Sunday, July 02, 2006

ODA A LOS LENTES DE CONTACTO


Me preguntaron una vez cuál era mi invento favorito y contesté, sin vacilar, los lentes de contacto. Ya he contado por ahí que yo desde niño sufrí de una miopía muy alta, lo que me obligaba a usar lentes ópticos. Estos lentes me creaban dos problemas, por su grosor tendían a quebrarse en el centro, aunque, en verdad, este era un problema para los ópticos, y, precisamente a causa del grosor de los lentes, mis ojos, además de grandes, se me desorbitaban.

Por esas rarezas del destino, ambos problemas se me hicieron evidentes el mismo día en que hice el amor por primera vez.

Ese día, antes de ir a casa de mi novia pase por la óptica Hammersley, a retirar mis nuevos lentes ópticos. Resulta que estaba usando unos lentes con cristales verdes, para el sol, pero no me había acostumbrado y quería tener anteojos con cristales normales. Don Andrés sacó los anteojos de un sobre y me los entregó. Al ponérmelos me encontré que los dos cristales tenían un hoyito circular al centro. Trate de mirar de un lado a otro, haciendo circular mis ojos para evitar los hoyitos, pero cada vez que dejaba de moverlos, la mirada, porfiadamente, se me iba por los agujeros. Cuando comprendí que usar los anteojos de ese modo iba a crearme un problema, conté hasta tres y, luego, con serena firmeza y viril energía miré fijamente a don Andrés (por los hoyitos) y le dije: “Don Andrés, le exijo que me haga un buen descuentos por estos lentes porque Ud. comprenderá que... “. No alcancé a terminar la frase y don Andrés me interrumpió bruscamente: “No, de ninguna manera...” Al escuchar el “no” me enfurecí y estaba dispuesto a ir al Sernac a hacer una denuncia, cuando agregó “Le voy a hacer los lentes de nuevo, venga la próxima semana a buscarlos”. Me explicó, luego, que como los cristales eran tan gruesos, al pulirlos, tendían a romperse en el centro. La promesa de don Andrés impidió que el Sernac naciera cuarenta años antes.

De la óptica me fui a la casa de mi novia y, llegando, le conté lo ocurrido con mis anteojos. Mi novia, que estaba sola, se puso muy feliz y me dijo que teníamos que hacer el amor de inmediato, porque mi relato la había excitado tanto, que no podía esperar un segundo más. Con el tiempo descubrí que esta fue una chiva, y que si hubiera llegado contándole que me había comprado un abrigo en la Farmacia Ahumada, aunque estábamos en verano, se habría excitado igual.

Nos desnudamos y nos metimos a la cama. Estábamos haciendo el amor con frenesí cuando, de pronto, mi novia me miró y me dijo: “Amor, ¿te acuerdas que cuando nos metimos a la cama tu me pediste que me sacara los zapatos?”

Yo tengo muy mala memoria, pero de eso me acordaba perfectamente. Mi novia se había lanzado a la cama completamente desnuda pero con zapatos. Yo me la quedé mirando, sorprendido e incómodo, puesto que soy muy pudoroso y estaba allí desnudo, mirándola, atragantado con las palabras, de pié y, por supuesto, sin zapatos, que, sea dicho de paso, fue lo primero que me saqué. Comprendí que nunca podría apartar mi vista de sus zapatos, lo que haría particularmente difícil encontrar una posición que me permitiera hacerle el amor en esas condiciones. Como no solo soy corto de vista, sino también corto de genio, me costó tomar la decisión de pedírselo, pero finalmente, pude sacar la voz y decirle: “Amor, ¿te podrías quitar los zapatos?”

“Te acuerdas, verdad?”, me insistió, ante mi silencio, ya que en vez de contestarle, me había puesto a contarles a ustedes lo que sucedía. “Si, por supuesto”, dije. “Te podrías sacar los anteojos?”, y agregó, para fundamentar su solicitud: “Con esos lentes me parece que estoy haciendo el amor con el General Pinochet...” Me lo dijo despacito como para que yo no saliera arrancando. Bueno, en realidad me dijo a gritos, pero sucede que, con los nervios, no encontré en el teclado los signos de exclamación. Me he preguntado muchas veces como supo mi novia que al General le iban a tomar la foto esa... Uno de estos días pienso contestarme, aunque tal vez sería mejor preguntárselo a mi ex novia. Me tinca que mi esposa no me va a dejar hacerlo, bueno, ahí vemos.

Todavía no les cuento lo peor...

No habían pasado cinco minutos, cuando mi novia en pleno amor me interrumpió de nuevo y me dijo: “¿Amor? ¿Te molestaría ponerte los anteojos de nuevo?

Entonces perdí la paciencia, no solo me puse mis anteojos, también la ropa, y me fui a la óptica, para que me hicieran mis primeros lentes de contacto.

CARTA AL SEÑOR BROWN


Estimado Sr. Brown:

No obstante que lo suyo es la literatura comercial, que privilegia el factor “ventas” por sobre la calidad literaria, punto en el que están de acuerdo “moros y cristianos”, no pude substraerme a la polémica sobre el “Código da Vinci”, que, afortunadamente para sus acciones, se renueva una y otra vez. La designación del Cardenal italiano Tarsicio Bertone, como nuevo Secretario de Estado del Vaticano, permitió al periodismo mundial recordar que dicho eclesiástico calificó su novela como “un saco lleno de mentiras”, cargo que Ud. difícilmente podría eludir.

En este mismo blog dije que el secreto supuestamente revelado en la novela era de pacotilla. Lo que me incomoda es que se pierda la oportunidad de discutir sobre temas de fondo que tienen que ver con la influencia de la religión en la vida cotidiana de los hombres, dando por establecido el supuesto de su necesidad y la superioridad moral de sus valores.

Este tipo de consideraciones, por supuesto muy íntimas y personales, me lleva a sugerirle un tema para una próxima novela, que atendida su conocida disposición intelectual y comercial, a enfrentar este tipo de desafíos, podría emprender, sin correr el riesgo de ser acusado de falsificación.

Sr. Brown, encargue a sus asesores históricos un estudio sobre San Cirilo de Alejandría (376-344). Este Patriarca de la Iglesia enfrentó en su vida dos batallas decisivas.

En las postrimerías del Imperio Romano, año 412, Cirilo fue designado Arzobispo de Alejandría, la ciudad fundada por Alejandro Magno, en Egipto. Los reyes Ptolomeo I y II, la convirtieron en el centro de la cultura y de la inteligencia del mundo antiguo. Su biblioteca llegó a tener según los historiadores cerca de un millón de rollos, que comprendían todo el conocimiento acumulado por la humanidad hasta el siglo V. Poco tiempo después de su designación, Cirilo emprendió su batalla contra el “paganismo”. La última directora del Museo, fue una mujer excepcional, que se negó a convertirse al cristianismo. Cirilo ordenó su muerte, la que fue ejecutada en el año 415, cuando una turba religiosa asaltó el carruaje en que Hipatía se dirigía al Museo, como lo hacía cotidianamente. La muerte de Hipatía fue atroz, murió desangrada al ser desollada viva. Poco después, las turbas católicas de Cirilo incendiaron la biblioteca y arrasaron el Museo, con una perdida patrimonial para la humanidad sin precedentes en la historia. Esta fue la primera victoria de San Cirilo.

Conocí esta historia, señor Brown, porque Carl Sagan, en su libro “Cosmos” rindió un elocuente homenaje del mundo científico contemporáneo a los Ptolomeo y a Hipatía. Mi curiosidad me hizo investigar este caso, y, de paso, conocer en que consistió la santidad de Cirilo. Así supe de su segunda batalla: su lucha contra el “nestorianismo”. En el concilio de Efeso, año 431, Cirilo de Alejandría encabezó la lucha de los partidarios de la doctrina que proclama a María la “Theotokos”, Madre de Dios “no porque ella existiese antes que Dios o hubiese creado a Dios, .Dios es eterno y María Santísima es una criatura de Dios. Pero Dios quiso nacer de mujer. La persona que nace de María es divina por lo tanto ella es madre de Dios”. El “nestorianismo”, en cambio, postulaba “la existencia de dos personas separadas en Cristo encarnado: una divina (el Hijo de Dios); otra humana (el hijo de María) unidas con una voluntad común. . Toma su bombre de Nestorio, patriarca de Constantinopla quién fue el primero en difundir la doctrina”. (Las citas precedentes están tomadas de un sitio católico de internet: http://www.corazones.org/).
La doctrina de Cirilo se transformó en el concilio de Efeso en “dogma” de la Iglesia Católica y el “nestorianismo”, en una “herejía”.

Bueno, Dr. Brown, lo más probable es que quedemos empatados. Yo no leí su libro y Ud. no leerá mi carta. Es una pena, porque éste si sería un gran tema para una novela histórica.

Atte.

Línea de Flotación


Y...ERA INMORTAL

Hace algún tiempo, recorriendo blogs en internet, entré uno que me pareció atractivo. Entre los spots publicados anteriormente en dicha página había uno cuyo título atrajo mi atención, algo así como “La muerte de Pinochet”. Era una simulación de la noticia del fallecimiento de Augusto Pinochet Ugarte, con un registro riguroso de los cargos que se le han formulado por violaciones a los derechos humanos y otros que todos conocemos.

Esta publicación me recordó una anécdota. Entre mis clientes importantes, está un amigo que fue fervoroso partidario del susodicho militar, aunque, últimamente, prefiere tomar el tema a la chacota. Estábamos terminando una reunión de negocios con un matrimonio muy empingorotado y añoso. Como siempre ocurre en estos casos, los ánimos se distendieron y de pronto nos encontramos conversando sobre Pinochet. El marido hizo algunos elogios a la forma como Pinochet había resuelto no se que problema y la esposa se voló en una arenga sin destino. Aparentemente esperaban que nos sumáramos al insólito e inoportuno homenaje, pero mi amigo no encontró nada mejor para acortar la ceremonia que decirles: “Tengan cuidado con mi abogado que es un comunista disfrazado de demócrata cristiano” y se puso a reír, como sugiriendo que se trataba de una broma. La señora en cuestión no me dio tiempo de entrar a defenderme, cosa que yo de todos modos iba a rehuir. Me miró y me dijo sonriendo, pero sin claudicar: “No importa, el General Pinochet es inmortal”. Haciendo como que todo estaba dicho me limité a decir algo así como “bueno, eso lo dirá el tiempo”.

Pensándolo bien, creo que la señora de marras estaba en lo cierto, puesto que ella no se refería ni “al alma” ni a “la obra” del general, sino solamente a “su vida”. Todo indica que Pinochet es inmortal y que la nota fúnebre del blog en cuestión deberá esperar, eternamente, por su actualidad.

Esto es algo que ni los peores enemigos de Pinochet le desearon jamás. Ni siquiera lo pensaron.

VEINTE AÑOS...

Alguien canta “que veinte años son nada” y alguien escribe “Yo tenía 20 años. No permitiré que se diga que es la época más hermosa de la vida”. Paul Nizan, el amigo entrañable de Jean Paul Sartre, escribió “Aden Arabia, un relato de su descubrimiento de la condición humana, a los veinte años. Nizan murió en el año 1940, a los 35 años, en el frente de Dunkerque. Poco tiempo antes, luego de una militancia de doce años en el Partido Comunista francés lo abandona y sus ex camaradas lo condenaron al olvido intelectual. Sartre escribió un largo e intenso prólogo para las ediciones posteriores de “Aden Arabia” para rescatar su obra literaria y filosófica.

Pablo Neruda era un joven estudiante del Instituto Pedagógico cuando, a los veinte años, la Editorial Nascimento publicó uno de sus libros de poemas más populares en el mundo entero: “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”. Un año antes, se editó “Crepusculario”.

Yo cumplí veinte años en 1959. ¿Cómo debo recordar esa época?

“El día 1° de Enero de 1959 comenzó flojo en informaciones hasta que a mediodía los teletipos hicieron cascabelear sus timbres de atención y llegaron los “urgente” de La Habana. El golpeteo de las teclas sobre el carro automático de la máquina, puso, letra a letra, los nervios en tensión. “Renunció Batista”. “El Presidente huyó a República Dominicana”. “Se organizó una Junta de Gobierno”. “Fidel Castro ordena seguir la guerra”. “Huelga general en Cuba”. “Los miembros de la Junta están prisioneros” En la tarde del día primero de Enero de 1959, en las redacciones de los diarios nadie entendía nada de lo que ocurría en Cuba. Los archivos periodísticos tampoco aclaraban gran cosa la situación, fuentes fidedignas aseguraban que Fidel Castro era un mito, que había muerto hacía tiempo, que jamás había existido..., que avanzaba sobre La Habana. El día 2 de Enero se supo que efectivamente Fidel Castro avanzaba con sus tropas sobre La Habana en tren de guerra y conquista... En la noche comencé las gestiones para viajar a Cuba”.

Un breve alto para explicar mi fuente. Todos tenemos o hemos tenido algún hobby. El mío fue siempre la lectura y, además, muy joven, comencé a formar mi propio archivo donde guardaba recortes de diarios y revistas, folletos, separatas, ediciones completas que tuvieran interés para mi. Dicha información la guardo en carpetas por orden alfabético que repletan dos kardexs, de cuatro cajones cada uno. Así pues, tengo a la mano una cantidad impresionante de datos e informaciones que, desde mi óptica particular, tienen que ver con mi vida, en cuanto son reflejo de mis inquietudes intelectuales de siempre. Si comparo las informaciones que contienen mis archivos con las que puedo encontrar en internet, diré que a veces la mía es (todavía) superior.

Volvamos a Cuba. El texto citado, es uno de los reportajes, en este caso, del periodista Rafael Otero Echeverría, incluidos en la edición especial de la revista “7 Días”. del 11 de Marzo de 1966.

Aparentemente, la prensa nacional e internacional no tomó el derrocamiento de Fulgencio Batista con el mismo interés que Rafael Otero. En mi archivo encontré un recorte de “El Mercurio”, publicado el primero de Enero de 1960, que reproduce un cable de la AFP, agencia de prensa francesa, con la cronología de los hechos más relevantes ocurridos durante 1959. En dicho recuento solo hay dos menciones a la situación cubana, ambas del mes de Enero: “1: Es derrocado en Cuba Fulgencio Batista”. “8: Fidel Castro entra a La Habana”. Un año después, en su primera edición de 1961, la Revista “Ercilla” entrevistó a los directores de diez diarios nacionales. Les consulta por las noticias positivas y negativas del año. Los directores concluyen que la mejor “es la solidaridad extranjera por los sismos”. La sigue otra relacionada con la anterior, “el control del Riñihue”. Las peores noticias del año fueron “los sismos de Mayo”, (conclusión obvia) y, oh¡, sorpresa, “4°, Influencia del P. C. en Cuba”.

Al parecer nadie en el mundo consideró el derrocamiento de Fulgencio Batista como una “movida” en el tablero de ajedrez de la “guerra fría”. Para el gobierno norteamericano, sin embargo, era un “cambio” en la región que nadie le consultó y que por tanto no aprobó previamente, con el agravante que dejó fuera de combate a uno de sus esbirros más sanguinarios, por lo que necesitaba actuar con urgencia para asegurar la protección de sus intereses económicos y políticos en la isla.

Fidel Castro no era un mito ni un fantasma, sino un hombre de carne y hueso, como diría Unamuno. Siendo un joven abogado de 21 años, junto a un reducido grupo de compañeros, el día 26 de Julio de 1953 atacó el cuartel Moncada, de Santiago de Cuba, acontecimiento que si bien fue un fracaso militar, constituyó el inicio del proceso que culminó con el derrocamiento del dictador.

El 10 de Marzo de 1952, cuando faltaban sólo 80 días para los comicios presidenciales, Fulgencio Batista derrocó a Carlos Prío Socarráz, evitando, de este modo, un seguro triunfo del Partido del Pueblo Cubano, cuyo fundador, Eduardo Chibas se había suicidado un año antes, frente a los micrófonos de una radioemisora, como un gesto desesperado por generar un gran repudio a la corrupción imperante. Fidel Castro era uno de los dirigentes juveniles de este partido, e incluso candidato a diputado en las elecciones truncadas.

El golpe militar de Batista fue impuesto al país resignado a vivir en medio de la corrupción. La única y notable excepción fue la protesta del joven Castro, quién presentó ante el Tribunal de Cuentas de La Habana un requerimiento contra Batista.

Luego del frustrado asalto al cuartel Moncada, Castro fue hecho prisionero y sometido a un juicio en el que se cometieron todo tipo de irregulares, por lo que debió asumir su propia defensa. Su alegato ante la Corte fue publicado con los años, bajo el título de “La Historia me Absolverá”. Fidel Castro, a los 21 años, era un político idealista y liberal; no era, en modo alguno, un socialista o marxista encubierto. Si lo hubiera sido lo habría proclamado abiertamente, habría estado en su derecho.

En su alegato, luego de hacer una extensa relación de la situación política y económica imperante en la isla bajo el régimen imperante, Fidel justifica desde el punto de vista de su ideología política, su lucha por la democracia:

En un estilo peculiar, que conserva hasta hoy, narra acontecimientos desgarradores para los cubanos, como si se tratara de una fábula: ”Os voy a referir una historia. Había una vez una República. Tenía su Constitución, sus tribunales; todo el mundo podría reunirse, asociarse, hablar y escribir con entera libertad. El gobierno no satisfacía al pueblo, pero el pueblo podía cambiarlo y ya sólo faltaban unos días para hacerlo. Existía una opinión pública respetada y acatada y todos los problemas de interés colectivo eran discutidos libremente. Había partidos políticos, horas doctrinales de radio, programas polémicos de televisión, actos públicos y en el pueblo palpitaba el entusiasmo. Este pueblo había sufrido mucho y si no era feliz deseaba serlo y tenía derecho a ello. Lo habían engañado muchas veces y miraba el pasado con verdadero terror...Deseaba un cambio, una mejora un avance, y lo veía cerca. Toda su esperanza estaba en el futuro. ¡Pobre pueblo¡ Una mañana la ciudadanía se despertó estremecida; a las sombras de la noche los espectros del pasado se habían conjurado mientras ella dormía, y ahora la tenían agarrada por las manos, por los pies y por el cuello. Aquellas garras eran conocidas, aquellas fauces, aquellas guadañas de muerte aquéllas botas... No, no era una pesadilla; se trataba de la triste y terrible realidad: un hombre llamado Fulgencio Batista acababa de cometer el horrible crimen que nadie esperaba. Ocurrió entonces que un humilde ciudadano de aquel pueblo, que quería creer en las leyes de la República y en la integridad de sus magistrados a quienes había visto muchas veces ensañarse muchas veces contra los infelices, buscó un Código de Defensa Social para ver que castigos prescribía la sociedad para el autor de semejante hecho. Sin decir una palabra a nadie, con el Código en una mano y los papeles en otra, el mencionado ciudadano presentó un escrito denunciando los delitos y pidiendo para Fulgencio Batista y sus 17 cómplices la sanción de 108 años de cárcel como ordenaba imponerle el Código de Defensa Social con todas las agravantes de reincidencia, alevosía y nocturnidad”.

Después de una breve referencia al derecho a la rebelión, finaliza su alegato con una insólita petición: “Termino mi defensa, no lo haré como hacen siempre todos los letrados, pidiendo la libertad del defendido; no puedo pedirla cuando mis compañeros están sufriendo ya en Isla de Pinos ignominiosa prisión. Enviadme junto a ellos a compartir su suerte...”. “Condenadme, no importa, la historia me absolverá”

En 1959 intenté entrar a la Universidad sin éxito, de modo que me tomé un año semisabático: Me dediqué a hacer trabajos esporádicos, a leer y a prepararme para dar un nuevo examen de admisión a la Escuela de Derecho. No tengo muy claro porqué tomé esta decisión: más que el derecho me interesaban la literatura o la filosofía. En el liceo no tuve profesores de castellano, de historia o filosofía que me estimularan en esas áreas; al revés, parecían tener como propósito deliberado ocultar a sus alumnos mundos maravillosos que descubrí por mi cuenta.

La revolución cubana tuvo una influencia decisiva en la formación de mi pensamiento político de izquierda, que se consolidó con mi ingreso a la Universidad.

Hablamos de juventud, de sueños, ideales, utopías, de la única enfermedad que se cura con los años.

LI PO ANTE EL VINO DE MI COPA


El viento viene del Este
en un palanquín de seda.
Riza el vino de mi copa
el viento de primavera.

Bajo la lluvia de pétalos
de las ramas desprendidos,
como las rosas abiertas
está tu rostro en el vino.

¿Has pensado cuantos años
las glicinas, los almendros,
florecerán tras tus rejas
iluminando tus sueños

Es hora, niña, que dance El sol
camina al ocaso;
la tarde se va, en la noche,
la juventud, en los años.

La vida, niña algún día
blanqueará nuestros cabellos.
Amor y vino en las copas
antes que se marche el tiempo.


La primera vez que escuché el nombre del poeta chino LI PO, conocido también como Li Tai-pé, fué en un programa nocturno que muchos años atrás, cuando aún no existía la televisión, trasmitía la Radio Nuevo Mundo. Se llamaba “Poker de Ases”, y consistía en charlas de cuatro panelistas que trataban en cada emisión temas de carácter cultural. A pesar del tiempo transcurrido recuerdo con precisión el nombre de tres de ellos: el escritor Juan Enrique Délano, el periodista Alfredo Taborga y el profesor Carlos Fortín. Lo curioso es que no me acuerdo del cuarto integrante; es posible que en cada programa se invitara especialmente a un cuarto panelista.
En uno de estos programas, Juan Enrique Délano disertó sobre LI PO, de su obra, de su vida y de su fascinante personalidad. Fue el poeta más famoso y popular de la dinastía Tang, considerada la época de oro de la poesía china. Vivió entre los años 762 y 701. Un historiador de la literatura antigua, Klabund, sostiene que fué el más grande de los poetas líricos “de todos los tiempos y de todos los pueblos”.

Las mismas anécdotas que contó Juan Enrique Délano, esa noche, las encontré años después en la obra de Klabund “Historia de la Literatura”. Li Po fue inmensamente popular, sin distinción de clases sociales. Frecuentaba los palacios de los príncipes y del Emperador, que se consideraba su amigo y lo colmaba de honores. Se cuenta en la tradición china que el Emperador, quién le había proporcionado un empleo en palacio y una renta, después de una orgía, transcribió con su propia pluma un poema que el poeta, completamente borracho, le dictó. En otra oportunidad, el Emperador entusiasmado con el genio del poeta, le regaló un traje de su propio guardarropa, el más alto honor que podía concederle. Li Po quiso compartir dicho honor con la gente que lo amaba, y recorrió las callejuelas y las tabernas de la ciudad. Se cuenta que, vestido con su traje imperial, ya ebrio de tanto brindar, se hizo rendir acatamiento como un Emperador y pronunció encendidos discursos, ante el pueblo congregado en torno suyo, hasta quedar tendido en algún lugar, en medio de la noche.

Li Po murió ebrio, ahogado durante una excursión nocturna, al caer de una embarcación al mar. Una advertencia final: Cuando Li-Po habla del vino, se refiere a un licor que se extraía del arroz y no de la vid.

SARAMAGO Y LA IZQUIERDA

José Saramago, Premio Nobel de literatura, es hoy uno de los intelectuales de izquierda más respetados en todo el mundo, aunque, en rigor, no sea un teórico o un ideólogo. Sus ideas sobre temas de actualidad son apreciadas en la prensa mundial por su lucidez, producto, a su vez, de una reflexión sin pausa. Sólo a modo de ejemplo cabe mencionar sus reflexiones sobre los atentados contra las Torres Gemelas, de Nueva York, publicadas en “El País”, de España, bajo el nombre “El factor Dios”, que se encuentra publicado en varios sitios de internet.

En una extensa entrevista que concedió al periodista argentino Jorge Halperín, publicada como libro, por “Le Monde Diplomatique”, en el año 2002, bajo el título: ”Conversaciones con Saramago””, el escritor portugués, en un lenguaje coloquial, se refiere a la crisis de la izquierda en el mundo de hoy. Quiero reproducir algunas de sus afirmaciones, en respuestas a las preguntas del entrevistador, que estimo de evidente actualidad:

“Las izquierdas son campos en ruina. Porque, mire, son muchas las crisis del mundo, pero hay una crisis que es la más grande de todas, que es la crisis de ideas. No hay ideas. Quiero decir, ideas hay. Hay gente que las tiene, que las expresa y todo eso. Pero lo que no hay son ideas que reúnan a la gente y no se puede hacer nada si Ud. no tiene una idea donde la gente se encuentre, alrededor o compartiéndola. Entonces esto, cuando se trata contra la derecha, no tiene mucha importancia, porque la derecha no necesita ideas. Pero tiene consecuencias graves para la izquierda porque la izquierda no puede vivir sin ideas Y la verdad es que algunas de ellas se agotaron. Otras quizás estén ahí esperando una resurrección, en condiciones distintas, claro”

Mas adelante se explaya en torno al fracaso de la izquierda: “Mire, el fracaso de las izquierdas se ve en lo siguiente: la derecha, cuando por motivos de estrategia política se va al centro... pues, no por eso deja de ser derecha. Y no engaña a nadie. Pero cuando la izquierda se va al centro deja de ser izquierda. Ese es el problema. Si la izquierda se va al centro, en nombre de una política supuestamente necesaria en un momento determinado argumentando que los tiempos no marchan hacia la radicalización -siempre hay una excusa para eso-, entonces la izquierda se va al centro, y a partir de ese momento se desmembra, pierde identidad. La derecha no pierde nunca su identidad. La izquierda puede perderla fácilmente.”

¿Y Ud. compañero, que opina? Por el momento me reservo mi opinión...
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