Thursday, October 30, 2008

MUSICOS EN EL METRO



Hace algún tiempo los medios informaron sobre “el experimento” que el The Washington Post propuso al violinista Joshua Bel (en la foto): tocar su Stradivarius, avaluado en cuatro millones de dólares, de incógnito, en una estación de metro en la ciudad de Washington, para ver como reaccionaba la gente. Bell es un destacado músico clásico que ha tocado con las orquestas más importantes del mundo, bajo la dirección de los más afamados directores. Durante su concierto en el metro, que duró varias horas, sólo siete personas se detuvieron para escucharlo más de un minuto y, en esta actuación, el violinista recaudó solamente 32 dólares.

En un post anterior, “Mis últimos hallazgos en YouTube”, recordé la historia de otro músico, que tuvo mejor suerte, aunque el caso es distinto. Ayub Ogada era uno de esos músicos desconocidos que cada día se ganan la vida en los metros del mundo. Mientras tocaba en el de Londres, fue “descubierto”, por un colaborador de Peter Gabriel, quien lo llevó de telonero en una de sus giras. Desde ese momento, la carrera del kenyata, como compositor e intérprete ha sido muy exitosa.
Imagino a Becho como un joven chileno, estudiante de música, provinciano, pobre, que sueña con el éxito…, que no tuve cuando mandé esta historia al concurso de relatos breves Santiago en 100 palabras…

“Becho llegó con su violín a la estación del metro. Lo aguardaba una muchacha, sentada en el suelo, semidormida. Al sentirlo, se incorporo, iniciando una sorpresiva y extraña danza, siguiendo una melodía inaudible. Becho intentó, entonces, una transcripción de los sentimientos de la bailarina. La gente se juntó a su alrededor maravillada por lo jamás visto ni oído. De pronto la muchacha se desvaneció, quedando tendida en el piso. Alguien sostuvo que estaba muerta. Becho, se abrió paso entre la gente, mientras en su mente brotaba, incontenible, una melodía. La vio; nunca admitiría conocerla, menos haber tocado para ella”.


Sunday, October 26, 2008

EL DIA QUE NO SE ACABO EL MUNDO

Vista aérea de la CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear). El anillo de 8 kilómetros (5 millas) de diámetro demarca el sitio que ocupa el Gran Colisionador de Hadrones. Crédito de la imagen: CERN

Desde hace varios años recibo en mi correo artículos de la Nasa, sobre ciencia y tecnología y, aunque autoriza expresamente su reproducción, esta es la primera vez que lo hago, además de su interés y actualidad, impulsado por una coincidencia. Cuando lo estaba leyendo, llegó a mi casa una dama para entregarme información bíblica. Cuando la rehusé cortésmente, me preguntó derechamente si yo era ateo. Para evitar un diálogo inútil le dije que si; aún así, insistió, enfáticamente, diciéndome que incluso los científicos son creyentes. Sin darme tiempo para cerrar la puerta, me preguntó si estaba enterado del acelerador de partículas. Contesté con un “si, más o menos”. –“Entonces –sentenció- estará enterado que lo que buscan los científicos es la partícula de Dios, la prueba de su existencia”. Sonrió, triunfadora, lo que aproveché para cerrar la puerta, no sin antes retribuir, aliviado, su sonrisa. Así, tomé la decisión de publicar este texto. Lo de “la partícula de Dios” lo averiguan ustedes.

EL DIA QUE QUE NO SE ACABO EL MUNDO

Octubre 10, 2008: Esto es lo que no sucedió el 10 de septiembre:
El mundo no se acabó. La puesta en marcha del más grande y poderoso acelerador de partículas del mundo, cerca de Ginebra, Suiza, no desató la creación de un agujero negro microscópico. Y ese agujero negro no comenzó a succionar rápidamente la materia a su alrededor cada vez más velozmente hasta devorar por completo al planeta Tierra, como las noticias sensacionalistas sugirieron que sucedería.

Desde luego, dado que usted está vivo y leyendo este artículo hoy, ya lo sabía. Actualmente, el acelerador, un anillo subterráneo de 8 kilómetros (5 millas) de diámetro, llamado Gran Colisionador de Hadrones (Large Hadron Collider o LHC, en idioma inglés), se encuentra apagado por reparaciones. Pero una vez que la inmensamente poderosa máquina se encienda de nuevo, ¿existe alguna posibilidad de que el escenario apocalíptico descrito anteriormente pudiese ocurrir?

Calma. Como hubiese dicho Mark Twain, los informes sobre la muerte del planeta Tierra han sido absolutamente exagerados.

“En realidad, nunca hubo peligro alguno por el acelerador, pero ¡es claro que eso no logró que la gente dejara de especular sobre lo que hubiera pasado!", dice Robert Johnson, un físico del Instituto de Física de Partículas de Santa Cruz (Santa Cruz Particle Physics Institute, en idioma inglés) y miembro del equipo científico del Telescopio Fermi de Rayos Gamma de la NASA, el cual fue lanzado al espacio en junio para estudiar la radiación gamma de varios fenómenos, incluyendo posibles agujeros negros en evaporación.

Hay varias razones que pueden explicar por qué el mundo no se acabó el 10 de septiembre y por qué el Gran Colisionador de Hadrones no es capaz de causar tal calamidad.

En primer lugar, sí, es cierto que el LHC podría crear agujeros negros microscópicos. Pero, en verdad, no pudo haber creado uno en su primer día de funcionamiento. Esto se debe a que los físicos de la CERN no comenzaron a lanzar haces de protones unos contra otros para crear colisiones de alta energía. El 10 de septiembre fue solamente un operativo de calentamiento. Hasta la fecha, el colisionador todavía no ha producido ningún choque de partículas y, en realidad, no son las partículas sino la extrema energía de las colisiones —hasta 14 teraelectronvoltios— la que podría crear un agujero negro microscópico.
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De hecho, una vez que el LHC comience a funcionar de nuevo y a producir colisiones, los físicos estarían fascinados si dicho instrumento creara un agujero negro en miniatura. Esta sería la primera evidencia experimental que apoyaría una teoría elegante pero que aún no ha sido probada y que, hasta la fecha, sigue causando algunas controversias. Es la llamada "teoría del todo", más conocida como Teoría de Cuerdas.

En la teoría de cuerdas, los electrones, los protones, los quarks y todas las demás partículas fundamentales son representadas como diferentes vibraciones de cuerdas infinitesimales que existen en 10 dimensiones: 9 dimensiones espaciales y una dimensión temporal. (Las otras seis dimensiones espaciales están escondidas por una u otra razón, por ejemplo porque se "enrollan" a una escala extremadamente pequeña). Algunos físicos promocionan la elegancia matemática de la teoría de cuerdas y su capacidad de integrar la gravedad con las otras fuerzas de la naturaleza. El ampliamente aceptado Modelo Estándar de la física de partículas no incluye a la gravedad, razón por la cual no predice que el LHC pueda crear un punto gravitacionalmente colapsado —un agujero negro— mientras que la teoría de cuerdas sí lo hace.

Muchos físicos han comenzado a cuestionar la veracidad de la teoría de cuerdas. Pero suponiendo por un momento que es verdadera, ¿qué sucedería cuando nazca un agujero negro en el interior del LHC? La sorprendente respuesta es: "no sucedería demasiado". Aun cuando el agujero negro sobreviviera por más de una fracción de segundo (lo cual muy probablemente no sucedería), es casi seguro que saldría disparado hacia el espacio. "Tendría apenas la masa de aproximadamente cien protones y se movería a una velocidad cercana a la de la luz; de modo que alcanzaría la velocidad de escape con facilidad", explica Johnson. Debido a que el agujero negro en miniatura tendría un tamaño menor que una milésima parte de un protón, su atracción gravitacional sería extremadamente débil, lo que lo haría capaz de filtrarse fácilmente a través de la roca sólida sin que siquiera pudiese llegar a tocar —o a succionar— materia alguna. Desde la perspectiva de algo tan pequeño, los átomos que conforman la roca "sólida" son casi enteramente espacio vacío: el vasto espacio entre los núcleos atómicos y los electrones que los orbitan. De modo que un agujero negro microscópico podría atravesar el centro de la Tierra y salir por el otro lado sin causar daño alguno, con la misma facilidad que podría atravesar algo más de 90 metros (300 pies) de terreno suizo. De cualquier modo, acabaría en el vacío casi absoluto del espacio, donde las probabilidades de tocar y succionar materia que lo hiciera crecer hasta convertirlo en una amenaza son todavía más pequeñas.
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En consecuencia, la primera cosa que haría un agujero negro diminuto sería abandonar de manera segura el planeta. Pero hay otras razones, aún más poderosas, por las cuales los científicos creen que el LHC no representa ninguna amenaza para la Tierra. En primer lugar, la mayoría de los científicos considera que un agujero negro creado en el LHC se evaporaría casi con seguridad antes de llegar muy lejos. Stephen Hawking, el físico que escribió Una Breve Historia del Tiempo (A Brief History of Time), predijo que los agujeros negros producen radiación, un fenómeno conocido como Radiación de Hawking. Debido a esta pérdida constante de energía, los agujeros negros finalmente se evaporan. Cuanto más pequeño es el agujero negro, más intensa es la radiación de Hawking, y más rápidamente desaparecerá el agujero negro. Así que un agujero negro mil veces más pequeño que un protón debería desaparecer casi instantáneamente en un rápido estallido de radiación.
"La predicción de Hawking no está basada en la especulativa teoría de cuerdas, sino en principios bien entendidos de la mecánica cuántica y de la física de partículas", dice Johnson.

A pesar de sus fuertes fundamentos teóricos, la radiación de Hawking nunca ha sido observada directamente. Sin embargo, los científicos confían en que un agujero negro creado por el LHC no representaría ninguna amenaza. ¿Cómo pueden estar tan seguros? Gracias a los rayos cósmicos. Miles de veces por día, rayos cósmicos de alta energía colisionan contra las moléculas del aire de la atmósfera terrestre con una energía, al menos, 20 veces mayor que las colisiones más poderosas que pueda producir el LHC. En consecuencia, si este nuevo acelerador pudiese crear agujeros negros que devoraran la Tierra, los rayos cósmicos ya lo hubieran hecho miles de millones de veces a lo largo de la historia de la Tierra.

Y, sin embargo, aquí estamos. ¡Que comiencen las colisiones!

Monday, October 20, 2008

CUPIDO EN EL TERREMOTO DE CHILLAN


Salvador Allende, Radomiro Tomic y Jorge Alessandri, los dos primeros casados y el tercero soltero, compitieron, el 4 de septiembre de 1970, por la primera magistratura de nuestro país. Si le sorprendió la mención del estado civil de los candidatos, es porque no conoce el particular detalle, que impidió que dicha elección quedara registrada entre los records de “Guinness” o entre los “casos increíbles pero ciertos” de “Ripley. Este post trata de ese detalle.

Tengo a la vista un reportaje-entrevista que la periodista Erika Vexler hizo a Salvador Allende durante dicha campaña, publicada como separata de la revista “Ercilla”, del que transcribiré el siguiente párrafo: “En general, (Allende) no le teme a nada en la vida “ni siquiera a las mujeres” (vivía con cinco), pero les tiene pánico a los temblores. Y fue, precisamente, un sismo, que definió su vida sentimental:: conoció a su esposa la noche del terremoto de Chillán. Cosa curiosa, la misma noche conoció Radomiro (Tomic)a su esposa Olaya (Errázuriz). Hortensia Bussi asistía a una función de cine acompañada por un amigo cuando se produjo el terremoto. Salieron, pero luego regresó sola a buscar un par de guantes olvidados. Cuando volvió, su acompañante estaba conversando con Salvador Allende, a quién el terremoto hizo salir de la logia masónica contigua al cine Santa Lucía. Los tres fueron a tomar un café“.

En un reportaje de El Mercurio.com, del 24 de marzo de 2007, “El clan Tomic”, de Margarita Serrano, encuentro la confirmación de lo informado por Erika Vexler. “Tras el terremoto de Chillán, en 1939, Radomiro quedó a cargo de una oficina de auxilio que abrió la Falange. Apareció como voluntaria Olaya Errázuriz. Fue amor a primera vista. La siguió hasta Suecia, donde el padre de la joven era cónsul, y se casaron allá, en 1940”

Aunque no encontré en Internet ningún vínculo entre Jorge Alessandri y el terremoto de Chillán, es evidente que “don Jorge” o “el Paleta”, como lo llamaban sus partidarios y admiradores, no fue flechado por Cupido la noche del 24 de enero de 1939. No sería justo culpar al simpático dios del amor de la mitología romana, ya que el futuro Presidente de Chile tenía ya 43 años, buena pinta, un patrimonio suficiente y un prestigio “público y notorio”. Además no era masón, no le gustaba el cine y se acostaba temprano. Para colmo, y esto pudo ser decisivo, no temía a los temblores, mucho menos si estos se presentaban, descomedidamente, a las 23:32 hrs. Esta última cualidad le permitió afrontar dignamente, como Presidente de la República, el terremoto del 21 de mayo de 1960 y la dura réplica del día siguiente.

Habría sido genial, en un país tan fome como el nuestro, que Cupido hubiere vencido al ángel de la guarda de don Jorge y que éste, despavorido con el terremoto, hubiere bajado corriendo las escaleras del edificio de la Plaza de Armas, en que vivía, para aterrizar en los brazos de alguna de esas damas que suelen pasearse por el kilómetro cero de Santiago, a las 23:35 de la noche.

Thursday, October 16, 2008

LAS DIABOLICAS


Escuche esta noticia en alguna parte y la confirmé en el sitio del CitroClubChile: “La mítica citroneta está de fiesta. Nacido en 1948, en plena posguerra, el “dos caballos” de Citroën está cumpliendo esta semana sesenta años, en los que se ha convertido en una de las leyendas de la industria mundial del automóvil. Para conmemorar tan magna data, la marca francesa y la Ciudad de las Ciencias y la Industria de París abrieron esta semana —y hasta el 30 de noviembre— la exposición titulada “Citroën 2CV 60 años de innovación”.

Cuando escuché esta noticia recordé una de las mejores cintas policiales que he visto, “Las diabólicas”, de Henri-Georges Clozot, del año 1955. Mis recuerdos me indican que las primeras citronetas llegaron a Chile a la época del estreno de dicha película. En ella una pareja de amantes asesina a la esposa del personaje y luego, transportan el cadáver, en un largo viaje, en una citroneta. Mi memoria me dice que, por este motivo, la citroneta fue bautizada popularmente como las diabólicas. Tomen este recuerdo con beneficio de inventario, podría tratarse de un falso recuerdo.

El guión de la película, escrito por Clouzot, se basó en la novela de Boileau-Narcejac “La que no existía”. Los autores del libro son dos destacados escritores franceses de novelas policiales, algunas de las cuales, fueron llevadas al cine, con gran éxito, como el film de Clouzot o “De entre los muertos”, de 1954, convertida en “Vértigo”, por Alfred Hichcock, año 1958, protagonizada por James Stewart y Kim Novak.

Boileau-Narcejac es, pues, un pseudónimo conjunto de Pierre Ayraud, cuyo seudónimo era Thomas Narcejac (1908-1998) y Pierre Boileau (1906-1989).Cuando comenzaron a trabajar en forma conjunta, en 1948, ya eran famosos y ambos habían obtenido el “Prix du Roman d'Aventures: Boileau en 1938 y Narcejac en 1948. Desde el principio se propusieron innovar en el género, creando ambientes propicios y personajes construidos con rigor y profundidad psicológica. Paralelamente, continuaron reinvindicando el género, con ensayos teóricos como “La Novela Policial, Editorial Paidos, Buenos Aires,1968, en la que afirman la autonomía del género.

La novela “La que no existía” fue publicada en 1952. En español hay varias ediciones, entre ellas, la de la Serie Negra, de Editorial Planeta, Barcelona,1985, publicada como “Las diabólicas (La que no existía)”. La novela es precedida de una “Introducción”, en la que Boileau-Narcejac analizan los vínculos de la novela con la película, a partir de las diferencias del novelista, que trabaja con palabras y el director de cine, que trabaja con imágenes. El texto, que termina con un explícito homenaje a Henri-Georges Clouzot, es el siguiente:

“Entre “La que no existía…” y la película que esta novela ha inspirado a G. H. Clouzot, “Las diabólicas”, solo hay una relación, tan ligera que podría considerarse la película ajena al libro, y tan sólida que uno se ve, sin embargo, obligado a reconocer su íntimo parentesco. En realidad ambas desarrollan la misma idea con métodos diferentes, y puede incluso decirse que cuanto más la película se esforzase en mantenerse fiel a la novela, más obligada estaría a apartarse de ella. En este sentido, la película de Clouzot es mucho menos una adaptación que una nueva creación de la que es oportuno subrayar la originalidad.

Los autores del libro han imaginado una novela policíaca clásica, pero en lugar de empezar por el crimen han empezado por la maquinación que conduce a él. El relato está escrito enteramente desde el punto de vista de la víctima lo que constituye la misma esencia del suspense. La angustia nace de la soledad asediada de un ser condenado desde hace mucho tiempo, y es precisamente esa soledad lo que la novela trata de hacer sensible mediante una técnica compleja en sus efectos, pero sencilla por su naturaleza, puesto que no utiliza más que palabras.

En cuanto al director éste trabaja con imágenes y la imagen es mucho más rebelde que la palabra. Imposibles los monólogos interiores, imposible el claroscuro sicológico. La imagen es el modo real, el de los objetos y de los rostros. Clouzot no podía aislar al personaje clave y, no obstante, debía hacer sensible su drama. Le era preciso, pués, inventar una historia en que las imágenes, a su vez. fuésen capaces de mentir sin perder ese carácter de verdad que es la esencia del crimen.

En “El cuervo” la realidad era enigmática; en “El salario del miedo” estaba profundamente corroída por la amenaza de una catástrofe inminente. En este caso se convierte en una máscara. Clouzot, gracias a una intriga notablemente ajustada, alcanza esa perfidia de la imagen que reúne de manera torturante el realismo con el expresionismo. Con ello hace estallar la vulgaridad de la película policíaca y confirma de manera totalmente independiente sus extraordinarias dotes de brujo.

Pero la ambigüedad de la película corresponde a la de la novela. En ésta el mundo es también una máscara y la mentira corrompe invisiblemente hasta los aspectos más familiares de la vida. El héroe del libro es un hombre sobre quién se ha lanzado una maldición y que, poco a poco, se ve aplastado por apariencias que ya no comprende. Los autores han querido en la medida de sus posibilidades, que son modestas, desembarazarse de los lugares comunes de la novela policíaca.

Así, pues, es cierto que Clouzot se ha apartado deliberadamente de nuestra novela. Como todos los grandes creadores, ha hecho gala de una gran independencia. Pero es igualmente cierto que no nos ha traicionado, pues lo que nosotros tratábamos de aportar como novedad es exactamente lo que él ha desarrollado profundizado, ilustrado con esa fuerza, ese punch que caracteriza su estilo. Y porque tenemos una noción exacta de lo que le debemos, hemos querido, al principio de este libro, rendir homenaje al realizador de “Las diabólicas”. Gracias, señor Clouzot”.

Thursday, October 09, 2008

MARTIN VIDAURRE BRAVO, SU CANDIDATO

"Será un ingeniero dice el abuelo,
un gran arquitecto sería perfecto,
y si es un artista que horror un bohemio…"
(De Esperando nacer, Pancho Puelma)

Durante las Fiestas Patrias estuve en Pucón, entre otras cosas, para participar en la proclamación de Martín Vidaurre Bravo, como candidato a Alcalde de dicha Municipalidad. Esta candidatura es testimonial, no fue inscrita oportunamente, e independiente; independiente, lo que se dice “independiente”, no lo es, por cuanto el candidato depende de su comando formado por su padre, Andrés, su madre, María Cristina, su Yoya, su Yaya, sus tatas, sus tías Carola, Carmen y Tannia, por Vanesa, a cargo de sus relaciones internacionales, la señora Tere, y, lo que constituye una novedad, por su mascota Molca, encargada de su seguridad, misión que cumple a cabalidad, pese a tener solo dos meses. Lo de su dependencia, no debe verse como un demérito, por tratarse de un hecho transitorio, por completo ajeno a la su voluntad, siendo preferible atender a sus evidentes fortalezas. El candidato nació en Coyhaique, es decir, es un patagón, avecindado en Pucón desde hace un año. Se trata de un chileno del sur, que sabe de nieves y de lluvias, de ríos y de lagos, de volcanes, de araucarias, de bandurrias y de queltehues. El candidato es, por otra parte, un gran deportista, practica sky y otros dos deportes que no me acuerdo como se llaman, pero que consisten en bajar ríos en balsa y caminar por senderos, pero en inglés; también le interesa el arte (algunas de sus obras son exhibidas en el museo de su casa) y la música (su banda favorita es “Raudales”). También debe interesar a los electores que su lealtad está asegurada desde sus genes. En efecto, uno de sus antepasados, el General Juan Vidaurre, en 1837, después del asesinato de Diego Portales, en el motín de Quillota, que encabezó su primo José Antonio, “combatió eficazmente en las alturas del Barón, bajo las órdenes de Blanco Encalada. Obtuvo, por esta acción, una condecoración y para distinguirlo de su primo José Antonio, se le concedió para sí y para sus descendientes hasta la cuarta generación, el título de "Leal", que usó desde entonces y que ha pasado a sus descendientes, más que como un título, como parte del apellido”. Así, pues, nuestro candidato, dejó de añadir a su apellido el Leal, pero, su condición de tal, está en su historia. Agreguemos que, por su madre, Martín es descendiente de José Miguel Carrera. Y puesto que hablamos de patriotas, digamos que Martín participó activamente en las celebraciones del “18”: marchó en un desfile cívico, cantó la Canción Nacional, bailó cueca, comió empanadas y anticuchos, encumbró volantines. Solo se abstuvo de la chicha, del vino y de la coca-cola, porque es abstemio, aunque tal vez, conociendo al electorado, sería preferible no divulgarlo o si hay que decirlo, por razones de transparencia, hacerlo despacito. La idea fuerza de su campaña es el amor por todo y por todos, por la naturaleza y los seres humanos, lo que tiene que ver con su biografía. El propio candidato definió el slogan de su campaña: “!Oye, te quiero mucho!, lo que revela que, en su fuero interno, prevalece su interés por el bien común y, desde ese particular punto de vista, es superior a otros slogans famosos como aquel “A usted. lo necesito”. Es una lástima que en las próximas elecciones municipales usted no pueda sufragar por Martín; tal vez pueda hacerlo en el año 2012, en el 2016 o en el…, bueno, más adelante. Aunque no figura en las encuestas, es el político con más futuro. Cumplirá tres años a fines de Octubre.

Friday, October 03, 2008

HISTORIAS DE UN DIA HISTORICO


El día 5 de Octubre de 1988 me levanté más temprano que lo habitual, para dirigirme al Instituto Nacional y asumir mis funciones como apoderado general de la opción No, en representación del PPD. El comando decidió llevar un doble control de la votación, de modo que en cada mesa hubo un apoderado de este partido y otro de la Democracia Cristiana y en cada local, dos apoderados generales. Desde que pisé el Instituto sentí que las cosas iban bien, presagiando una jornada victoriosa.´

Cuando concurrí a la oficina de la Delegada Electoral, para registrar mi mandato, tuve una primera grata sorpresa. La abogada Elia Osorio, entonces Secretaria del Segundo Juzgado Civil de Santiago, cargo que desempeñó, por su propia decisión, durante décadas, me recibió con muestras de alegría. Estimó que podía ayudarla a terminar exitosamente su labor, puesto que también ella había perdido la costumbre de participar en este tipo de eventos. Era furibunda partidaria de Pinochet, pero soy testigo de su independencia al momento de ejercer sus prerrogativas. En una oportunidad, me tocó intervenir como abogado, rechazó las presiones del Ministro del Interior de la época, creo que era el General Benavides. La anécdota es la siguiente. Una amiga de mi esposa que estaba casada con un oficial de ejército que llegó a ocupar un alto cargo en el régimen militar, me solicitó que le tramitara su nulidad de matrimonio, que era la vía chilena al divorcio en esa época. Cuando la causa cayó en el Segundo Juzgado informe a nuestra amiga que tendríamos que presentar la demanda de nuevo, puesto que ese Juzgado siempre rechazaba las nulidades. El oficial me informó que ese era su problema y que me preocupara de la tramitación de la causa hasta la citación para oir sentencia y que dejara el resto en sus manos. Tocó la coincidencia que cuando la causa quedó para fallo, doña Elia Osorio estaba subrogando al Juez Titular. Ella misma me dijo, jactanxiosamente, que el Ministro del Interior la había llamado para que acogiera la demanda, lo que, por su puesto, no hizo “porque no aceptaba presiones ni del Papa”. Doña Elia me preguntó cuál era mi pronostico y le respondí que iba a ganar el No pero que todo indicaba que en el Instituto Nacional iba a ganar el SI, porque sólo habían 40 mesas de varones, que correspondían a las primeras inscripciones, practicadas durante el largo periodo en que la oposición al régímen debatía sobre su partición en unos comicios tan extraño a la tradición democrática chilena.

Mi segunda grata sorpresa de la mañana fue conocer personalmente al ex senador demócrata cristiano Alberto Jerez, designado apoderado general en el Instituto Nacional por el PDC. Cuando nos presentamos y le explique como los apoderados de mesa de ambos conglomerados estaban previamente coordinados, se mostró muy conforme y tranquilo, porque no tenía dispuesto estar todo el día en el recinto, como era mi compromiso. Recuerdo que la señora Elia quiso tomarse una fotografía con nosotros para recordar el acontecimiento. Lamento no haberle pedido la copia ofrecida, que habría servido ahora para ilustrar este post.

Tuve una tercera sorpresa. La Radio Cooperativa destinó a Manola Robles, una de sus más destacadas periodistas, para cubrir el Instituto Nacional, donde sufragó el General Pinochet, que votaba, como ustedes adivinaron , en la mesa 1. Con Manola éramos amigos desde nuestra época universitaria. Fue una agradable compañía durante toda la jornada, ya que sólo salimos del local para comprar algo de comida.


Debo agregar una cuarta razón para recordar con agrado ese día. Cuando visitamos la mesa 1, su presidente se levantó para saludarme en privado. Se presentó, creo recordar que su apellido era Zúñiga, como militante radical. Era muy extrovertido y rebozaba de optimismo. Según me contó, se inscribió tan pronto se abrieron los registros, antes que su partido lo autorizara, porque estaba seguro que esta decisión era el comienzo del fin de la dictadura. Como este día había llegado, él estaba de fiesta. Se hizo elegir presidente de la mesa, valiéndose de su personalidad avasalladora. Parado sobre su silla dirigió la votación de Pinochet, que llegó al local en medio de un enjambre de partidarios, de personal de seguridad, curiosos, periodistas de radio y televisión. Vi desde lejos al presidente de la mesa gesticulando y gritando para imponer orden, siempre a una mayor altura que el sufragante. mirándolo hacia abajo. Todo un símbolo.

La jornada fue tranquila. La gran mayoría de los ciudadanos votaron durante la mañana. No hubo incidentes de ninguna naturaleza, salvo el desmayo de un soldado que estaba de guardia en el recinto.

Cuando concluyó la votación y tuvimos las 40 actas en nuestras manos, el encargado de los apoderados de mesa y yo salimos del recinto para dirigirnos al Liceo de Niñas Nro. 1, en la calle Compañía, donde debía reunirme con los apoderados generales de los otros recintos de la comuna. Lo primero que nos llamó la atención fue que el centro se encontraba cerrado, las calles estaban vacías, circulaban muy pocos vehículos y, lo más notable, los Carabineros habían desaparecido. Cruzamos la Alameda y entramos por Morandé hasta Moneda y allí cruzamos la Plaza de la Constitución en diagonal. En la plaza había un destacamento militar en tenida de combate y armada. Cuando nos vieron venir, se interpusieron en nuestro camino y tuvimos que pasar entre los soldados, con el alma en un hilo.

Estábamos en el momento culminante de un proceso. Mucha gente estaba segura que Pinochet no aceptaría una derrota en las urnas. La presencia militar en las calles era una pésima señal. Cuando llegamos al Liceo 1 entregamos las actas, que alguien, junto a las de los otros recintos de la comuna de Santiago, traslado al comando. Regresamos a nuestras con la preocupación, sin saber lo que estaba ocurriendo en el país a esa hora. Oscar Peluchonneau, que vivía en el mismo barrio, nos llevó en su auto, a Gustavo Horvitz, Carlos Zenteno y a mí. Ya en casa, pude sumarme a los millones de chilenos que esa noche siguieron las alternativas del plebiscito, hasta el momento en que el General Pinochet aceptó finalmente su derrota.
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