
Llegó la hora de la verdad, estoy listo para empezar mi representación. En este momento mi mirada se cruza con la de una hermosa…!Qué digo!, ¡Es la muchacha más hermosa que he visto en mi vida! Ella me observa y sonríe. Estoy perturbado, pierdo el dominio de la situación. Lo que tengo que comunicar a todos los pasajeros lo digo sólo a ella; al menos eso creo, no estoy seguro de haberlo dicho, en cambio, estoy seguro de haber escuchado claramente “vengo a regalar”. Es como si me hubiera desdoblado, quiero hacer una cosa y hago otra, no puedo evitarlo. Mientras hablo intento entregar el peluche a mi colegiala. “Es lindo, dice, pero no tengo dinero”. Le digo con angustia, “te lo regalo, no oíste acaso? ¿Dije que no estoy vendiendo, verdad?. La muchacha se sonroja, está incómoda, ya no sonríe. Alguien me tironea la polera desde atrás, es la señora de mi derecha. Me pregunta si es verdad que estoy regalando los ositos. Le respondo “por supuesto” y le regalo el osito para su nieta. No alcanzo a ponerme en guardia y las dos niñas intentan abalanzarse hacía mi pero su madre logra detenerlas. Uno de los universitarios me pide que le de dos ositos para tranquilizarlas. Se los paso, sin protestar. No se que pasa conmigo, solo me interesa reanudar mi diálogo con la colegiala. “Estas loco”, dice. Entrego otros dos ositos sin darme cuenta quién los recibe. Solo tengo un osito y ella no quiere recibirlo. Alguien me lo arrebata de las manos. Entonces trato de explicarle que tengo otros, que basta que me diga donde puedo entregárselo…

El chofer, molesto con el desorden causado, me exige que pague mi pasaje o que baje del bus. Busco en mi bolsillo algunas monedas, pero no tengo dinero. El chofer insiste, debo bajar.
Ahora, estoy en la vereda, el bus se pone en marcha. Veo el rostro triste de la muchacha, tras la ventana. Me mira… ¡está llorando!

CHICO BUARQUE DE HOLANDA: "CONSTRUCCION"

Nos resulta difícil mantener en este blog una temática vinculada a la cotidianidad. Pensando en la celebración del “Día del Trabajo” y en la frecuencia con que somos informados por los medios de accidentes laborales producidos en ésta área de la actividad, se nos vino a la memoria un tema de Chico Buarque dedicado a recordar el último día de la vida de un albañil, un obrero de la construcción. El tema refleja el compromiso social del autor que denuncia la precariedad de las medidas de seguridad en que suele realizarse estas actividades. Se trata, desde el punto de vista literario, de un poema, con una novedosa estructura circular, en que los versos parecen repetirse una y otra vez, pero usando que siempre culminan en palabras que hacen la diferencia, que confluyen en un final doloroso y triste. Como anticipo de este homenaje a Chico Buarque, a los trabajadores en general y a los de la construcción en especial, publicamos en Abril, el post “El gran Chico”, sobre la trayectoria del músico brasileño.
Este poema se llama “Construcción”. La traducción pertenece a Daniel Viglieti. Los invitamos a leerlo y a cantarlo.


CONSTRUCCION


Amó aquella vez como si fuese última,
besó a su mujer como si fuese última,
y a cada hijo suyo cual si fuese el único,
y atravesó la calle con su paso tímido.
Subió a la construcción como si fuese máquina,
alzó en el balcón cuatro paredes sólidas,
ladrillo con ladrillo en un diseño mágico,
sus ojos embotados de cemento y lágrima.
Sentóse a descansar como si fuese sábado,
comió su pobre arroz como si fuese un príncipe,
bebió y sollozó como si fuese un náufrago,
danzó y se rió como si oyese música
y tropezó en el cielo con su paso alcohólico.
Y flotó por el aire cual si fuese un pájaro,
y terminó en el suelo como un bulto fláccido,
y agonizó en el medio del paseo público.
Murió a contramano entorpeciendo el tránsito.

Amó aquella vez como si fuese el último,
besó a su mujer como si fuese única,
y a cada hijo suyo cual si fuese el pródigo,
y atravesó la calle con su paso alcohólico.
Subió a la construcción como si fuese sólida,
alzó en el balcón cuatro paredes mágicas,
ladrillo con ladrillo en un diseño lógico,
sus ojos embotados de cemento y tránsito.
Sentóse a descansar como si fuese un príncipe,
comió su pobre arroz como si fuese el máximo,
bebió y sollozó como si fuese máquina,
danzó y se rió como si fuese el próximo
y tropezó en el cielo cual si oyese música.
Y flotó por el aire cual si fuese sábado,
y terminó en el suelo como un bulto tímido,
agonizó en el medio del paseo náufrago
.Murió a contramano entorpeciendo el público.

Amó aquella vez como si fuese máquina,
besó a su mujer como si fuese lógico,
alzó en el balcón cuatro paredes fláccidas,
Sentóse a descansar como si fuese un pájaro,
Y flotó en el aire cual si fuese un príncipe,
Y terminó en el suelo como un bulto alcohólico.
Murió a contramano entorpeciendo el sábado.

Por ese pan de comer y el suelo para dormir,
registro para nacer, permiso para reir,
por dejarme respirar y dejarme existir
dios le pagué.

Por esa grappa de gracia que tenemos que beber,
por ese humo desgracia que tenemos que toser,
por los andamios de gentes para subir y caer
dios le pagué.

Por esa arpía que un día nos va a multar y a escupir,
y por la moscas y besos que nos vendrán a cubrir
y por la calma postrera que al fin nos va a redimir
dios le pagué.
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