Monday, June 22, 2009

TE RECUERDO OLIVIA



¿y esta gata?... sus maullidos no me dejan leer… Una vez tuve una gata, pero hace mucho tiempo…

Al bajar del bus, en Colón con Pontevedra, me pareció escuchar un lejano redoble de cacerolas. La protesta estaba programada para las ocho de la tarde y faltaban algunos minutos. El sonido me alegró y apuré el tranco para llegar a mi casa y sumarme al caceroleo. Mis vecinos ignoraban mis actividades políticas que, prudente, mantenía lejos de mi hogar, pero ahora estaba decidido a protestar, aunque fuese el único en mi barrio. Entré casi corriendo al pasaje y estuve a punto de caer, al esquivar a una gata que corrió a mi lado y se cruzó intempestivamente en mi camino.


Cuando Rafael y Alicia salieron del Bier-Hall, con el pretexto de hacer una llamada telefónica, nos sentimos aliviados: habíamos permanecido en silencio, mientras Rafael contaba su vida y la mía y Alicia la propia y la de su prima. Rafael las vió desde la puerta y se dirigió resueltamente a su mesa y les preguntó si podíamos sentarnos con ellas. Alicia asintió de un modo incisivo que estimuló la inmediata réplica de Rafael, en el mismo tono, iniciando un dialogo que nos excluyó.

Desde aquella tarde, al volver a mi casa, la gata estaba esperándome a la entrada del pasaje y me acompañaba alegremente, corríendo a mi lado, cruzándose entre mis piernas, instalándose frente a la puerta de la casa, para entrar conmigo. Su alegre bienvenida contrastaba con el desinterés de mi esposa y mis hijas, ocupadas a esa hora con sus teleseries. Una tarde la dejé entrar. La gata era lindísima y se ganó el cariño de mi familia, que la integró, desde ese día.

Olivia era una niña morena, alta, delgada, de tez pálida, tendría unos quince años. Lo que atrajo mi atención, eran sus ojos azules, que brillaban intensamente y su pelo negro, que llevaba a la cintura. Vestía ropa ceñida y me pareció que su timidez era una pose y no una debilidad. La imaginé mimada, obstinada, audaz…No estaba en mis planes enredarme en relaciones sentimentales, ya que estaba aún bajo los efectos de una reciente ruptura. “Tan pronto pueda, me largo”- me dije.

Bautizamos a la gata como Gata, tal vez por pereza mental. A pesar de su nuevo status, la Gata siguió esperándome a la entrada del pasaje y se las ingenió para demostrarme preferencia en sus afectos. Le gustaba verme trabajar en la biblioteca, subirse a mis hombros y hacer equilibrios sobre el taclado de mi máquina de escribir.

Alicia le informó que como Rafael la había invitado a una fiesta y yo tenía otros compromisos, era mejor que se fuera a la casa, antes que se hiciera tarde. Era evidente que Rafael le había hablado de Susana, pero no debió inmiscuirse en mis decisiones. Olivia no opuso reparos y se levantó para despedirse. Fue entonces cuando me pidió que la acompañara a su casa. Lo dijo de un modo que no pude rehusar, sin agraviarla delante los otros; su aparente fragilidad jugó en mi contra y de paso, con mi aceptación, se anotóun triunfo ante su prima. El lunes siguiente me llamó a la oficina, me dijo que estaba en el centro y me preguntó si podía pasar a buscarme. En la mañana había dado la prueba que estábamos estudiando con Rafael, me había ido bien y me pareció buena idea verla. Cuando llegó sufrí un bochorno, venía de uniforme, bolsón incluido, y le dijo a mi jefe, que la recibió, que se llamaba Olivia, -¿Cómo la novia de Popeye?- le preguntó, socarronamente. Mi jefe se iba en ese momento y me dejó sólo con ella. A pesar de mi incomodidad, Olivia se las arregló para hacerme olvidar el incidente y mis escrúpulos.

La Gata, como llegó a mi casa se fue y nunca más la vimos. Mi relación con Olivia fue intensa, pero la dejé cuando volví con Susana.

Aquella tarde estábamos de turno en una casa del sector, para intervenir si se producían detenciones en las manifestaciones contra el régimen, cuando sentimos el maullido de un gato fuera de la casa. Renato, nuestro anfitrión, abrió la puerta y entró un gato negro, enorme, que causó nuestra admiración. La conversación giró al tema de los gatos y conté las circunstancias en que conocí a mi Gata. Renato nos contó, entonces, una historia inverosímil, más aún si provenía de un destacado letrado: cuando falleció su abuela, el tata languideció y sólo se animó, cuando, al poco tiempo, apareció en la casa una gata que nadie conocía. El tata se alegró de su llegada y al poco tiempo comenzó a decir a sus hijos y nietos que la gata era su esposa, que había regresado para acompañarlo. Por eso, era posible que la Gata fuera alguna mujer que me había amado y que volvía por algún motivo. Nunca creí que hablara en serio, pero en los días siguientes, hice lo que pude para saber de las dos o tres mujeres que habían sido importantes en mi vida. No fue difícil y pude descartarlas a todas, menos a Olivia. Nunca volví a verla y no tenía forma de averiguar que había sido de su vida..

La Gata salió a mi encuentro como cada noche, entonces me detuve en medio del pasaje y la llamé, -“Olivia, ven aquí!- La gata se detuvo y en vez de venir a mi, desapareció en la noche.

Esta es la primera vez que cuento esta historia.

Wednesday, June 17, 2009

LI PO, EL VINO, LA VIDA

ANTE EL VINO DE MI COPA
Li- Po

El viento viene del Este
en un palanquín de seda.
Riza el vino de mi copa
el viento de primavera.

Bajo la lluvia de pétalos
de las ramas desprendidos,
como las rosas abiertas
está tu rostro en el vino.

¿Has pensado cuantos años
las glicinas, los almendros,
florecerán tras tus rejas
iluminando tus sueños

Es hora, niña, que dance el sol
camina al ocaso;
la tarde se va, en la noche,
la juventud, en los años.

La vida, niña algún día
blanqueará nuestros cabellos.
Amor y vino en las copas
antes que se marche el tiempo.


La primera vez que escuché el nombre del poeta chino LI PO, conocido también como Li Tai-pé, fué en un programa nocturno que muchos años atrás, cuando aún no existía la televisión, trasmitía la Radio Nuevo Mundo. Se llamaba “Poker de Ases”, y consistía en charlas de cuatro panelistas que trataban en cada emisión temas de carácter cultural. A pesar del tiempo transcurrido recuerdo con precisión el nombre de tres de ellos: el escritor Juan Enrique Délano, el periodista Alfredo Taborga y el profesor Carlos Fortín. Lo curioso es que no me acuerdo del cuarto integrante; es posible que en cada programa se invitara especialmente a un cuarto panelista.

En uno de estos programas, Juan Enrique Délano disertó sobre LI PO, de su obra, de su vida y de su fascinante personalidad. Fue el poeta más famoso y popular de la dinastía Tang, considerada la época de oro de la poesía china. Vivió entre los años 762 y 701, antes de Cristo. Un historiador de la literatura antigua, Klabund, sostiene que fue el más grande de los poetas líricos “de todos los tiempos y de todos los pueblos”.

Las mismas anécdotas que contó Juan Enrique Délano, esa noche, las encontré años después en la obra de Klabund “Historia de la Literatura” LI PO fue inmensamente popular, sin distinción de clases sociales. Frecuentaba los palacios de los príncipes y del Emperador, que se consideraba su amigo y lo colmaba de honores. Se cuenta en la tradición china que el Emperador, quién le había proporcionado un empleo en palacio y una renta, después de una orgía, transcribió con su propia pluma un poema que el poeta, completamente borracho, le dictó. En otra oportunidad, el Emperador entusiasmado con el genio del poeta, le regaló un traje de su propio guardarropa, el más alto honor que podía concederle. Li Po quiso compartir dicho honor con la gente que lo amaba, y recorrió las callejuelas y las tabernas de la ciudad. Se cuenta que, vestido con su traje imperial, ya ebrio de tanto brindar, se hizo rendir acatamiento como un Emperador y pronunció encendidos discursos, ante el pueblo congregado en torno suyo, hasta quedar tendido en algún lugar, en medio de la noche.

Li Po murió ahogado durante una excursión nocturna, al caer de una embarcación al mar, de noche y embriagado.

Una advertencia final: Cuando Li-Po habla del vino, se refiere a un licor que se extrae del arroz y no de la vid.

Wednesday, June 10, 2009

LA DANZA DEL BIEN Y DEL MAL

Los presidentes de Yugoeslavia, Josip Broz, Tito, y de Indonesia, Sukarno.


La masacre de miles de militantes y de simpatizantes del Partido Comunista de Indonesia, de octubre de 1965, constituye uno de los capítulos más dramáticos de la guerra fría. Indonesia proclamó su independencia en 1945, tras el retiro de los japoneses que la habían invadido, en el marco de la segunda guerra mundial. Los Países Bajos reconocieron formalmente la independencia de su antigua colonia, luego de una guerra de reconquista que duró cuatro años. Sukarno emergió como líder indiscutible de la nueva República y fue actor destacado del bloque de países no alineados, del llamado Tercer Mundo.

El periodista francés Tibor Mendé en su libro “Indonesia, los hombres contra la geografía”, (1) citó las siguientes palabras de Sukarno, pronunciadas el 17 de agosto de 1953: “En el ciclo de nuestra vida como nación, los ocho primeros años de nuestra independencia han sido testigos de la danza del “bien” y del “mal”, de la “ganancia” y de la “pérdida”, la danza del esfuerzo constructivo y de las fuerzas destructoras…Para nosotros el problema reside en cuál de las dos fuerzas será más poderosa…” Años más tarde, en 1964, conmemorando un nuevo aniversario de la independencia, hablaría del ”año en que vivir será un peligro”, que Peter Weir transformó en “El año en que vivimos en peligro” (1982), su inolvidable film, sobre estos acontecimientos. Los días del líder nacionalista, que encabezó la lucha independentista de Indonesia y su primer Presidente, estaban contados.

La CIA ejecutaba, paso a paso, a vista y paciencia de todo el mundo, su danza del mal. En octubre de 1965 (2), el General Suharto dió un golpe de estado encubierto. Tras el asesinato de varios generales, los acusó de haber intentado deponer al Presidente Sukarno. Los generales asesinados eran, sin embargo, los más leales al Presidente. Enseguida se desencadenó un brutal golpe contra el Partido Comunista de Indonesia, estonces el mayor del mundo, fuera de Europa oriental. Las distintas fuentes señalan que en una sola noche fueron asesinados entre 500.000 y 1.000.000 personas, con una precisión que prueba una planificación cuidados, cuyo objetivo manifiesto fue liquidar, de un solo golpe, al PKI.

Un periodista chileno, Gregorio Goldenberg, fue casual testigo de la masacre. En su reportaje “Esos 400.000 comunistas muertos”, publicado por la Revista Apsi, el 19 de mayo de 1986, narra que llegó a Yakarta el día anterior al golpe, para participar en una asamblea de periodista de Asia y Africa y para entrevistar al Presidente Sukarno y a los dos vicepresidentes de su gobierno de Unidad Nacional, el Secretario General del PKI, Aldit, y al General Suharto. Antes que la asamblea fueses suspendida, a causa de los acontecimientos, alcanzó a entrevistar a Aldit y al propio Sukarno, antes que éste, con un breve discurso, la diere por inaugurada. Inmediatamente después fue suspendida por los militares y los periodistas quedaron recluidos en sus hoteles, se les CONFISCÓ toda su material, incluido el fotográfico y quedaron a la espera de ser expulsados del país. Goldenberg pudo eludir el cerco militar -el toque de queda impuesto regía desde la medianoche- pudo visitar algunas aldeas cercanas. Su guía se llama Alexander. Para preparar una justificar su salida del hotel, lo lleva a conocer plantaciones tabacaleras y caucheras, le dice “prepárese para ver el infierno. Alexander no me advirtió en que momento cruzaríamos la aldea que me había mencionado, pero repentinamente me encontré con un espectáculo macabro: frente a la vereda, en el frontis de una casa, había seis estacas clavadas en el suelo y en cada estaca la cabeza de una persona. -¡Tome la fotografía!- me gritó Alexander…Tomé mecánicamente esa foto y luego otra y otras. En cada puerta, clavadas en estacas, fotografié cabezas de mujeres, ancianos y niños”. Esto era solo el comienzo, una pequeña muestra de la tragedia. En un momento Alexander lo lleva a su propio barrio y le cuenta que toda su familia fue asesinada. Goldenberg logró salvar sus rollos fotográficos, que vendió a una agencia internacional.

Sukarno tuvo que delegar sus facultades en Suharto, quién asumió el poder en marzo de 1966. Sukarno quedó con arresto domiciliario, hasta su muerte, en 1970.

Durante el gobierno de Salvador Allende fue frecuente leer en los muros de las ciudades, escritas con pintura roja, simulando sangre, la palabra “Yakarta”. La leíamos incrédulos, como una fatídica notificación.

(1) Editorial del Pacífíco, Santiago de Chile, 1955.

(2) Internet: Reportaje “1965: Indonesia, laboratorio de la contrainsurgencia”, de Paul Labarique. Narra pormenorizadamente como la CIA intentó por décadas, derrocar a Sukarno.

Friday, June 05, 2009

EL DIABLITO DE TALAMI

Cuando advertí que el inmueble estaba ubicado en el lugar denominado Talami, comuna de Alhué, me desconcentré. Tuve que suspender el estudio de sus títulos, para irme a Google y ver que informaciones hay sobre éste lugar. Mis recuerdos tenían que ver con el demonio y con alguna canción olvidada.

Se trataba de una resbalosa, “El diablito de Talamí”, compuesta por la folclorista Margot Loyola, que nos confidencia: “dicen que el diablo nació/ entre Pichi y Talami…” y, de este modo, inesperadamente, caigo en dos temas, la vida y la obra de Margot Loyola, nacida en Linares, 1918, Premio Nacional de Artes Musicales, en 1994, y del diablo, como mito del folclor chileno.
Los estudiosos del folclor han constatado que el demonio es el personaje sobrenatural y terrorífico que nos pInta la Iglesia Católica, pero que el genio popular neutralizó, con maña y astucia. En los relatos populares, el diablo es engañado, vapuleado; baila cuecas en las ramadas, duerme la borrachera en algún lugar, pierde el poncho y sus cuernos jugando con niños a las chapitas, es molidó a palos por un padre por andar cotejar a su hija. En la resbalosa de Margot Loyola se le advierte “ Diablito de Talamí /no me vengas con diabluras / porque en eso te las gano a ti”.

En un reportaje reciente, del sitio nosotros.cl, “Pobre Diablo”, se citan textos que vale la pena conocer:
El reportaje mencionado reproduce una cita de Maximiliano Salinas, un estudioso del folclor, del “Contrapunto del Diablo con el Padre Eterno por haberlo arrojado del cielo, del poeta Daniel Meneses, publicado en 1896: “Al fin el último día/ se acabará tu castigo/ y así te vendrás conmigo/ a gozar de la alegría. /Estando en mi compañía/ disfrutarás del placer/ cesará tu padecer/ y vas a ser muy feliz/ cuando a mi reino tú entrís/ no serás más Lucifer”.
Tiendo a simpatizar con la visión popular del Diablo, como el personaje venido a menos que es y que pocos temen. En mi caso, tuve esa misma impresión cuando, en mi niñez leí “El Diablo se divierte”, de Hernán del Solar, que contaba las andanzas del personaje en la Tierra, tratando de escapar de su aburrida labor en el infierno.

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