Thursday, April 26, 2007

DIAS, VIDAS Y LIBROS




Se ha celebrado, recientemente, el Día Internacional del Libro. Este blog se suma a esta festivIdad, con un homenaje muy personal:

Mis libros constituyen mis bienes más apreciados. Hace algún tiempo hice un inventario y contabilicé alrededor de 1.800 ejemplares, Doy el dato sin jactancia, puesto que si bien estoy conciente que este número es significativo, se que es modesto en comparación con otras bibliotecas personales. En caso de una comparación desfavorable, diré, a mi favor, que en los últimos años debí reducir mis lecturas, y en consecuencia mi interés por la adquisición de libros, debido al aumento de mi miopía, que ya era muy alta.

Comencé a reunir mis libros siendo niño. Conservo algunos que mi madre me compró por su propia iniciativa o porque los solicitaron en el en el colegio, como algunos de Mark Twain, Julio Verne, Jack London, Walter Scott o Robert Louis Stevenson.

Mi incipiente biblioteca tuvo un fuerte incremento en los años 60. De una parte, comencé a percibir ingresos por trabajos ocasionales, primero y, luego, en forma estable, como procurador en un estudio jurídico. Empezaron en esta época mis peregrinajes por las librerías de Santiago, especialmente las de viejos de calle San Diego.


Por razones familiares en esa época conocía a don Pedro Salvo, esposo de doña Amanda Ciudad, una ex compañera de curso de mi tia Evangelina, que era dueño de la “Librería Chilena”, ubicada en Alameda Bernardo O’Higgins, entre Serrano y Londres. Don Pedro tenía un sistema novedoso de ventas. Se trataba de un recinto pequeño, con estanterías en los muros y tres mesones, repletos de libros, con sólo tres precios. actualmente de 1.000, 2.000 y $ 3.000. Pedro Salvo era un personaje extraño. Se jactaba que nunca leyó un libro. “Yo los vendo, no los leo”, decía socarronamente. Alguna vez le pregunté como sabía que libros debía vender y me dio una respuesta insólita: su asesor literario era un gordito, que atendía al público y que, yo lo había constatado, no tenía idea de libros. Así y todo su negocio marchaba de viento en popa. Don Pedro tenía dos debilidades: le gustaba comprar relojes y whisky. Un día presencie una discusión entre el librero y un vendedor de whisky. Don Pedro le reprochaba la última vez le había vendido whisky falsificado. El vendedor le aseguró que esta vez estaba seguro de la procedencia del licor y que no tendría problemas. Don Pedro decidió darle al falsificador de whisky una nueva oportunidad. Cuando se fue, don Pedro me contó con toda ingenuidad, que el tipo siempre hacía lo mismo. Le comenté que no se le podía culpar por cuanto era evidente que “solo vendía el whisky, que no lo bebía”. Cuando don Pedro murió, su hijo se hizo cargo del negocio e instaló una sucursal en Huérfanos, entre Mac Iver y Miraflores. Recuerdo con simpatía al viejo Salvo. En su librería compré una parte importante de mis libros, siempre al contado, ya que a pesar que me conocía por años, nunca me aceptó cheques ni me rebajó un peso.

En el año 1962 comencé a trabajar en la oficina del abogado Oscar Waiss, de quién hablé anteriormente. Su estudio era visitado por mucha gente, políticos, parlamentarios, dirigentes sindicales. Uno de ellos era un vendedor de libros, Alberto Moreira. Mantenía con Waiss una cuenta corriente. Cada vez que pasaba por la oficina lo hacía cargado con un grueso maletín donde traía sus libros. Oscar Waiss muy serio, se trataba de una ceremonia, revisaba los textos, separaba los que le interesaban. Alberto anotaba los títulos, sacaba cuentas, recibía abonos, cerraba su maletín y se iba. Entre ellos había una cierta amistad. Alberto tenía una cartera de clientes importante, la flor y nata de la intelectualidad de izquierda de Santiago. En su nómina de clientes figuraban muchos personajes conocidos de la época. Como era obvio, rápidamente ingresé a la nómina y a la cuenta corriente libresca. A Alberto le compré algunos de los textos más interesantes, ya que su especialidad era la filosofía, historia, sociología, política, siempre de alto nivel intelectual. Muchos de esos libros no se podían comprar en las librerías, simplemente no estaban. Su éxito como vendedor de libros fue tan grande, que, en definitiva lo sepultó. Como era conocido en los círculos intelectuales de la izquierda, uno de sus clientes lo recomendó a una editorial española que se estaba expandiendo a América Latina: “Siglo XXI”. Esta editorial tenía un catálogo de autores del mejor nivel, que abarcaba las áreas más importantes del conocimiento. Alberto fue designado representante de la empresa. Se le otorgó un crédito cuantioso. Se instaló en el segundo o tercer piso de un edificio de la calle Moneda, donde en los bajos funcionaba un antiguo restaurante naturista de Santiago. Yo visité sus oficinas y vi una cantidad impresionante de títulos. Para venderlos, Alberto Moreira contrató vendedores y, hasta ahí no más llegó. Si hubiera contado con unos 20 albertomoreiras, se habría hecho rico, pero imposibilitado, como estaba, de atender personalmente a su cartera de clientes, nunca pudo sacarle trote a su gente. El destino le tenía preparada otra sorpresa. Cuando intentaba recuperar su cartera de clientes, después de su experiencia empresarial, fue asesinado, en pleno centro de Santiago. Transitaba por la calle La Bolsa, a plana luz del día. Un individuo le solicitó fósforo o una moneda, Al parecer Alberto Moreira se rehusó o no se detuvo, siendo atacado por el delincuente, que lo mató de una puñalada. Me resulta imposible tomar algunos de los muchos libros que me vendíó, sin sentir un cierto estremecimiento.

Cuando se produjo el golpe militar del año 1973, mi amigo Hernán Rosenkranz vivía con su esposa, Viviana Latorre, en un departamento del piso 21, de la Remodelación San Borja, con frente a Marcoleta y Portugal. Hernán tomó la decisión inmediata de exiliarse y comenzó los preparativos para radicarse en Inglaterra, donde vive hasta hoy. En esa época me ofreció arrendarme su departamento, con el compromiso que me quedaría con sus libros, hasta que decidiera pedírmelos. Se trataba de una parte mínima de su biblioteca, que estaba en la casa de su madre, en la calle Macul, alrededor de 100 ejemplares. Para evitar confundirlos con los míos, a cada libro le puse en una esquina de la primera página, las iniciales de Hernán. Con Hernán teníamos una gran afinidad, de modo que todos sus libros me interesaban y, por decirle de alguna manera, se integraron armónicamente con los míos. Hernán nunca reclamó sus libros, de modo que entiendo me pertenecen.

Además de los libros de Hernán, como consecuencia de los mismos hechos, llegó a mis manos alrededor de 50 libros que pertenecieron a Belarmino Elgeta y a su esposa Yolanda Pinto. De Belarmino escribí mis recuerdos de la campaña de 1970, donde hablé de su familia, de la terrible represión de que fueron víctima del régimen militar. Cuando se produjo el golpe militar, Belarmino Elgueta se encontraba en Argentina y no pudo regresar a Chile, pese a sus esfuerzos. Uno de sus hijos, Martín, había sido detenido por militares y su madre, Yolanda, dedicó años a golpear las puertas de los cuarteles buscando informaciones de su paradero. En la época vivía en un departamento de la misma Remodelación al cuál se había trasladado, después del golpe. Cuando la encontré, me contó su sufrimiento por la división de su familia y por la desaparición de su hijo y de su lucha por encontrarlo. Era una mujer madura, muy valiente, que nunca se doblegó ante la injusticia. Yolanda, de paso me contó que su casa había sido allanada varias veces y que había escondido algunos libros para “salvarlos de las llamas”. Como mostré interés en el tema, Yolanda me manifestó que estaría feliz que yo me quedara con ellos. Así pues, llegaron a mis manos sus libros, los puse a salvo y los conservo, en su memoria, hasta hoy. .

Alberto Moreira, a fines de los años 70, me presentó a doña Andreína Pacheco, entonces Gerente General de “Fomentor”. Se trataba de una editorial chilena que pertenecía, en realidad, a la Seix-Barral, de España, la que la administraba por interpósitas personas. Por razones de amistad con algún escritor chileno radicado en España, la editorial la había dejado cargo de sus negocios en Santiago. En esa época se le había solicitado desde España que se hiciera cargo de los preparativos para disolver “Formentor” y constituir una nueva empresa cuyos socios serían las editoriales españolas “Seiz-Barral” y “Ariel”. El tema tenía muy nerviosa a la doña Andreina, que se sentía muy insegura en su cargo, que creía le quedaba como poncho. Por eso se alegró mucho de conocerme. La señora Andreina informó a los españoles de mi existencia y de su confianza y así fue, como, al poco tiempo, recibíamos la visita de Joan Seix, con poderes de ambas editoriales para constituir la empresa que, a contar de esa fecha tuvo la distribución de ambos sellos. Se trataba de dos de las más importantes editoriales españolas. Seix-Barral contaba con un catálogo que incluía, entre otros, a Pablo Neruda, Mario Vargas Llosa, José Donoso, Manuel Puig, Miguel Otero Silva, Arturo Azuela, Guillermo Cabrera Infante. Había contribuido con su prestigio al desarrollo del llamado “boom-latinoamericano”, uno de los fenómenos literarios más impresionantes del siglo XX. “Ariel” giraba en torno a la historia, filosofía, política y, en general, ciencias sociales.

Una vez constituida la nueva empresa, no tenía problemas jurídicos que atender. Sin embargo, la Sra. Andreina me llamaba cada vez que debía tomar alguna decisión de cualquier índole. Como me negaba a cobrarle por sus consultas, cada vez que llegaban partidas de libros importados, la Sra. Andrína me invitaba a revisarlos y, habitualmente me regalaba los que yo eligiera, cuatro o cinco libros por vez, ya que me daba vergüenza abusar de su confianza, lo que hoy atribuyo a una cierta estupidez congémita. Por esta vía llegaron a mi poder las obras completas de Pablo Neruda, libros de todos los autores que mencioné y muchos otros de ambas editoriales.

Desafortunadamente para nosotros, la empresa tuvo una vida efímera. La Editorail “Planeta” de España, adquirió las casas matrices de “Seix-Barral” y “Ariel”, las que siguieron funcionando con esos nombres hasta hoy. La distribución en Chile de dichas editoriales quedó en manos de “Planeta”, que en nuestro país tenía una antigua data.

De mis libros, tema recurrente de este blog, he hablado muchas veces y podría hablar el resto de mi vida. Cada libro cuenta una histpria, pero, además, al menos para mi tiene una historia propia.

Hoy, que la ceguera constituye mi mayor amenaza, reclamo al destino que me priva de uno del mayor placer que conocí en esta vida, la lectura..

Monday, April 23, 2007

EL GRAN CHICO





Diego Fischerman

“Abuela, me voy a Italia. Cuando vuelva, probablemente ya estés muerta. Pero no te preocupes. Voy a ser cantor de radio. Y si sintonizas la radio del cielo, me vas a escuchar.” La carta de despedida, escrita por Chico Buarque de Holanda a los 8 años, es tal vez la primera muestra de su talento. “Cuando escuché La banda, estaba en Nueva York. Él estudiaba arquitectura. Dibujaba ciudades imaginarias, siempre con una fuente en una plaza. La noticia de que había ganado un festival de canciones me sorprendió. Supe que en ese momento él había dejado de ser mi hijo y yo había a comenzado a ser su padre”, escribió el famoso historiador Sergio Buarque de Holanda, amigo de Vinicius de Moraes y esposo de la pianista amateur Maria Amélia Cesário Alvim. Cuarto de los siete hijos de la pareja, Francisco –el mismo que con el nombre Chico se convirtió en uno de los más grandes escritores y compositores de canciones de su época– cumplió 60 años el pasado 19 de Junio.
A fines de la década de 1960, una serie de malentendidos derivó en un supuesto enfrentamiento con Caetano Veloso, Gilberto Gil y el Tropicalismo. “Claro que en nuestras actitudes había una agresividad necesaria contra el culto unánime a Chico”, cuenta Caetano en Verdade tropical. “Chico fue, en todas las oportunidades, el más elegante, discreto y generoso de todos nuestros colegas. Lo conozco bien y siempre supe eso de él, además de que es un virtuoso de las rimas y los ritmos verbales. Y lo sabía en la misma época en que nuestros proyectos se enfrentaron. La prensa y la opinión pública, en cambio, prefirieron hacer con la disputa una caricatura.” El público, masivo en ambos casos, apoyaba por mitades a Chico o a los tropicalistas. Según Veloso, ellos se oponían a la idea de que Buarque fuera la única encarnación posible de la dialéctica entre tradición y novedad en el campo de la canción brasileña. Por eso la insistencia en ensalzar la figura de Paulinho Da Viola. “La mera valorización que hacíamos de su trabajo era un grito de independencia en relación con el estilo buarqueano.
” La figura de Chico, el mejor heredero de la mejor tradición cultural carioca –de la que su padre era un referente privilegiado–, estaba demasiado presente. En las canciones, por supuesto, pero también en el cine. Y en la Opera do malandro (adaptación a la música popular brasileña de la Opera de tres centavos de Kurt Weill y Bertolt Brecht, y de su antecesora, la Beggar’s Opera de John Gay y Johann Christoph Pepusch). Y en sus novelas: Fazenda modelo (traducida al español por Ediciones de la Flor), Estorbo (traducida por Tusquets), Benjamín y Budapest (que sólo en Brasil vendió 150 mil ejemplares). De este último texto, José Saramago aseguró que “algo nuevo sucedió en Brasil”, y Caetano, su antiguo adversario, lo describió como “un laberinto de espejos que finalmente se resuelve, no en la trama sino en las palabras, como los poemas”. Chico Buarque siempre tuvo claro el lugar de la palabra en una canción; como Paul Simon, Violeta Parra y Bob Dylan, fue uno de los pocos que supo entender la diferencia entre una letra y un poema. La vieja polémica entre Chico y el Tropicalismo, tal vez actualizada en el hecho de que Caetano mire a Nueva York como lugar de la modernidad y Chico viva la mayor parte del tiempo en París, pone en escena, por otra parte, un hecho excepcional. Que hayan coexistido dos proyectos estéticos con tanta fuerza, tanta calidad poética y poder evolutivo –a los que hay que sumar a Milton Nascimento, que al principio pasó inadvertido tanto para Chico como para Caetano– habla de uno de los momentos más importantes, e irrepetibles, no sólo de la música artística de tradición popular sino del propio Brasil. La escena fundante tal vez esté en ese compositor de formación precaria, cellista y guitarrista de bares, cuya manera de orquestar fue admirada por Varèse y cuyas piezas para piano fueron tocadas y elogiadas por Arthur Rubinstein: Heitor Villa-Lobos. Autor casi sin continuadores dentro del campo de la música clásica, Villa-Lobos fue indispensable para los que provenían de tradiciones populares. Y allí –como en muchos guitarristas populares y en su sentido colorístico de la armonía, en Pixinguinha, Cartola o en Noel Rosa– ya aparece uno de los sueños menos cumplidos del progresismo de Occidente. Un sueño plasmado, como nunca, en las letras de Chico Buarque; en esos sambas aparentemente festivos en los que se cuenta un amor trágico o se vilipendia a un dictador; en esas mujeres radiografiadas con precisión y ternura; en la mirada aguda sobre la vida en las ciudades; en la ironía; en el ritmo. Allí, en canciones como Cáliz, Qué será, Cotidiano, Mujeres de Atenas, Aquella mujer o Construcción, y en el hecho de que una scola do samba, en carnaval, le haya dedicado una carroza a un artista con tal grado de sofisticación, puede encontrarse lo que quizá sea un secreto sólo brasileño: una receta en la que, como en la “pipoca moderna”, vanguardia y popularidad son sabores complementarios y no antagónicos.
Alguna vez le preguntaron a Chico si era religioso. “Hay misterios”, dijo. “Pero cuando hablo de misterios, hablo de la vida misma.

(1) Publicado en “Página 12”, el domingo 27 de Junio de 2004

Tuesday, April 17, 2007

UN AÑO EN LA BLOGOSFERA

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Estimados Amigos:

El blog “Línea de Flotación” cumple hoy, 17 de Abril, un año en la blogósfera, durante el cuál publicó 80 entradas y fue visitado en 2.620 oportunidades.

Estimamos que este es un buen momento para agradecer la comprensión, la paciencia y la tolerancia de nuestros lectores, en el sentido que hemos hecho una contribución a la cultura, a la medida de nuestras posibilidades y con mucho entusiasmo.

En la foto, junto a grupo de familiares, brindamos por el blog y todos ustedes, en el “Domo, de Bahía Inglesa , todavía III Región.

Muchas gracias.

El blog

Sunday, April 15, 2007

LA FLOR DE LA CANELA


Vamos, vamos chilenos
que esta noche
tenemos que ganar


¡Esto comieeeeeenza señores!

Me estoy preparando con todo para ver el partido de esta noche en mi departamento. Ayer me llamó la Cloty para invitarme a pasar el fin de semana en Reñaca pero rehusé su invitación. No es que quiera evitarla, lo que sucede es que, por ahora, me interesa más el partido. Hoy almorcé con mis amigos del “Rue” y están preparando un gran evento. Como lo más probables es que gane Chile, después del partido me iré a celebrarlo al bar del Paco; si no es así, me acuesto y mañana temprano me voy en bicicleta al San Cristóbal. Los partidos me gusta vivirlos como si estuviera en el estadio, como si fuera un hincha más, cantar, gritar, saltar, insultar al árbitro cuando intenta saquearnos, celebrar los goles con la multitud, pero frente a mi televisor y en mi sofá.

En la tarde dormí la siesta y ahora estoy en el supermercado. Compré cervezas, pan, jamón, queso, aceitunas, papas fritas y limones para el pisco sour, ya que no sólo de fútbol vive el hombre. Tengo una llamada, veamos quién es, ah! es la Cloty, ¿que quiere ahora? “Flaco tengo un problema y necesito tu ayuda: la Fanny, mi nueva nana, regresa hoy a Santiago y no tiene llaves. Cuando me acordé, ya tenía planes y me dio lata deshacerlos, de modo que no tengo otra alternativa que pedirte que la dejes en tu departamento hasta el lunes, y agrega, maliciosamente, después vemos como te retribuyo este favor”. Por un momento fue un balde de agua fría, pero mi agilidad mental me permitió resolver el problema antes que terminara nuestra conversación, sin traslucirla, puesto que me conviene que la Cloty esté en deuda conmigo: acepté, sin protestar. Parece que la Cloty se olvidó que tengo llaves de su departamento. En cuanto llegue la tal Sonia, la instalo en el departamento de la Cloty y ¡listo!.

El conserje detiene el ascensor, para permitirme subir: Dentro hay tres gordas del sexto piso, intento evitar subir con las veteranas, pero todos insisten en que quepo, como si ese fuera mi problema. En eso llega una quinta pasajera, las viejas dicen que no caben más pasajeros, yo opino exactamente lo contrario, el conserje se mantiene neutral, es obvio que orefiere que la quinta pasajera quede abajo. Empujo a las tres señoras y consigo el espacio para que suba. Ella queda de espaldas a la puerta y yo estoy feliz. Luego se da vuelta y queda frente a la puerta y yo sigo feliz y las viejas siguen protestando. La joven y yo bajamos en el quinto piso y ¡oh sorpresa, ambos vamos a mi departamento!. ¿Usted es don flaco, verdad? ¿No me digas que tu eres la Nancy, pienso o tal vez digo. “Yo soy Fanny, supongo que me esperaba, ¿verdad?”. Estoy helado, es hermosísima, una morenaza. ¡Que lástima que tenga que deshacerme de ella, ahora mismo!

Ponte cómoda le digo, mientras busco las llaves del departamento de la Cloty. No están colgadas en la cocina, no están en la cómoda, ni en el velador. No la encuentro en los bolsillos de la parca, ni en los de la chaqueta, en mi llavero no están. Las busco debajo de la cama, en el techo, nada. No se que hacer, estoy nervioso, desesperado, hablo tartamudeando, choco con las sillas, boto objetos. La Sonia debe creer que estoy completamente loco, la hora avanza y no tengo un “plan B” ni “plan Z”. No tengo otra cosa que hacer que apechugar con la Sonia o como se llame, “apechugar, pienso. “¿Y mi partido? ¿Y mis cábalas?. En estos casos lo mejor es la sinceridad. De pronto advierto, que la chica habla con un sonsonete caribeño. ¿Eres cubana, colombiana, algo así, verdad?. Soy peruana, contesta. Su sonrisa me deja turulato. Para colmo es peruana, tendré que ver el partido con una enemiga, en mi propio departamento.

Escúchame Fanny. Me estoy preparando para ver este partido desde hace una semana. Tengo mis cábalas, en cuanto empiece “24 horas amarillas” me quitaré la polera y me pondré mi “roja”, antes nos prepararemos unos canapecitos y un pisco sour. En el entretiempo nos prepararemos unos panes con jamón y queso y tomaremos cerveza. Si gana Chile, tengo que ir a celebrarlo al bar de un amigo. Si empatanos o perdemos, entonces yo dormiré en mi cama y tu en el sofá. Está claro, fui lo suficientemente sincero? Entiendo don flaco, mis reglas son más simples. Veo que la situación es embarazosa para los dos y, en todo caso, ya son las 9:30”.

El tiempo se va volando, mientras termino mis preparativos, escucho desde la cocina ¡esto comienza, señores!, me pierdo la “ejecución de los himnos” y el pitazo inicial, no conozco la alineación de los equipos y no me acuerdo quién es el árbitro y los guardalíneas; no se cuantos hinchas hay en el estadio Nacional, ni si hicieron la ola, ni el “bordereau”! A mi lado, la Nury tiene cara de aburrida, se sacó la chaleca y quedó con una blusa escotada, tiene las piernas cruzadas y son estupendas, a veces hace algún comentario con una vocecilla encantadora, No me puedo concentrar en el partido. Al rato se levanta y se recuesta en la cama y se hace la dormida. Voy a la cocina a buscar mi trago y de vuelta me quedo parado en la puerta mirándola, no se que hacer. Fanny abre sus dos ojitos y me mira sonriendo. Mis planes eran otros, pero tengo que ser práctico, optar, y me voy a “mi” cama y … ¡apechugo!. Los invito a imaginar lo demás. Estaba en eso, apechugando, más bién terminando de apechugar, cuando Carcuro, emocionado hasta las lágrimas grita el gol chileno, es el último segundo, termina el primer tiempo ¡y se van a comerciales! ¡Pero quién hizo el gol chileno!, grito desesperado. “Usted don Flaco, usted hizo el gol de Chile. Pero no se confíe, eso es sólo el primer tiempo, en una de esas le hago el gol del empate”

Desperté en la mañana acostado en el sofá, mi cama está completamente desordenada; me duele la cabeza, parece que he tenido una pesadilla… dudo de mi estado mental… De pronto siento la ducha del baño y una voz angelical que canta suave y dulcemente: “Déjame que te cuente limeño/ déjame que te diga la gloria/del ensueño que evoca la memoria/del viejo puente del rio y la memoria”…

Amigos mios: no estoy loco ni estaba soñando. Pasé la noche con, ¿Cómo les dije que se llama la nana de la Cloty?... !La flor de la canela!”, eso es, ahora nunca olvidaré su nombre.

LAS RAZONES DEL SULTAN


Oscar Bravo

¿Tiene el color rojo algo que contarnos y en ese caso qué?

Esta pregunta pudo ser el punto de partida para una de las novelas centrales en la obra de Orhan Pamuk, me refiero a "Me llamo rojo" (2002). El autor responde afirmativamente a la cuestión. Mientras que lo corriente es suponer que el rol de un escritor consiste en describir los caracteres y los objetos que hacen su relato, Pamuk escoge la posibilidad de que las personas y los objetos lo escriban. El autor desaparece. Cada uno de los capítulos de este libro es un relato hecho por una persona o un objeto. Lo que los une a todos es que forman parte de una trama forjada alrededor de ilustraciones practicadas en un libro encargado por el sultán en Estambul hacia fines de 1500. Los que relatan son los maestros ilustradores y los objetos dibujados por ellos. Si la figura de un demonio, de un caballo, de un perro o de la muerte se asoma en alguna de las ilustraciones, podemos estar seguros que algunos capítulos más adelante aparecerá Satanás, el perro, el caballo o la muerte, dándonos a conocer sus opiniones sobre arte, libertad artística y de aquello que ocupa al artista: su sed de reconocimiento y su ambición inagotable.

Los artistas del taller del sultán - y se trata de Murad III que ascendió al poder en 1575, poco después de la batalla de Lepanto en la que los navíos Otomanos enfrentaron a las armadas unidas de casi toda la cristiandad- son miniaturistas, siguen la tradición musulmana de pintar sin perspectiva y de nunca dar al ser humano un lugar central en la obra pues, de acuerdo con las reflexiones del propio sultán, "si permites que pinten la imagen exacta de un hombre ocupando el centro del cuadro y después haces colgar el retrato en cualquier pared por ahí, poco tardará el vulgo en olvidar la historia detrás de la obra y luego empezará a idolatrarlo, como hacen los infieles". En este caso, los infieles son los cristianos, particularmente los venecianos que fueron los que lanzaron la fiebre del retrato.

Esta sabía concepción de no fomentar la idolatría que prohíbe al musulmán el pintar a Mahoma es, obviamente, problemática. Parece natural, por lo menos a nosotros nos parece natural, que la historia se mueve siempre en una dirección de otorgar mayores libertades al individuo. Ahora que esas libertades significaron, en el ámbito del arte, abandonar la tradición que pintaba ángeles, vírgenes con el niño, Cristos crucificados y escenas de pastores, para pasar a motivos menos sacros y - ya en pleno Renacimiento - retratar principalmente al que financia el arte y da de comer al artista. Modalidad esta que empezó pintando al príncipe y el duque, pasó por sus mujeres e hijos legítimos, siguió con las amantes y terminó con los palafreneros. Al final, quien quiera que supiera dar al pintor un puñado de monedas de plata, pudo colgar su retrato adonde mejor le pareció. Si esto trajo consigo la idolatría que vaticinó el sultán no queda clara. Algo cambió, en todo caso, en la visión que el hombre tuvo de si mismo, a partir del Renacimiento: el ser humano, antes que nada el poderoso, se adueñó algo más de la realidad, se colocó un poco más al centro y por encima de ella en relación a temas como religión, libertad, incluso sexualidad. A este notable liberarse del hombre de ataduras que lo frustraban, y no solamente en el campo de las ideas, es lo que en Occidente se ha dado en llamar humanismo.

Según la tesis que se disputa en el libro, cuya clave es una discusión acerca de la libertad del arte y del creador, triunfará siempre el punto de vista moderno. Lo moderno otorga más libertad para el creador y para el consumidor. La novedad expresa la necesidad en el ser humano de seguir caminos inexplorados y, en el arte, en la búsqueda de nuevos estilos. En lo que hace al período concreto entre 1575 y 1600, la sensación de que los libros ilustrados por los miniaturistas no perdurarán, pero si los retratos creados por la inventiva técnica de los venecianos. Lo novedoso es un cambio de perspectiva, el pintor no está lejos, presentando su testimonio desde la altura del minarete de una mezquita, ahora se ha instalado en la cama del rey, junto a la palangana y el jarro de agua reales.

Aunque no es una verdad absoluta que todo estilo muere. Un notable de la pintura miniaturista oriental, uno de sus grandes maestros, es Bihzad, mencionado a menudo en la páginas de Rojo. Gracias a la internet sabemos ahora que Bihzad ha pintado numerosas miniaturas, muchas de las cuales están hoy en el Museo Británico. Prefiero no comentar cómo es que buena parte de la obra de un miniaturista del 1400, residente en la ciudad de Herat, en Afganistán, vino a dar a Londres.

Tampoco es una verdad absoluta que el estilo triunfante perdura. Cuando suelo entrar en esos antiguos castillos de piedra nórdicos o del sur de Europa que funcionan hoy como museos en todas partes y veo sus paredes repletas de retratos de nobles con armaduras de la época, no es que los reconozca, ni los idolatre. Sus retratos dejaron una huella imperecedera para el futuro, es cierto, lo cual no significa que el futuro esté interesado en ellos. Los temores del Sultán no resultaron ser ciertos en este punto.

Acaso una reflexión más general sea posible. Esos retratos de la nobleza europea que substituyeron los motivos religiosos, obligándolos a una retirada hacia iglesias y conventos, apenas constituían una versión más novedosa de combinación de contenido y forma que las ilustraciones orientales. Por ello fueron desplazadas, a su vez, con el paso del tiempo, por nuevas técnicas “medíaticas”. Vinieron la litografía, la fotografía, el cine, ahora el video. Todas estas técnicas proponían nuevos formatos para retener lo contenido. La voluntad oriental de ilustrar el texto, de no olvidar la historia que reafirma la ilustración, fue siendo superada por técnicas que separaron texto e imágen, permitiendo desarrollar estilos independientes en la pintura.

Se llegó al extremo de que los especialistas tuvieron que explicarnos qué quería decir el pintor, cuyo arte se había hecho irreconocible para el profano. Con el tiempo, el crítico asumió la responsabilidad de informar al público amante del arte que cosas deberían gustarle, qué técnicas estaban de moda y explicarles porqué. Los jóvenes de mi generación aprendimos a amar el realismo italiano en el cine, al vanguardismo europeo en el teatro y el cubismo de Picasso y otros mucho antes de haber visto sus obras. En este sentido opino que el sultán no estuvo equivocado: más me gusta algo, más lo aprecio y lo admiro, mayor es la necesidad que siento de poder entenderlo con mis propias palabras. Alrededor de la pintura más abstracta tengo que hilar una historia, unir un texto a su abstracción que revele su significado profundo.

Si la fotografía mantuvo el desligamiento entre historia y contenido de imagen, el cine y, últimamente, el video, retomaron la técnica de narrar a través de imágenes. Esto recuerda más al libro ilustrado que manda a hacer el buen sultán, que el retrato que encarga el duque moderno. Cómo el teatro y la ópera, el cine parte de un guión, de un texto, de la palabra escrita. Estas expresiones representan el intento de actuar sobre un flujo simultáneo de voces, sonidos, movimientos y personajes para relatar una historia. Es lo que ha hecho el ser humano siempre, desde los primeros fuegos, pintados y cavernas. Incluso el video musical de hoy, a menudo tan descortés e insensible en el trato de la belleza y la sexualidad, aunque hoy parece estar a años luz del arte, terminará por llegar a él. Transmite una canción, su melodía y su lírica. Cuando está bien hecho, y se apoya en el cine, la fotografía, la caricatura o todas estas formas a la vez, narra -otra vez- una historia.





Tuesday, April 03, 2007

VARIACIONES CON EL TEMA DEL FUEGO




I TRISTAN BAUER: “ILUMINADOS POR EL FUEGO”

En estos días, los argentinos han recordado con pesar el vigésimo quinto aniversario de la Guerra de las Malvinas, una aventura bélica desatada por un dictador desacreditado e irresponsable. El cineasta trasandino Tristan Bauer filmó en las Islas Malvinas, la película “Iluminados por el fuego”, para contar la historia de un periodista que vuelve al lugar en el que participó, como soldado recluta, cuando tenía 18 años, en la guerra contra los ingleses, donde perdió a varios amigos. Estimulado por el intento de suicidio de uno de sus antiguos camaradas, al cumplirse 20 años de la guerra, Esteban, el protagonista, decide volver a las Malvinas para reencontrarse con su pasado y cerrar sus viejas heridas. Tristan Bauer recuerda: “Esta película es la relación de los recuerdos de un personaje ficticio, Esteban Leguizamón, de 40 años, que en 1982, con 18 años, mientras hacía su servicio militar, fue a combatir a las Malvinas. Gracias a este proyecto, pude viajar a las islas en dos ocasiones. El ex soldado y periodista Edgardo Esteban fue el primer combatiente en volver a las Malvinas, aunque en calidad de periodista. Yo fui allí a rodar y me encontré con los restos de la guerra que veinte años después siguen presentes: zapatillas Flecha [deportivas de tela con puntera de goma, cascos, medias, cantimploras”. El régimen de Galtieri, después del desastre. intentó silenciar a los ex combatientes, intento que se prolongó en los regímenes democráticos. Se trató de una suerte de acuerdo tácito de amplios sectores de la sociedad argentina por olvidar el bochornoso episodio. La guerra dejó sin embargo una secuela que se prolongó en el tiempo. Las muertes en combates, por hambre y frío de los jóvenes reclutas, se sumaron suicidios de sobrevivientes del conflicto. Bauer recuerda: “Si exceptuamos a los muertos del crucero Belgrano, se equipara a los que murieron en el territorio. Hubo más de 300 suicidios”. Y el caso es que la sociedad estuvo involucrada. El problema es que ese apoyo fue manipulado por la dictadura más terrible. Creo que quedó un cierto sentimiento de culpa, de no querer reconocerse, de querer olvidar. El filme de Tristán Bauer constituyó una reacción necesaria, un reencuentro con la memoria y con la historia.


II JULIO CORTAZAR: TODOS LOS FUEGOS EL FUEGO

“Todos los fuegos el fuego” es uno de los ocho cuentos de Julio Cortázar reunidos en un volumen publicado, con ese título, por Editorial Sudamericana, en 1966, entre los que se encuentra “La autopista del sur”, un clásico absoluto de la literatura latinoamericana, que narra una historia que transcurre durante un fenomenal taco de automóviles en una autopista francesa. Este libro está ligado en mis recuerdos a un episodio muy grato. En una oportunidad unas amigas me invitaron a la celebración del cumpleaños su hermana menor. Cuando iba camino a su casa pasé por una librería y le compré este libro. Años después, en una conversación informal, me contó que cuando leyó el libro quedó tan encantada que, a partir de esa fecha, se había convertido en una lectora compulsiva. Por otra parte, en mi archivo personal guardo la critica literaria de Alone, Hernán Díaz Arrieta, que “El Mercurio” publicó en Mayo de 1967, una lección magistral de literatura, que no está en la red. En “Todos los fuegos el fuego” convergen dos historias que se narran simultáneamente, que se desarrollan en periodos históricos distintos, que confluyen en un punto que es común. El títulos un juego lingüístico en el que lo plural desemboca en lo singular. Todo es múltiple y, al mismo tiempo, uno. Todos los cuentos, un solo cuento”. Se trata de una idea fascinante. En articulo de Antonio Tabucchi publicado en este blog (1), el escritor italiano nos recuerda que “En el cuento "La forma de la espada", Borges afirma por boca de su personaje John Vincent Moon la siguiente convicción: "Lo que hace un hombre es como si lo hicieran todos los hombres. Por eso no es injusto que una desobediencia en un jardín contamine al género humano; por eso no es injusto que la crucifixión de un solo judío baste para salvarlo. Acaso Schopenhauer tenga razón: yo soy los otros, cualquier hombre es todos los hombres, Shakespeare es de algún modo el miserable John Vincent Moon".

Y bien… ¿Todos los fuegos el fuego? ¿Todos los cuentos el cuento? ¿Todos los libros el libro? ¿Todos los hombres el hombre?

III MANUEL DE FALLA: "LA DANZA RITUAL DEL FUEGO"

Otro recuerdo de mi niñez: Mi padre tenia como costumbre escuchar los conciertos del Orfeón de Carabineros, que la Radio del Pacífico transmitía los domingos, directamente desde la Plaza de Armas de Santiago. En el repertorio de la banda había piezas clásicas y populares. Se me quedó grabada en la memora la “Danza ritual del fuego”, de Manuel de Falla. Tanta era mi imaginación que mientras la escuchaba podía ver el fuego “danzando” caprichosamente al compás de la música. Muchos años después pude ver la trilogía que el cineasta Carlos Saura hizo junto al bailarín Antonio Gades, en los años 80, sobre temas populares españoles. “Bodas de sangre”, inspirada en la obra de Federico García Lorca, año 1981, “Carmen”, de Georges Bizet, año 1983 y, finalmente, “El amor brujo”, de Manuel de Falla, año 1986, que incluye la famosa danza. La historia es la siguiente: Carmelo (en el filme, Antonio Gades) está enamorado de Candela, cuyo padre le ha arreglado el matrimonio con José, siguiendo la ley gitana. José, que sigue viendo a su amante Lucía aún después de casado, muere apuñalado poco después, de lo que es acusado Carmelo, quien pasa cuatro años en la cárcel. Al regresar al poblado, Carmelo ve aterrado cómo Candela baila cada noche con el espíritu de José en el lugar en que fue asesinado. Una hechicera recomienda a Carmelo que baile con Candela la danza del fuego, para apartar de ellos al espectro que les separa. Fracasan en el intento, y la única solución es que la que fue amante de José en vida lo sea también en la muerte. Manuel de Falla compuso esta obra a poco de regresar a España, tras sus siete años de residencia en Paris. Fue sugerida por la bailarina Pastora Imperio y está basada en una misteriosa historia que solía narrar la madre de la artista gitana. El músico quedó sugestionado por la historia, y solicitó al escritor Gregorio Martinez Sierra se encargó del guión. Con toda celeridad emprendió el maestro la parte musical, desarrollándola inicialmente para orquesta de cámara. Se estrenó en Madrid, por la propia Pastora Imperio como protagonista, el 15 de abril de 1915.
(1) Ver post “Y quizá no existió”, Antonio Tabucchi, Octubre 2006.

IV JEAN-JACQUES ANNAUD: “LA GUERRA DEL FUEGO”

Cuando nuestros antepasados, los “homínidos”, pudieron usar el fuego en su beneficio, dieron un paso trascendental en su evolución. ¿Cuándo y donde dio el hombre primitivo este paso? Al parecer no hay hoy una respuesta definitiva sino varias alternativas. La paleontología, la arqueología y la antropología están nutriéndose permanentemente de hallazgos que van modificando sus conocimientos o sus meras hipótesis. Cuando comencé a desarrollar este tema me propuse revisar la información disponible en Internet y encontré la página “China ABC”, que menciona los hallazgos de las ruinas del “Hombre de Beijing”, localizadas en la aldea Zhoukoudian, en el monte Longuo, 48 kilómetros de Beijing. En las proximidades de Zhoukoudian abundan terrenos montañosos de piedras calizas y cavernas naturales. Una de esas excavaciones lleva el nombre de “Caverna de Antropopitecos”, mide aproximadamente 140 metros de largo y corre de este a oeste en el seno de esa montaña. En el año 1929, fueron encontrados en esta cueva vestigios del uso del fuego hace 1,8 millones de años. En las ruinas, fueron descubiertas 5 capas de cenizas, tres acumulaciones más de ese residuo, así como gran cantidad de huesos quemados que correspondían a primitivas antorchas. De esas 5 capas de cenizas, la más gruesa alcanzó los 6 metros. Todas estas reliquias demostraron que el Hombre de Beijing no solo sabía aprovecharse del fuego sino también conservarlo. Parece innecesario mencionar las ventajas que trajo aparejada a la incipiente humanidad el uso y conservación del fuego, sin advertir, previamente que, entre esos dos momentos --“uso” y “conservación” del fuego-- median miles de años de evolución. (1)

El cineasta francés Jean-Jacques Annaud, nacido en 1943, saltó a la fama internacional con su película “La Guerra del Fuego” (1981), la historia de cuatro personajes prehistóricos, tres guerreros de la tribu de los ulams, que salen a la búsqueda del fuego, que su tribu ha perdido, y de una joven que sabe hacerlo. El realizador y su guionista, Gérard Brach, tuvieron que enfrentar el problema de caracterizar sus personajes prehistóricos y proveerlos de un lenguaje verosímil. Para ello contaron con la asesoría del escritor Anthony Burgués, quién había enfrentado un problema equivalente en su novela "La Naranja Mecánica". El resultado fue magnífico, constituyéndose en unos de los logros del film, que fue galardonado con los premios “César”, mejor película y mejor director y el “Oscar”, a la mejor película extranjera, en 1983.

V ALBERTO HURTADO: “UN FUEGO QUE ENCIENDE OTROS FUEGOS”

Si tuviera que seleccionar, a mi juicio, diez chilenos notables del siglo XX, mencionaría entre ellos al Padre Alberto Hurtado y al Cardenal Raúl Silva Henríquez, por sus contribuciones a la nación en materias tan sensibles como la solidaridad social y el respeto de los derechos humanos. El “Hogar de Cristo” y la “Vicaría de la Solidaridad”, son obras ejemplares, que no solo enorgullecen a los católicos sino a todos los chilenos.

Con motivo de la canonización de San Alberto Hurtado –en estos días se cumple un año de ese acontecimiento—la Iglesia chilena editó una selección de sus textos con un título magnífico: “Un fuego que enciende otros fuegos”. Cuando el libro llegó a mis manos, lo primero que hice fue revisar el índice, luego las solapas, la presentación y al apéndice y no encontré una palabra que lo justificara. En Internet encontré la homilía del Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Angelo Sodano, en la misa de acción de gracias, celebrada en la Basílica de San Pedro, en la que lo vincula con las vocaciones sacerdotales, nacidas del “contacto del alma inflamada de un apóstol, eran la realización, en el tiempo, de la eterna palabra de Jesús: “he venido a prender fuego en el mundo !Y ojalá estuviera ya ardiendo! (Lc: 12.49)” El texto completo está en: www.jesus.cl


VI JAMES BALDWIN: "LA PROXIMA VEZ EL FUEGO”

En los Estados Unidos de Norteamérica la esclavitud cedió el paso a la discriminación y a la segregación racial, y, poco a poco, gracias a la lucha intransigente de muchos negros y blancos, movimientos políticos y religiosos radicales y pacifistas, a un proceso de integración, que, afortunadamente para la humanidad, es cada vez más un conflicto social que racial. “Movimiento por las libertades ciudadanas”, los Panteras Negras, Malcom X, Martin Luther King, , n el movimiento negro musulmán. En este contexto de luchas reivindicativas, emergió potente la voz de un escritor negro, del Harlem newyorkino, James Baldwin, novelista y ensayista, nacido y criado en el Harlem, Nueva York, en el año 1934, quién puso en el debate su ensayo “La próxima vez el fuego”, que fue editado en español, en el año 1964, por la Editorial Sudamericana, que fue un suceso literario en Norteamérica. Cuando leí los dos ensayos que comprende el volumen quedé impactado por las condiciones de vida del hombre de color en los Estados Unidos de los años 60. Baldwin usa de la modalidad epistolar: bajo el nombre de “Se conmovió mi celda”, escribe a su sobrino James, y con el título de “Al pié de la cruz”, escribe “desde una región de (su) mente”. Esta modalidad le permite ser sencillo, claro, coloquial, extremadamente racional e inteligente. Para Baldwin el problema de negros y blancos era la necesidad de aceptarse mutuamente. Comparte el diagnóstico de los radicales negros, pero estima que el hombre de color no debe comportarse como ellos. No es posible oponer a la discriminación una discriminación de signo opuesto. La tarea de blancos y negros es poner fin a la pesadilla racial y transformar a los Estados Unidos y al mundo. Pero no hay tiempo que perder. ”Si hoy no hacemos frente a todo, recaerá sobre nosotros la profecía bíblica recreada por un esclavo negro en la canción: “Dios dio a Noé la señal del arco iris! No más agua, la próxima vez el fuego! ´
VII MARIO BENEDETTI: “GRACIAS POR EL FUEGO”

--“No valía la pena. Yo lo quería a Ramón. ¿Acaso no sabés que lo quería? Tenía miedo a la oscuridad y me miraba con una carita agradecida cuando yo venía a auxiliarlo, a confortarlo. Y una vez le compré diez cajas de soldaditos de plomo, Y tenía una expresión de asombro. No, si yo me olvido. ¿Sabés porqué no me mató, a pesar que puso el revolver sobre la mesa? No me mató, porque en el fondo me seguía queriendo, me seguía necesitando. Era mi hijo, era mi hijo. Y yo lo vi allá abajo, con la cabeza en un charco de sangre.
Edmundo Budiño se da vuelta en la cama, hacia la derecha, y apoya los ojos contra la almohada. Gloria al principio no quiere creerlo. Luego se da cuenta que aquel cuerpo se sacude, en una especie de convulso temblor como si sollozara, acaso efectivamente sollozando. Pero ella no quiere llegar a comprobarlo. Si es verdad que solloza, ese arrepentimiento le parecerá tardío, senil, repugnante. Si, sólo aparenta sollozar, esa hipocresía la parecerá burda, ofensiva y también repugnante. Por un momento Gloria siente un vahío, un comienzo de arcada. Luego se repone. Abre una puerta del placard, pero se encoge de hombros y la cierra, sin sacar nada. Después sale lentamente de la habitación.
En el living recoge su cartera. Descuelga el saco de la percha y se lo pone. No vuelve a mirar hacia el dormitorio y sus movimientos van siendo cada vez más rápidos. Cuando abre la puerta del apartamento parece a punto de gritar, pero se contiene. Por un instante, los sollozos del hombre acostado llenan todo el silencio disponible.
Luego, suena el portazo”

“Gracias por el fuego”, de Mario Benedetti, fue publicada en el año 1964 y es considerada una de sus novelas más importante. Fue escrita y publicada con anterioridad al “boom” de la literatura latinoamericana y—según expone Rosa Tezanos-Pinto, en un ensayo crítico sobre la novela, “es precursora del postmodernismo, porque a diferencia de las narrativas del pre-boom adopta los axiomas que pueden contener varias retóricas políticas” y “porque propone un discurso que no suprime ni silencia la disidencia sino admite y propicia la disparidad discursos que convergen en ella”. . Par el editor “Gracias por el fuego” es testimonio de un conflicto generacional cuanto ataque a la corrupción de una clase dominante. La visión crítica de Uruguay, una constante en su obra, había sido llevada un nivel magistral en su ensayo “El país de la cola de paja”, del que hablaré más adelante, cuando en un próximo spot hablemos del lado oscuro de la Patria.

Entretanto, gracias por el fuego.

VIII RODRIGO FRESAN: “LA FORMA DEL FUEGO”

El escritor argentino Rodrigo Fresan escribió un relato de carácter borgesiano, que narra, en la voz de Forma, la relación entre el fuego y los libros, que, de acuerdo con el registro histórico, se inauguró con el incendio de la Biblioteca de Alejandría, al que referí anteriormente en el spot “Carta a Mr. Dan Brown”, que no tuvo en este espacio ninguna repercusión.

El relato de Forma recuerda que dicha biblioteca, considerada una de las siete maravillas del mundo antiguo, volvió a arder, ante el ataque del Califa Omar, en el año 641.

“No conforme con haber descubierto el fuego –narra Forma—el hombre insistido hasta descubrir que el fuego era especialmente útil cuando se trataba de quemar libros…”. Así ha sido desde entonces, en la realidad y en la ficción, primero, por motivaciones religiosas, luego políticas.

“El torrencial dominico Girólamo Savonarola recuerda Forma ordenó a miles de niños florentinos que secuestraran volúmenes teóricamente impíos y que los apilaran para su purificación en la Piazza Della Signoria. La pirámide de letras e historias pronto alcanzó los cincuenta metros de altura ¡y cómo olvidar a ese viento caliente que corrió por las calles de Florencia? ¿Cómo no llorar por tanta ciey tanta ficción consumiéndose en el oxígeno de esa noche maldita?
Las mujeres florentinas perseguían papeles en llamas que se colaban por sus ventanas amenazando el sedoso sueño de las cortinas y así fue como una de esas chispas se demoró un año en alcanzar los hábitos del mismo Savonarola, que ardió como un libro por orden del papa Alejandro VI delante de todos aquellos que habían padecido su sonrisa satisfecha ante el fuego de las palabras.”

Forma nos cuenta de Hitler, de un director de escuela de Drake, Dakota, que ordenó quemar una novela del escritor Kart Vonnegut, en el año 1973, sosteniendo “que los libros y los escritores son irreales”.

Entiendo que el ánimo de Fresán y de Forma no era hacer un listado excautivo de la quemazón de libros, pero como soy chileno, recordaré aquí que después del golpe militar, en Chile se quemaron bibliotecas completas. Recuerdo lo sucedido en la Remodelación San Borja, barrio céntrico de Santiago y cómo, algunos contribuimos al rescate de libros. Algo de eso conté en el post “La campaña de 1970”.

Finalmente, como Forma nos recuerda escenas de Farenheit 451, de Ray Bradbury, recordaré la quema de lis libros de caballería de don Quijote de la Mancha, capítulo VI, por el Cura, el barbero y el ama de llaves, aunque, en este caso, por razones de sanidad mental de su propietario.
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