Sunday, September 23, 2007

BIENVENIDA PRIMAVERA


“Eva vio a Leo en un bar, en Rio”. Que eso es el fin, que Leo ya no me ama, que se fue en mi día y no le vi ni la luz, que hay que ser muy vil, ¡y eso! Pía se rie, es que Ana es así y no hay mal en ello. ¡Qué lio sin son ni ton! Lo que se es que no hay tal lid y que el gil del Leo no es tan vil, y que ama más a la Ana que al mar y al sol de Rio. Por eso, allá ella. Amén.

INFANCIA Y BUGAMBILIAS


Un artículo de “Página/12”, publicado el 21 de mayo de 2006, me retrotrajo a mi infancia. Mi madre, para incentivarnos la lectura, nos compraba habitualmente las revistas “El Peneca”, “El Cabrito” y “Billiken”. Recuerdo esas revistas con cariño, por eso la información de “Página/12” me produjo un cierto malestar. El primer titular informaba: “Investigaciones Billiken bajo la dictadura”. Más abajo, con letras más grandes, agregaba: “Dictadura para principiantes” y. luego, el siguiente párrafo: “Mensajes sobre los peligros de andar por la calle. Historietas protagonizadas por militares. Proféticas siluetas vacías que representan a los que no están. Profusión de lenguaje bíblico. Insinuaciones racistas. Ausencia de discapacitados, viejos y hasta adolescentes. Y todo en pos del orden, la familia y el trabajo. Esto es exactamente lo que Paula Guitelman encontró bajó las coloridas tapas de los Billiken publicados bajo la última dictadura”. El reportaje es de la periodista Cecilia Sosa. La acusación es sorprendente, puesto que la revista ha sido leída por generaciones de argentinos, desde 1919. Intentar manipular la conciencia de un niño me parece atroz. Por eso decidí quedarme con el “Billiken” tal como lo conocí en mi infancia.
Puedo identificar una decena de informaciones o conocimientos que adquirí por la lectura de “Billiken” y, entre ellas, dos que mencionaré aquí. Recuerdo un hermoso reportaje fotográfico sobre el lago Nahuel Huapi, que conocí muchos años después, y otro, que asocié para siempre al jardín de mi casa, la historia del navegante francés Louis Antoine de
Bougainville y las bugambilias.
Bougainville (1729-1811) fue el primer navegante francés que circunvaló el planeta, llegando a sudamérica y a Tahiti. Una isla del archipiélago de Salomón, y un arbusto trepador de hermosas y coloridas flores, que introdujo en Europa, recuerdan su nombre.

Era hijo de un notario, estudió leyes, a los veintitrés años publicó un tratado de matemáticas. En 1753 entró en el ejército y fue destinado a Canadá, fue herido en una batalla y devuelto a Francia. Partidario de la permanencia de Francia en Canadá, atrajo la atención de la Corte, conoció a Madame de Pompadour, de quién se convirtió en protegido, lo presentó al rey Luis XV. De vuelta a Canadá participó en la defensa de Quebec y fue uno de los oficiales que firmaron la rendición ante los ingleses.

Bougainville se pasó a la marina y presentó un proyecto de expedición, creando la Compañía de Saint-Malo. Bougainville se encargó de la misión de restituir las islas Malvinas a España, luego de una breve ocupación francesa, aprovechando ese el viaje para explorar tierras colonizables en el Pacífico. La expedición cuenta con un equipo científico formado por el astrónomo Véron y el naturalista Philibert Commerson.

En 1766 Bougainville parte de Brest con dos barcos: “La Boudese” y “L'Étoile”. En Brasil Commerson descubre la bugambilia. Después de hacer escala en las Malvinas visita Tahiti en abril de 1768, sin saber que meses antes había sido descubierta por el inglés Samuel Wallis. En marzo de 1769 completa la primera circunnavegación francesa volviendo a Saint-Malo perdiendo tan sólo a siete hombres de un total de doscientos. El relato de su viaje, “Voyage autour du monde”, despertó un enorme interés por sus descripciones paradisíacas de la Nueva Citera, como bautizó a Tahi. Describe un pueblo feliz e inocente sin corrupciones ni prejuicios que provocaron una serie de pensamientos filosóficos y utópicos sobre la civilización. Dennis Diderot escribe el “Suplemento al viaje de Bougainville” donde hace una revisión del buen salvaje de Rousseau.

Thursday, September 20, 2007

NERUDA: ALTURAS DE MACCHU PICCHU


Pablo Neruda falleció el 23 de Septiembre de 1973, pocos días después del golpe militar que depuso el régimen constitucional del Presidente Salvador Allende. En la serie de grandes poetas sudamericanos publicamos el poema "Alturas de Macchu Picchu", uno de los más notables del poeta chileno, que fue musicalizado por "Los Jaivas":

Alturas de Macchu Picchu

I

Del aire al aire, como una red vacía,
iba yo entre las calles y la atmósfera, llegando y despidiendo,
en el advenimiento del otoño la moneda extendida
de las hojas, y entre la primavera y las espigas,
lo que el más grande amor, como dentro de un guante
que cae, nos entrega como una larga luna.


(Días de fulgor vivo en la intemperie
de los cuerpos: aceros convertidos
al silencio del ácido:
noches desdichadas hasta la última harina:
estambres agredidos de la patria nupcial.)

Alguien que me esperó entre los violines
encontró un mundo como una torre enterrada
hundiendo su espiral más abajo de todas
las hojas de color de ronco azufre:
más abajo, en el oro de la geología,
como una espada envuelta en meteoros,
hundí la mano turbulenta y dulce
en lo más genital de lo terrestre.

Puse la frente entre las olas profundas,
descendí como gota entre la paz sulfúrica,
y, como un ciego, regresé al jazmín
de la gastada primavera humana.


II

Si la flor a la flor entrega el alto germen

y la roca mantiene su flor diseminada
en su golpeado traje de diamante y arena,
el hombre arruga el pétalo de la luz que recoge
en los determinados manantiales marinos
y taladra el metal palpitante en sus manos.
Y pronto, entre la ropa y el humo, sobre la mesa hundida,
como una barajada cantidad, queda el alma:
cuarzo y desvelo, lágrimas en el océano
como estanques de frío: pero aún
mátala y agonízala con papel y con odio,
sumérgela en la alfombra cotidiana, desgárrala
entre las vestiduras hostiles del alambre.

No: por los corredores, aire, mar o caminos,
quién guarda sin puñal (como las encarnadas
amapolas) su sangre? La cólera ha extenuado
la triste mercancía del vendedor de seres,
y, mientras en la altura del ciruelo, el rocío
desde mil años deja su carta transparente
sobre la misma rama que lo espera, oh corazón, oh frente triturada
entre las cavidades del otoño.
Cuántas veces en las calles del invierno de una ciudad o
en un autobús o un barco en el crepúsculo, o en la soledad
más espesa, la de la noche de fiesta, bajo el sonido
de sombras y campanas, en la misma gruta del placer humano,
me quise detener a buscar la eterna veta insondable
que antes toqué en la piedra o en el relámpago que el beso desprendía.


(Lo que en el cereal como una historia amarilla
de pequeños pechos preñados va repitiendo un número
que sin cesar es ternura en las capas germinales,
y que, idéntica siempre, se desgrana en marfil
y lo que en el agua es patria transparente, campana
desde la nieve aislada hasta las olas sangrientas.)

No pude asir sino un racimo de rostros o de máscaras

precipitadas, como anillos de oro vacío,
como ropas dispersas hijas de un otoño rabioso
que hiciera temblar el miserable árbol de las razas asustadas.

No tuve sitio donde descansar la mano
y que, corriente como agua de manantial encadenado,
o firme como grumo de antracita o cristal,
hubiera devuelto el calor o el frío de mi mano extendida.
Qué era el hombre? En qué parte de su conversación abierta
entre los almacenes de los silbidos, en cuál de sus movimientos metálicos
vivía lo indestructible, lo imperecedero, la vida?

III

El ser como el maíz se desgranaba en el incansable
granero de los hechos perdidos, de los acontecimientos
miserables, del uno al siete, al ocho,
y no una muerte, sino muchas muertes llegaba a cada uno:
cada día una muerte pequeña, polvo, gusano, lámpara
que se apaga en el lodo del suburbio, una pequeña muerte de alas gruesas
entraba en cada hombre como una corta lanza
y era el hombre asediado del pan o del cuchillo,
el ganadero: el hijo de los puertos, o el capitán oscuro del arado,
o el roedor de las calles espesas:
todos desfallecieron esperando su muerte, su corta muerte diaria:

y su quebranto aciago de cada día era
como una copa negra que bebían temblando.

IV
La poderosa muerte me invitó muchas veces:

era como la sal invisible en las olas,
y lo que su invisible sabor diseminaba
era como mitades de hundimientos y altura
o vastas construcciones de viento y ventisquero.
Yo al férreo vine, a la angostura

del aire, a la mortaja de agricultura y piedra,
al estelar vacío de los pasos finales
y a la vertiginosa carretera espiral:
pero, ancho mar, oh muerte!, de ola en ola no vienes,
sino como un galope de claridad nocturna
o como los totales números de la noche.

Nunca llegaste a hurgar en el bolsillo, no era
posible tu visita sin vestimenta roja:
sin auroral alfombra de cercado silencio:
sin altos enterrados patrimonios de lágrimas.

No pude amar en cada ser un árbol

con su pequeño otoño a cuestas (la muerte de mil hojas)
todas las falsas muertes y las resurrecciones
sin tierra, sin abismo: 7quise nadar en las más anchas vidas,
en las más sueltas desembocaduras,
y cuando poco a poco el hombre fue negándome
y fue cerrando paso y puerta para que no tocaran
mis manos manantiales su inexistencia herida,
entonces fui por calle y calle y río y río,
y ciudad y ciudad y cama y cama,
y atravesó el desierto mi máscara salobre,
y en las últimas casas humilladas, sin lámpara, sin fuego,
sin pan, sin piedra, sin silencio, solo,
rodé muriendo de mi propia muerte.

V
No eras tú, muerte grave, ave de plumas férreas,

la que el pobre heredero de las habitaciones
llevaba entre alimentos apresurados, bajo la piel vacía:
era algo, un pobre pétalo de cuerda exterminada:
un átomo del pecho que no vio al combate
o el áspero rocío que no cayó en la frente.
Era lo que no pudo renacer, un pedazo
de la pequeña muerte sin paz ni territorio:
un hueso, una campana que morían en él.
Yo levanté las vendas del yodo, hundí las manos
en los pobres dolores que mataban la muerte,
y no encontré en la herida sino una racha fría
que entraba por los vagos intersticios del alma.
VI
Entonces en la escala de la tierra he subido

entre la atroz maraña de las selvas perdidas
hasta ti, Macchu Picchu.
Alta ciudad de piedras escalares,
por fin morada del que lo terrestre
no escondió en las dormidas vestiduras.
En ti, como dos líneas paralelas,
la cuna del relámpago y del hombre
se mecían en un viento de espinas.

Madre de piedra, espuma de los cóndores.
Alto arrecife de la aurora humana.
Pala perdida en la primera arena.
Ésta fue la morada, éste es el sitio:

aquí los anchos granos del maíz ascendieron
y bajaron de nuevo como granizo rojo.

Aquí la hebra dorada salió de la vicuña
a vestir los amores, los túmulos, las madres,
el rey, las oraciones, los guerreros.
Aquí los pies del hombre descansaron de noche

junto a los pies del águila, en las altas guaridas
carniceras, y en la aurora
pisaron con los pies del trueno la niebla enrarecida,
y tocaron las tierras y las piedras
hasta reconocerlas en la noche o la muerte.
Miro las vestiduras y las manos,

el vestigio del agua en la oquedad sonora,
la pared suavizada por el tacto de un rostro
que miró con mis ojos las lámparas terrestres,
que aceitó con mis manos las desaparecidas
maderas: porque todo, ropaje, piel, vasijas,
palabras, vino, panes, 7se fue, cayó a la tierra.
Y el aire entró con dedos

de azahar sobre todos los dormidos:
mil años de aire, meses, semanas de aire,
de viento azul, de cordillera férrea,
que fueron como suaves huracanes de pasos
lustrando el solitario recinto de la piedra.

VII
Muertos de un solo abismo, sombras de una hondonada,

la profunda, es así como al tamaño
de vuestra magnitud vino la verdadera, la más abrasadora
muerte y desde las rocas taladradas,
desde los capiteles escarlata,
desde los acueductos escalares
os desplomasteis como en un otoño
en una sola muerte. Hoy el aire vacío ya no llora,
ya no conoce vuestros pies de arcilla,
ya olvidó vuestros cántaros que filtraban el cielo
cuando lo derramaban los cuchillos del rayo,
y el árbol poderoso fue comido
por la niebla, y cortado por la racha.
Él sostuvo una mano que cayó de repente

desde la altura hasta el final del tiempo.
Ya no sois, manos de araña, débiles
hebras, tela enmarañada:
cuanto fuisteis cayó: costumbres, sílabas
raídas, máscaras de luz deslumbradora.
Pero una permanencia de piedra y de palabra:
la ciudad como un vaso se levantó en las manos
de todos, vivos, muertos, callados, sostenidos
de tanta muerte, un muro, de tanta vida un golpe
de pétalos de piedra: la rosa permanente, la morada:
este arrecife andino de colonias glaciales.
Cuando la mano de color de arcilla

se convirtió en arcilla, y cuando los pequeños párpados se cerraron
llenos de ásperos muros, poblados de castillos,
y cuando todo el hombre se enredó en su agujero,
quedó la exactitud enarbolada:
el alto sitio de la aurora humana:
la más alta vasija que contuvo el silencio:
una vida de piedra después de tantas vidas.

VIII

Sube conmigo, amor americano.
Besa conmigo las piedras secretas.
La plata torrencial del Urubamba
hace volar el polen a su copa amarilla.
Vuela el vacío de la enredadera,

la planta pétrea, la guirnalda dura
sobre el silencio del cajón serrano.
Ven, minúscula vida, entre las alas
de la tierra, mientras -cristal y frío, aire golpeado -
apartando esmeraldas combatidas,
oh agua salvaje, bajas de la nieve.
Amor, amor, hasta la noche abrupta,

desde el sonoro pedernal andino,
hacia la aurora de rodillas rojas,
contempla el hijo ciego de la nieve.
Oh, Wilkamayu de sonoros hilos,

cuando rompes tus truenos lineales
en blanca espuma, como herida nieve,
cuando tu vendaval acantilado
canta y castiga despertando al cielo,
qué idioma traes a la oreja apenas
desarraigada de tu espuma andina?
Quién apresó el relámpago del frío

y lo dejó en la altura encadenado,
repartido en sus lágrimas glaciales,
sacudido en sus rápidas espadas,
golpeando sus estambres aguerridos,
conducido en su cama de guerrero,
sobresaltado en su final de roca?
Qué dicen tus destellos acosados?

Tu secreto relámpago rebelde
antes viajó poblado de palabras?
Quién va rompiendo sílabas heladas,
idiomas negros, estandartes de oro,
bocas profundas, gritos sometidos,
en tus delgadas aguas arteriales?
Quién va cortando párpados florales

que vienen a mirar desde la tierra?
Quién precipita los racimos muertos
que bajan en tus manos de cascada
a desgranar su noche desgranada
en el carbón de la geología?
Quién despeña la rama de los vínculos?

Quién otra vez sepulta los adioses?
Amor, amor, no toques la frontera,

ni adores la cabeza sumergida:
deja que el tiempo cumpla su estatura
en su salón de manantiales rotos,
y, entre el agua veloz y las murallas,
recoge el aire del desfiladero,
las paralelas láminas del viento,
el canal ciego de las cordilleras,
el áspero saludo del rocío,
y sube, flor a flor, por la espesura,
pisando la serpiente despeñada.
En la escarpada zona, piedra y bosque,

polvo de estrellas verdes, selva clara,
Mantur estalla como un lago vivo
o como un nuevo piso del silencio.
Ven a mi propio ser, al alba mía,

hasta las soledades coronadas.
El reino muerto vive todavía.
Y en el Reloj la sombra sanguinaria

del cóndor cruza como una nave negra.

IX
Aguila sideral, viña de bruma.

Bastión perdido, cimitarra ciega.
Cinturón estrellado, pan solemne.
Escala torrencial, párpado inmenso.
Túnica triangular, polen de piedra.
Lámpara de granito, pan de piedra.
Serpiente mineral, rosa de piedra.
Nave enterrada, manantial de piedra.
aballo de la luna, luz de piedra.
Escuadra equinoccial, vapor de piedra.
Geometría final, libro de piedra.
Témpano entre las ráfagas labrado.
Madrépora del tiempo sumergido.
Muralla por los dedos suavizada.
Techumbre por las plumas combatida.
Ramos de espejo, bases de tormenta.
Tronos volcados por la enredadera.
Régimen de la garra encarnizada.
Vendaval sostenido en la vertiente.
Inmóvil catarata de turquesa.
Campana patriarcal de los dormidos.
Argolla de las nieves dominadas.
Hierro acostado sobre sus estatuas.
Inaccesible temporal cerrado.
Manos de puma, roca sanguinaria.
Torre sombrera, discusión de nieve.
Noche elevada en dedos y raíces.
Ventana de las nieblas, paloma endurecida.
Planta nocturna, estatua dc los truenos.
Cordillera esencial, techo marino.
Arquitectura de águilas perdidas.
Cuerda del cielo, abeja de la altura.
Nivel sangriento, estrella construida.
Burbuja mineral, luna de cuarzo.
Serpiente andina, frente de amaranto.
Cúpula del silencio, patria pura.
Novia del mar, árbol de catedrales.
Ramo de sal, cerezo de alas negras.
Dentadura nevada, trueno frío.
Luna arañada, piedra amenazante.
Cabellera del frío, acción del aire.
Volcán de manos, catarata oscura.
Ola de plata, dirección del tiempo.
X
Piedra en la piedra, el hombre, dónde estuvo?

Aire en el aire, el hombre, dónde estuvo?
Tiempo en el tiempo, el hombre, dónde estuvo?
Fuiste también el pedacito roto
de hombre inconcluso, de águila vacía
que por las calles de hoy, que por las huellas,
que por las hojas del otoño muerto
va machacando el alma hasta la tumba?
La pobre mano, el pie, la pobre vida...
Los días de la luz deshilachada en ti, como la lluvia
sobre las banderillas de la fiesta,
dieron pétalo a pétalo de su alimento oscuro
en la boca vacía?

Hambre, coral del hombre,
hambre, planta secreta, raíz de los leñadores,
hambre, subió tu raya de arrecife
hasta estas altas torres desprendidas?
Yo te interrogo, sal de los caminos,

muéstrame la cuchara, déjame, arquitectura,
roer con un palito los estambres de piedra,
subir todos los escalones del aire hasta el vacío,
rascar la entraña hasta tocar el hombre.
Macchu Picchu, pusiste

piedra en la piedra, y en la base, harapos?
Carbón sobre carbón, y en el fondo la lágrima?
Fuego en el oro, y en él, temblando el rojo
goterón de la sangre?
Devuélveme el esclavo que enterraste!
Sacude de las tierras el pan duro
del miserable, muéstrame los vestidos
del siervo y su ventana.
Dime cómo durmió cuando vivía.
Dime si fue su sueño
ronco, entreabierto, como un hoyo negro
hecho por la fatiga sobre el muro.
El muro, el muro! Si sobre su sueño
gravitó cada piso de piedra, y si cayó bajo ella
como bajo una luna, con el sueño!
Antigua América, novia sumergida,
también tus dedos,
al salir de la selva hacia el alto vacío de los dioses,
bajo los estandartes nupciales de la luz y el decoro,
mezclándose al trueno de los tambores y de las lanzas,
también, también tus dedos,
los que la rosa abstracta y la línea del frío, los
que el pecho sangriento del nuevo cereal trasladaron
hasta la tela de materia radiante, hasta las duras cavidades,
también, también, América enterrada, guardaste en lo más bajo
en el amargo intestino, como un águila, el hambre?
XI
A través del confuso esplendor,

a través de la noche de piedra, déjame hundir la mano
y deja que en mí palpite, como un ave mil años prisionera
el viejo corazón del ovidado!
Déjame olvidar hoy esta dicha, que es más ancha que el mar,
porque el hombre es más ancho que el mar y que sus islas,
y hay que caer en él como en un pozo para salir del fondo
con un ramo de aguas secretas y de verdades sumegidas.
Déjame olvidar, ancha piedra, la proporción poderosa,
la trascendente movida, las piedras del panal,
y de la escuadra déjame hoy resbalar
la mano sobre la hipotenusa de áspera sangre y silicio.
Cuando, como una herradura de élitros rojos, el cóndor furibundo
me golpea las sienes en el orden del vuelo
y el huracán de plumas carniceras barre el polvo sombrío
de las escalinatas diagonales, no veo la bestia veloz,
no veo el ciego ciclo de sus barras,
veo el antiguo ser, servidor, el dormido
en los campos, veo el cuerpo, mil cuerpos, un hombre, mil mujeres,
bajo la racha negra, negros de lluvia y noches,
con la piedra pesada de la estatua: Juan Cortapiedras, hijo de Wiracocha,
Juan Comefrío, hijo de estrella verde,
Juan Piesdescalzos, nieto de la turquesa,
sube a nacer conmigo, hermano.

XII

Sube a nacer conmigo, hermano.
Dame la mano desde la profunda
zona de tu dolor diseminado.
No volverás del fondo de las rocas.
No volverás del tiempo subterráneo.
No volverá tu voz endurecida.
No volverán tus ojos taladrados.
Mírame desde el fondo de la tierra,
labrador, tejedor, pastor callado:
domador de guanacos tutelares:
albañil del andamio desafiado:
aguador de las lágrimas andinas:
joyero de los dedos machacados:
agricultor temblando en la semilla:
alfarero en tu greda derramado:
traed a la copa de esta nueva vida
vuestros viejos dolores enterrados.
Mostradme vuestra sangre y vuestro surco,
decidme: aquí fui castigado,
porque la joya no brilló o la tierra
no entregó a tiempo la piedra o el grano:
señaladme la piedra en que caísteis
y la madera en que os crucificaron,
encendedme los viejos pedernales,
las viejas lámparas, los látigos pegados
a través de los siglos en las llagas
y las hachas de brillo ensangrentado.
Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta.
A través de la tierra juntad todos

los silenciosos labios derramados
y desde el fondo habladme toda esta larga noche
como si yo estuviera con vosotros anclado,
contadme todo, cadena a cadena,
eslabón a eslabón, y paso a paso,
afilad los cuchillos que guardasteis,
ponedlos en mi pecho y en mi mano,
como un río de rayos amarillos,
como un río de tigres enterrados,
y dejadme llorar, horas, días, años,
edades ciegas, siglos estelares.
Dadme el silencio, el agua, la esperanza.
Dadme la lucha, el hierro, los volcanes.
Apegadme los cuerpos como imanes.
Acudid a mis venas y a mi boca.
Hablad por mis palabras y mi sangre.

Thursday, September 13, 2007

INASIBLE FULGOR DE LA PATRIA

Bernardo O´Higgins, José Gil de Castro

“Alta traición"

No amo mi Patria. Su fulgor abstracto

es inasible.
Pero (aunque suene mal) daría la vida
por diez lugares suyos, cierta gente,
puertos, bosques de pino, fortalezas,
una ciudad deshecha, gris, monstruosa,
varias figuras de su historia, montañas
( y tres o cuatro rios)”

José Emilio Pacheco

Lo primero que leí del escritor uruguayo Mario Benedetti no fue una novela, un cuento o un poema, sino un ensayo: “El país de la cola de paja”, publicado en 1960. Benedetti hace una reflexión crítica sobre la crisis que Uruguay vivía entonces. “Quiero verdaderamente a mi país, por eso desearía que fuese bastante mejor de lo que es”. En su obra literaria, escrita gran parte en el exilio, Mario Benedetti probó ese amor con largueza. Pero este sentimiento, tan natural y comprensible, no puede, a su juicio, soslayar la enorme inconsecuencia entre el discurso y los actos de muchos individuos, que en rodos los rincones del planeta se proclaman asimismo “patriotas”.

Los intelectuales suelen transformarse en la conciencia crítica de los pueblos. Por ello un poeta ecuatoriano, Jorge Enrique Aoum, conciente de su historia, puede escribir un libro y llamarlo “Ecuador Amargo” y en un verso declarar “Patria, si amarga casi siempre, dulce patria/ cada día...” El poeta mexicano, Luis Emilio Pacheco, un paso adelante, declara, en el primer verso de su poema “Alta traición”,”No amo mi Patria. Su fulgor abstracto/ es inasible”.

La Patria es, desde luego, una abstracción, construida por muchos artífices --no todos altruistas--. con muchos materiales, durante muchos años. Sin embargo, la Patria es un todo que comprende a unos y a otros. Chile es por de pronto un territorio, que se extiende entre la cordillera y el océano. entre la línea de la Concordia y la Ciudad de las Estrellas, en la Antártica. Los chilenos pertenecemos a variadas etnias, (su origen mestizo es indesmentible) y habitamos ciudades, pueblos, villorrios, caseríos, caletas de pescadores e islas. También son parte de nuestra Patria el millón de chilenos que viven en el extranjero y que son, sin embargo, una parte importante de nuestras familias, que siguen atentos nuestra suerte, a través de todos los medios disponibles. Son los mismos hombres y mujeres que nos asombran y emocionan cuando llenan un estadio lejano para apoyar a nuestros deportistas insignes o a nuestros artistas. La historia Patria está llena de hechos y actos valerosos, de hombres y mujeres, que con su vida o su muerte, aportaron a su desarrollo y cultura. Convive con nosotros una variada fauna y una magnífica flora, Nuestros bosques naturales y milenarios, son orgullo nacional. También son parte de nuestra Patria el millón de chilenos que viven en el extranjero y que son, sin embargo, una parte importante de nuestras familias, que siguen atentos nuestra suerte, a través de todos los medios disponibles. Son los mismos hombres y mujeres que nos asombran y emocionan cuando llenan un estadio lejano para apoyar a nuestros deportistas insignes o a nuestros artistas. Nuestra institucionalidad es democrática pero manifiestamente defectuosa. Todo esto y mucho más es nuestra Patria, un legado que recibimos y que entregaremos a nuestros descendientes, como en una multitudinaria carrera de postas.

Cada vez que pienso en la Patria se me viene a la mente el concepto filosófico de alienación. No quiero una Patria fulgurante, que nos enceguezca con su luz interior. Como Mario Benedetti, yo también desearía que mi Patria fuese mucho mejor de lo que es. Pero no sólo puedo desear algo, puedo exigirlo. Nunca en nuestra historia, Chile estuvo en una situación económica más expectante que hoy día. Sin embargo, los niveles de inequidad social son sobrecogedores e intolerables. Esta Patria no es la que quiero.

Friday, September 07, 2007

SALVADOR ALLENDE: UNA TAREA PENDIENTE

Se cumple otro aniversario de la muerte de Salvador Allende. ¿Qué podría decirnos hoy? Nada que no sepamos: (1) Que como nunca antes en su historia, en gran medida por el nivel del precio internacional del cobre en los últimos años, recuperado gracias a su tenacidad durante su gobierno, Chile está en una situación económica expectante; y (2) Que la inequidad social que existe hoy en Chile es intolerable. Gracias a la providencial intervención del Obispo Goic el tema está sobre la mesa.

Con el telón de fondo antes acotado, en este homenaje a su memoria y a su tarea inconclusa, reproducimos a continuación su último mensaje.

Santiago de Chile, 11 de Septiembre de 1973, 9:03 a.m., Radio Magallanes:

En estos momentos pasan los aviones. Es posible que nos acribillen. Pero que sepan que aquí estamos, por l o menos con nuestro ejemplo, que en este país hay hombres que saben cumplir con la obligación que tienen. Yo lo haré por mandato del pueblo y por mandato conciente de un Presidente que tiene la dignidad del cargo entregado por su pueblo en elecciones libres y democráticas. En nombre de los más sagrados intereses del pueblo, en nombre de la Patria, los llamo a ustedes para decirles que tengan fe. La historia no se detiene ni con la represión ni con el crimen. Esta es una etapa que será superada. Este es un momento duro y difícil: es posible que nos aplasten. Pero el mañana será del pueblo, será de los trabajadores. La humanidad avanza para la conquista de una vida mejor.

Pagaré con mi vida la defensa de los principios que son caros a esta Patria. Caerá un baldón sobre aquellos que han vulnerado sus compromisos, faltando a su palabra... rota la doctrina de las Fuerzas Armadas.

El pueblo debe estar alerta y vigilante. No debe dejarse provocar, ni debe dejarse masacrar, pero también debe defender sus conquistas. Debe defender el derecho a construir con su esfuerzo una vida digna y mejor.

Seguramente ésta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Postales y Radio Corporación. Mis palabras no tienen amargura sino decepción Que sean ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron: soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino, que se ha autodesignado comandante de la Armada, más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al Gobierno, y que también se ha autodenominado Director General de carabineros. Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.

Trabajadores de mi Patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara el general Schneider y reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.
Me dirijo, sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la abuela que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la Patria, a los profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clases para defender también las ventajas de una sociedad capitalista de unos pocos.

Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegrí a y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías férreas, destruyendo lo oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de quienes tenían la obligación de proceder. Estaban comprometidos. La historia los juzgará.

Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria.

El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.

Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.

¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.

LOS MISILES MAL GUIADOS DE LA RELIGION


En septiembre de 2006, publicamos en este blog un artículo de José Saramago, sobre el atentado a las Torres Gemelas de Nueva Cork, ocurrido 11de septiembre de 2001, publicado en el diario El País”, de España. En esta oportunidad publicamos “Los mal guiados misiles de la Religión, del destacado científico británico Richard Dawkins. Sobre el autor pueden consultar Wikipedia, para constatar su impresionante trayectoria. El artículo fue publicado en el matutino londinense “The Guardian”, el 15 de septiembre de 2001, y, como en el caso del de Saramago, conserva su actualidad.

Un misil guiado corrige su trayectoria a medida que vuela, podríamos decir adentrándose, en el rastro de calor del exhosto de un avión a reacción. Aunque es una gran mejora sobre el simple cartucho balístico, todavía no es capaz de discriminar blancos específicos. Si se lanzara desde un sitio tan lejano como Boston, no podría hacer blanco en un rascacielos predeterminado de Nueva York.

Esto es precisamente lo que puede hacer un "misil inteligente" moderno. La miniaturización de los computadores ha avanzado hasta un punto en el cual los misiles inteligentes de hoy podrían programarse con una imagen del horizonte de Manhattan junto con instrucciones para apuntar a la torre norte del World Trade Center. Misiles inteligentes de este nivel de sofisticación están en poder de Estados Unidos, tal como lo aprendimos de la guerra del Golfo, pero están más allá del alcance económico de los terroristas ordinarios y del nivel científico de los gobiernos teocráticos. ¿Podría haber una alternativa más barata y sencilla?
En la segunda guerra mundial, antes de que la electrónica se abaratara y se miniaturizara, el psicólogo BF Skinner investigó un poco acerca de misiles guiados por palomas. Las palomas se sentarían en una pequeña cabina después de haber sido entrenados para picotear teclas de tal forma que mantuvieran en el centro de una pantalla algún blanco designado. En el misil, el blanco sería real.

El principio funcionó, aunque nunca se puso en práctica por las autoridades de Estados Unidos. Incluso teniendo en cuenta los costos de entrenamiento, las palomas son más baratas y livianas que un computador de efectividad comparable. Sus éxitos en las cajas de Skinner sugieren que una paloma, después de un régimen de entrenamiento con diapositivas a color, realmente podría guiar un misil a un blanco distitivo en el extremo sur de la isla de Manhattan. La paloma no tiene idea de que está guiando un misil. Sólo continúa picoteando esos dos rectángulos altos en la pantalla, de cuando en cuando cae una recompensa alimenticia desde el dispensador, y esto continúa hasta... el olvido.

Las palomas pueden ser baratas y prescindibles como sistemas de guía abordo, pero no hay forma de evadir el precio del misil. Y ningún misil lo suficientemente grande para causar muchos destrozos, podría penetrar el espacio aéreo Estadinense sin que fuera interceptado. Lo que se necesita es un misil que no sea reconocido como tal hasta que sea demasiado tarde. Algo como un gran jet de aerolínea civil, que llevara las señales inocuas de un empresa transportadora reconocida y con una gran cantidad de combustible. Esa es la parte fácil. ¿Pero cómo introduciría abordo el sistema de guía necesario? Usted difícilmente esperaría que los pilotos le cedieran a una paloma o a un computador el asiento del copiloto.

¿Y qué tal si se usaran humanos como sistemas de guía a bordo, en vez de usar palomas? Los humanos son por lo menos igual de abundantes que las palomas, sus cerebros no son significativamente más costosos que los de las palomas y para muchas tareas son en realidad superiores. Los humanos tienen un registro demostrado de secuestrar aviones con el uso de amenazas, lo cual funciona porque los pilotos legítimos valoran su propia vida y la de sus pasajeros.

La suposición natural de que el secuestrador por lo menos también valora su propia vida, y que actuará racionalmente para preservarla, conduce a la tripulación y al personal de tierra a tomar decisiones calculadas que no servirían en el caso de módulos de guía que carecieran de un sentido de autopreservación. Si su avión está siendo secuestrado por un hombre armado que, aunque preparado para tomar riesgos, presumiblemente desea seguir viviendo, entonces hay espacio para una negociación. Un piloto racional cumple los deseos del secuestrador, lleva a tierra el avión, consigue que envíen comida caliente para los pasajeros y deja las negociaciones a la gente entrenada para negociar.

El problema con el sistema de guía humano es precisamente esto. A diferencia de la versión con la paloma, sabe que una misión exitosa culminaría en su propia destrucción. ¿Podríamos desarrollar un sistema de guía biológico con la efectividad y dispensabilidad de una paloma, pero con la versatilidad y con la capacidad de infiltrarse de forma engañosa? Lo que necesitamos, en pocas palabras, es un humano al cual no le importe volarse a sí mismo. El sería el perfecto sistema de guía abordo. Pero los entusiastas por el suicidio son difíciles de encontrar. Incluso los pacientes terminales de cáncer podrían perder la sangre fría cuando se estuviera aproximando el impacto.

¿Podríamos conseguir humanos que fueran normales en otras circunstancias, y de alguna forma persuadirlos de que no morirían como consecuencia de pilotear un avión para colisionarlo con un rascacielos? ¡Si pudiéramos! Nadie es tan estúpido, pero que tal si usamos esto - es muy poco probable, pero podría funcionar. Dado que ellos con toda certeza van a morir, ¿no podríamos engañarlos para que creyeran que después volverían a la vida? ¡No seas tonto! No, en serio, podría funcionar. Ofrézcales un atajo a un Gran Oasis en el Firmamento, refrescado por fuentes eternas. Arpas y alas no les resultarían atractivos al tipo de hombres jóvenes que necesitamos, así que dígales que hay una recompensa especial para mártires, consistente en 72 novias vírgenes, garantizándoles que son apasionadas y exclusivas.

¿Caerían en el engaño? Si, jóvenes hirviendo en testosterona, que fueran muy repulsivos para conseguir una mujer en este mundo, podrían estar suficientemente desesperados por ir donde sus 72 vírgenes privadas en el siguiente.

Es un cuento extravagante, pero valdría la pena intentarlo. Sin embargo, tendría hacerlo cuando estuvieran jóvenes. Aliméntelos con un substrato mitológico completo y autoconsistente para hacer que la gran mentira suene plausible cuando llegue. Deles un libro sagrado y haga que se lo aprendan de memoria. Saben, pienso que podría funcionar. Justo como lo necesitábamos, tenemos lo que buscábamos a la mano: un sistema de control mental listo para llevar, que ha sido pulido a lo largo de siglos, pasado de generación en generación. Millones de personas han sido criados en él. Se llama religión y, por razones que algún día podríamos comprender, la mayoría de las personas caen en él (en ningún lugar ocurre en mayor grado que en América misma, aunque esta ironía pasa desapercibida). Ahora, lo único que necesitamos es reclutar algunos de estos borregos y darles lecciones de vuelo.

¿Chistoso? ¿Trivialización de una maldad inenarrable? Mi intención es exactamente la opuesta, la cual es extremadamente seria y motivada por un profundo pesar y una ira intensa. Estoy tratando de llamar la atención al elefante en el dormitorio que todo el mundo es muy cortés - o muy devoto - para notar: la religión, y específicamente el efecto devaluador de la vida ajena, que la religión causa en la vida humana. No me refiero a desvalorizar la vida de los demás (aunque también puede hacerlo), sino al efecto desvalorizador de la vida propia. La religión enseña el peligroso absurdo de que la muerte no es el fin.

Si la muerte es el final, se esperaría que un agente racional valorara su vida en el más alto nivel y estaría reticente a arriesgarla. Esto hace del mundo un lugar más seguro, de la misma forma en que un avión es más seguro si su secuestrador quiere sobrevivir. En el otro extremo, si un número significativo de personas se convencen a sí mismas, o son convencidas por sus sacerdotes de que una muerte de mártir es equivalente a presionar el botón de hiperespacio para teletransportarse a través de un agujero de gusano hasta otro universo, entonces esto puede hacer del mundo un lugar muy peligroso. Específicamente, si también creen que el otro universo es un escape paradisíaco de las tribulaciones del mundo real. Demosle el acabado con promesas sexuales creídas sinceramente en caso de ser grotesco y degradante ante las mujeres, y ¿es de sorprenderse que hombres jóvenes frustrados e ingenuos estén pidiendo a gritos el ser seleccionados para misiones suicidas?

No hay duda de que un cerebro suicida obsesionado por la otra vida es en realidad un arma de inmenso poder y peligro. Es comparable a un misil inteligente, y su sistema de guía es superior en muchos aspectos al cerebro electrónico más sofisticado que el dinero pueda comprar. Aunque para un gobierno, u organización o sacerdocio cínicos, es muy muy barato.
Nuestros líderes han descrito la reciente atrocidad con el cliché de costumbre: demente cobardía. "Demente" puede ser una palabra adecuada para el vandalismo que se haga sobre una cabina telefónica. No es útil para entender lo que golpeó a Nueva York el 11 de septiembre. Esos tipos no eran dementes y ciertamente no eran cobardes. Al contrario, era suficiente la efectividad de sus mentes, acoplada con un coraje insano, y nos recompensaría en grado sumo el entender de dónde vino ese coraje.

Vino de la religión. La religión es también, por supuesto, la fuente subyacente de división en el Medio Oriente, que motivó inicialmente, el uso de esta arma mortífera. Pero esa es otra historia y no es de mi incumbencia en esta ocasión. Mi preocupación aquí es con el arma misma. Inundar un mundo con religión, o religiones del tipo Abrahámico, es como distribuir pistolas cargadas en las calles. No se sorprenda si son usadas.

Traductor: Hernán Toro: www.rationalisinternational.net/ar


Saturday, September 01, 2007

IRSE DE TECLADO


Este post debió tener sólo 100 palabras, al modo del famoso concurso literario que el Metro y una revista organizan todos los años, pero me fui de teclado. “Irse de teclado” es una novísima expresión popular que acabo de crear, que significa algo así como incontinencia producida frente al teclado que conduce a que uno se salga completamente de su objetivo original. Es igual a la que afecta a los políticos cuando enfrentan los micrófonos o las cámaras de la prensa, solo que completamente diferente. Lo que sucede es que tengo un problema con la nueva transcripción al castellano de la fonética del mandarín. Este cambio me tomó por sorpresa, debo haber estado durmiendo la siesta, mirando para el lado o en el baño.
Mis relaciones con China fueron siempre escasas. Durante un breve lapso de tiempo, en los 60, fui simpatizante de Mao Tse-tung o como se llame hoy. Entonces era lector asiduo de “Pekín Informa” y de “Monthly Rewiew”, la de Baran, Swezy, Huberman, Frank y Petras, los más connotados marxistas norteamericanos de la época. Esta simpatía se me notaba en la cara, lo que me creaba problemas con la CIA. La gente me paraba en la calle para discutir conmigo y todo eso. Cuando vino lo de la revolución cultural y el librito rojo perdí toda simpatía por “lo” chino, la que quedó reducida a la gastronomía y a un par de poetas antiguos.
Por todo esto, seguí llamando Pekín a Beijing. Más aún, estoy seguro que en las últimas décadas nunca comí “pato Beijing” y, si lo hice, fue a causa de mi miopía, contra mi voluntad, inconcientemente. Lo que nunca volví a comer, después del golpe militar, fue el chancho chino, pero no pierdo la esperanza: periódicamente dirigentes de la Alianza nos avisan que estamos volviendo a los tiempos de la UP. Esto, lejos de inquietarme, me abre el apetito.
Lo que me pasó con Pekín me sucedió con “El sueño de la mariposa”, de Chuang-Tsi, que tomé de “Historia de la de literatura”, de Klabund. Mi idea era participar en el concurso de marras y pensé en inspirarme en el mejor cuento corto que conozco, “El sueño de la mariposa”, que reproduje en el post “La vida es sueño de una noche de verano”, diciembre, 2006. Se me ocurrió buscar en Google para ver cuantas veces se había publicado esta historia en Internet y, para mi sorpresa, solo existía la de este blog. Al principio me sentí sorprendido, luego orgulloso, para terminar aceptando que se trataba del mismo problema: ChUang Tsi se llama ahora Chuang-Tsé o Chuanhg-tzu.

Dicho lo anterior, compulsivamente, según admití, los invito entusiastamente a contar hasta tres, antes de empezar a leer las próximas cien palabras del post:
“”Dispongo de 22 palabras para presentarles “El sueño de la mariposa”, de Chiang-Tsé, poeta chino, (350 y 290 aC). Espero lo disfruten:

“En cierta ocasión soñó Chuang-chu que era una mariposa, una errabunda y trémula mariposa, que se sentía bien y feliz, sin saber nada de Chuang-chu. De pronto, despertó; otra vez tornó a ser real y auténticamente Chuan-chu. Pero ahora ignoraba si Chuang-chu había soñado que era una mariposa o si la mariposa soñaba que era Chuang-chu, si bien entre Chuang-chu y la mariposa existía, desde luego, alguna diferencia. Pues otro tanto ocurre con las transmutaciones de las cosas””.”.




EDWARD ALBEE Y LA VIOLENCIA


Navegando en mi archivo encontré el programa de la puesta en escena de la obra de Edward Albee, “¿Quién le tiene miedo al lobo?”, año 1964, que recuerdo como una de las mejores que ví en mi vida. Fue interpretada por la compañía del Instituto del Teatro de la Universidad de Chile, ITUCH, que dirigió Agustín Siré, con la actuación de Sergio Aguirre y María Cánepa. Desafortunadamente, al archivar el programa guardé solo el afiche y una reseña de la obra escrita por el dramaturgo Nacional Luis Alberto Heiremans, “Edward Albee y la violencia”, razón por la que no tengo el resto del elenco.

El ITUCH fue una de las mejores compañías teatrales de la época. Agustín Siré, con anterioridad. había dirigido “Macbeth”, de William Shakespeare, “Largo viaje hacia la Noche”, de Eugene O´Neill, “El enemigo del pueblo”, de Enrique Ibsen y “El rinoceronte”, de Eugenio Ionesco, las que vi. en el Teatro Antonio Varas, sede de la compañía.

No sólo vi la obra de teatro, sino también el filme ¿”Quién le tiene miedo a Virginia Wolf”?, basada en la misma obra, dirigida por Mike Nichols, su primer largo metraje, año 1966, con la actuación de Richard Burton, Elizabeth Taylor, Sandy DennIs y George Segall. Elizabeth Taylor y Sandy Dennis obtuvieron un Oscar a la mejor actriz y mejor actriz de reparto, respectivamente.

La obra fue publicada en castellano por Nueva Visión, Buenos Aires, año 1967.

El texto de Luis Alberto Heiremans, es el siguiente:


EDWARD ALBEE Y LA VIOLENCIA


Cuando en los dramaturgos de un país comienzan a descubrirse resonancias de otros dramaturgos –anteriores- de un mismo país, creo que con justicia puede empezarse a hablar de una dramaturgia nacional. Y eventualmente, en torno a esa dramaturgia, se producirá una forma específica de actuarla, de ponerla en escena, de enfocarla y el todo constituirá un teatro nacional.

Es sin duda lo que está sucediendo en los Estados Unidos. En las obras de los actuales dramaturgos se detectan ecos e imágenes de sus antecesores y ello, lejos de menoscabar la creación, la potencian.

Así la gran figura de O’Neill se yergue, no como una sombra, sino como un hálito vivo en las piezas de Edgard Albbe. Está ahí, presente y distante a la vez. Encadenándolo con la realidad norteamericana y al mismo tiempo sirviendo de base firme para que el dramaturgo joven alce el vuelo y explore otras zonas, otros ámbitos, los que su propia observación descubre.

Edward Albee solo tiene 35 años y es, hoy por hoy, el dramaturgo que más fama tiene en los Estados Unidos. Pertenece a la generación cuyas obras primero se dieron en los pequeños teatros que rodean a Broadway y en la cual se encuentran figuras como Richardson, Gelber y Koppit; pero él está indudablemente a la cabeza de todos ellos Su éxito fue sorpresivo e inquietante, al mismo tiempo con esa inquietante y sorpresiva celebridad que alcanzan los éxitos en Norteamérica donde la radio, la televisión y la prensa hacen y deshacen reputaciones literarias y otras, en unos pocos días. Sus obras en un acto “El ideal norteamericano” (American Dreamer”), “La muerte de Bessie Smith” y sobretodo “El zoológico” (“Zoostory”), se representan continuamente y ya han trascendido del público norteamericano al grueso público.

Estos éxitos muchas veces son discutibles. Brotan de la necesidad que tiene la prensa de descubrir héroes día adía. Los periódicos precisan, como el ser mitológico una víctima diaria. Pero con Albbe ese éxito es justificado. Ha logrado aprender algo que es muy genuino de nuestra época: una cierta forma de la violencia. Las obras de Albee se caracterizan por su violencia. Son violentas en su contenido y en su forma. Encierran en esa violencia rasgos muy característicos de la de la vida de hoy, por lo menos, de la vida inmediata del hombre. Al verlas, o al leerlas, se presiente tras ellas un individuo angustiado y rabioso frente a un mundo, frente a una sociedad más bien, que ha confundido sus valores y, al hacerlo, se ha desquiciado. Son obras que huelen a pólvora y las réplicas –en el dialogo es sin duda un maestro- explotan como balazos, trenzándose en una batalla sin tregua, sin aliento, definitiva. Logra crear a través de esta contienda verbal un clima de una violencia absolutamente original en el teatro contemporáneo. Y de ella se desprende un ritmo en el cuál personajes y acción están presos. El ritmo se exacerba por momentos, se encabrita, se levanta en un oleaje desaradi y el espectados se siente de pronto atrapado en el como én un ritual. Es entonces, y aprovechando lo de mágico e hipnótico que posee un ritual, cuando el autor aprovecha para establecer los diferentes niveles de su obra.

Porque una obra de Albee puede ser aprehendida en muy diferentes niveles. El de la historia misma, uno. otros, el de los personajes, el de la crítica social y el de una corriente abstracta que, como sucede en toda obra de valor, recorre la trama de la pieza y le otorga su verdadera resonancia: la del símbolo.

Todos estos diferentes niveles están presente en ¿”Quién le tiene miedo al lobo”?(1). Esta no es solo la obra de un hombre importante sino, en un plano mucho más amplio, la de la impotencia que aqueja a una civilización perturbada y según él ya agónica. Dicha corriente traspasa las acciones de los cuatro personajes y fluye paralela a la historia, nunca en forma obvia, nunca en forma reiterativa, pero que eleva esta pieza por sobre el nivel de drama de costumbres.

“Y el Occidente, entorpecido por alizanzas paralizadoras y agobiado por el peso de una moral demasiado rígida para acomodarse al ritmo de los acontecimientos debe finalmente caer, leerá Jorge en un momento dado y estas palabras vienen no solo en esclarecer su propio drama personal, el de Jorge, sino también el de la sociedad y el del mundo en el cuál le ha tocado en suerte vivir.

El mayor acierto de Albee, a mi modo de ver, es haber podido abordar un rema tan vasto y profundo como éste sin jamás caer en lo discursivo ni didáctico. Su obra se mantiene viva como un nervio de comienzo a fin. Es realista, naturalista por momentos y, a un tiempo, abstracta en todo instante.

Es esta característica que nos hace pensar que Albee es, en cierta forma, el heredero del O´Neill de “Largo viaje hacia la noche” y siéndolo, continúa o más bien inicia la navegación en las aguas de sus mayores. Respeta una tradición teatral que podría ser el fundamento de un teatro verdaderamente norteamericano, un teatro que tendría a través de sus autores, de los directores que ponen a esos autores en escena y y de los actores que los interpretan una voz absolutamente individualizable, nacional por pertenecer a una región y universal por lograr que dicha región trascienda.

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