Tuesday, December 23, 2008

"2666", DE ROBERTO BOLAÑO



Oscar Bravo Tesseo

Un joven aprendiz de poeta se integra en Ciudad de México a una pandilla de poetas rebeldes (los autodenominados infrarealistas) encabezados por Arturo Belano y Ulises Lima. Pronto se hace evidente al lector que esta pareja de poetas rastrean las huellas de una corriente literaria de los años treinta y en particular de una de sus figuras principales, la poetisa Cesárea Tinajero, de cuya obra prácticamente nada se sabe, pues tanto poeta y obra están desaparecidas.

Este es uno de los recursos literarios que Roberto Bolaño suele usar en sus novelas: construirlas alrededor de búsquedas imposibles, algo que recuerda a Juan Carlos Onetti -a quién Bolaño parece haber admirado sin reservas - y sus novelas de ambiente urbano construidas alrededor de proyectos destinados al fracaso. Bolaño deja en claro que "Los detectives salvajes" son el producto de recuerdos, experiencias y encuentros ocurridos en Ciudad de México DF, protagonizados por un grupo de jóvenes mexicanos perdidos en México, lo que se puede entender no sólo como una referencia a la primera parte de "Los detectives salvajes" sino también como una referencia a la pandilla de rebeldes que deciden tomar por asalto al mundo literario oficial, meta que, obviamente, no alcanzarán como grupo, sino individualmente, lo que ocurre paradojalmente con la obra del propio Bolaño a partir de 1996, con la publicación fluída de novelas y cuentos hasta 2003, año de su fallecimiento, y en los años que siguen a éste. Traducida hoy al inglés, "2666" de Roberto Bolaño, es una de las diez novelas de la lista del New York Times para el presente año.

Tras el extraordinario éxito de "Los detectives salvajes", una nueva obra maestra de Bolaño, "2666", supera ligeramente las 1100 páginas. Los poetas mexicanos desaparecidos se transforman ahora, en el gran telón de fondo del desierto de Sonora, en centenares de mujeres desaparecidas, raptadas, violadas, torturadas y asesinadas por hechores que la policía inmersa en ese ambiente de corrupción, maldicencia y compadrazgo que parece caracterizarnos a los de América Latina jamás logra encontrar, a pesar del empeño de unos pocos que se van perfilando en la búsqueda de los asesinos, mientras el número de mujeres asesinadas va en aumento.

Como en otras novelas de Bolaño, hay en "2666" numerosas narraciones insertas en el cause principal, todas ellas escritas con la gracia, alegría e inteligencia que lo transformaron en uno de los grandes narradores de nuestra época y, por supuesto, hay también un escritor desaparecido de la luz pública (se trata del alemán Benno von Archimboldi) al que buscan incansablemente un grupo de entre sus más fervientes partidarios -Pelletier, Espinosa, Morini y Norton- acomodados expertos de la literatura europea, los que, dicho sea de paso, han hecho brillantes carreras académicas dedicándose al estudio crítico de la obra del escritor. Estamos en la primera parte de la novela y la búsqueda del legendario Archimboldi los lleva casualmente a Santa Teresa, ciudad del Estado de Sonora, al norte de México, en la frontera con Estados Unidos, justamente la ciudad en la que centenares de mujeres son asesinadas, entre 1993 y 1997, en el tiempo de la novela. Quienes han leído alguna vez en la prensa sobre los asesinatos de alrededor de 400 mujeres en México no ignoraran que Bolaño está hablando de ciudad Juárez.

A Santa Teresa confluye también, en la segunda parte de la novela, un profesor de filosofía, Amalfitano, quien alguna vez tuvo que emigrar de Chile a España. El chileno, que está en vías de volverse loco y vive atemorizado de lo que le pueda ocurrir a su hija, sirve de enlace con la primera parte, mientras que su hija, una bella jovencita de madre española, sirve de referencia a la tercera parte, la de Oscar Fate, un periodista americano negro que escribe para una revista afro-americana de Nueva York, magistralmente dibujado por Bolaño, que ha sido enviado a Santa Teresa para cubrir un combate de boxeo entre un negro y un campeón local. Pronto, el periodista negro se da cuenta de que el gran reportaje a realizar en Santa Teresa es el bárbaro asesinato de mujeres y no un match de boxeo sin trascendencia alguna, que incluso termina a pocos segundos del segundo round. Sin embargo, su jefe en la revista, tras preguntar irónicamente cuántos negros han sido asesinados en Santa Teresa, le ordena que abandone inmediatamente la ciudad.

En la quinta parte de la novela, después de la búsqueda inútil de Archimboldi en México por los profesores europeos y después del relato policíaco-documental sobre los asesinatos de las mujeres, los podría haber escrito Oscar Fate o cualquiera de los periodistas mexicanos que de una u otra manera aparecen involucrados en el caso de las mujeres, la novela regresa a Europa y relata, por fin, la historia del escritor alemán, su participación como soldado en la segunda guerra mundial en el frente oriental, la derrota y el desbande del ejército derrotado, la detención de sus sobrevivientes en un campo de prisioneros de guerra, los durísimos tiempos de los comienzos de la postguerra y ¿por qué no?, del hambre, de la miseria, del sexo, de la literatura, en un Berlín en ruinas. Entonces, en las páginas finales, Benno von Archimboldi anciano, dirige sus pasos a México y Santa Teresa, cerrando así un movimiento aparentemente casual y al mismo tiempo universal y definido por las leyes de la globalización, la gran salvación con que el capitalismo percibió su propia marcha hacia un futuro promisorio: es que Santa Teresa es el símbolo de lo que ocurre en el planeta hoy día y es sobretodo el gran basurero al cual convergen la miseria, la desvastación del ambiente, la explotación globalizada, la industria de armaduría en busca de mano de obra barata lejos de la ingerencia de leyes laborales, la dureza de la naturaleza desértica y su infinidad de matices y colores y, finalmente, la criminalidad, el tráfico de drogas, el tráfico pollero que pasa infelices en procura de una vida algo mejor en los Estados Unidos, éso que es tan particular y específico de América Latina y que está tan lejos del realismo fantástico que heredamos de los escritores de la generación anterior.

Y Bolaño no hace ningún secreto de que intenta escribir una obra mayor, acaso superior a sus fuerzas, si se piensa que murió antes de haberla revisado y terminado por completo, lo cual de ninguna manera significa que "2666" sea una obra no terminada. En uno de los pasajes al final de la segunda parte, después que el joven Marco Antonio Guerra le cuenta sus preferencias literarias mencionando la poesía de George Trakl, Amalfitano recuerda a otro joven, un dependiente de farmacia al que conoció en Barcelona, lector fervoroso de novelas menores:

" Qué triste paradoja, pensó Amalfitano. Ya ni los farmaceúticos ilustrados se atreven con las grandes obras, imperfectas, torrenciales, las que abren camino en lo desconocido. Escogen los ejercicios perfectos de los grandes maestros. O lo que es lo mismo: quieren ver a los grandes maestros en sesiones de esgrima de entrenamiento, pero no quieren saber nada de los combates de verdad, en donde los grandes maestros luchan contra aquello, ese aquello que nos atemoriza a todos, ese aquello que acoquina y encacha, y hay sangre y heridas mortales y fetidez."

Como en todas las novelas y cuentos escritos por Roberto Bolaño el detective y el poeta son dos categorias que cumplen funciones similares. Ambos tipos de personajes están siempre a la búsqueda de otros poetas o de asesinos y, a veces también, de poetas asesinos, como en la novela "La Estrella Distante" publicada en 1996. Para ambas categorias, si no han de sucumbir en la búsqueda, rige la regla número uno olvidada por el americano Henry Magaña, que al igual que tantos otros detectives de Bolaño recorre ciudades, villas, bares, burdeles y casas humildes haciendo preguntas que quizás puedan conducir a entender lo que está pasando en Santa Teresa:

"Siempre hay que hacer preguntas, y siempre hay que preguntarse el porqué de nuestras propias preguntas. ¿Y sabe por qué? Porque nuestras preguntas, al primer descuido, nos dirigen hacia lugares adonde no queremos ir" le dice en algún momento Ramírez la noche anterior a la última de Magaña que está buscando el paradero de un tipo que huye y al que nunca logra alcanzar. Esos detectives de Bolaño -a diferencia de los detectives del género policial tecnocrático de moda hoy- son vagabundos testarudos, en camino de volverse locos, que a menudo dan la sensación de estar ellos mismos en fuga. Por las noches carecen de sitios donde echarse a dormir. Al igual que los perseguidos, no tienen adonde ir. Al final, no les queda otro camino que continuar en la búsqueda por que sí, como los coyotes y lobos del desierto en Sonora o esos personajes turbios de algunas de las mejores películas del Oeste que el cine norteamericano produjo alguna vez.

Roberto Bolaño ha expresado con cierta claridad su concepción estética literaria en sus cuentos (ver por ejemplo "El Dentista" en "Putas asesinas" publicado por Anagrama, 2001). La expone, justamente un personaje de esa profesión, amigo del narrador, durante una conversación entre borrachos, mientras el primero descuera a un pintor mexicano con el cual ha tenido recientemente un terrible encontrón:

"El arte, dijo, es parte de la historia particular mucho antes que de la historia del arte propiamente dicha. El arte, dijo, es la historia particular. Es la única historia particular posible. Es la historia particular y al mismo tiempo la matriz de la historia particular. ¿Y qué es la matriz de la historia particular?, dije. Acto seguido pensé que me respondería: el arte. Y también pensé, y ése fue un pensamiento afable, que ya estábamos borrachos y que era hora de volver a casa. Pero mi amigo dijo: la matriz de la historia particular es la historia secreta."

"Durante unos instantes me miró con unos ojos brillantes [...] Y tú te preguntarás qué es la historia secreta?, dijo mi amigo. Pues la historia secreta es aquella que jamás conoceremos, la que vivimos día a día, pensando que vivimos, que lo tenemos todo controlado, pensando que lo que se nos pasó por alto no tiene importancia. Pero todo tiene importancia, buey! Lo que pasa es que no nos damos cuenta. Creemos que el arte discurre por esta acera, y que la vida, nuestra vida, discurre por esta otra, y no nos damos cuenta de que es mentira."

Llegamos finalmente en este comentario a la parte cuarta de la novela: página por página, desde la 443 hasta la 791, siguiendo esta concepción rigurosa de lo que entre otras cosas puede y debe ser la literatura, Bolaño va describiendo -como lo haría una crónica policial en las páginas rojas de un vespertino que no está sujeto a censura- los casos de las mujeres asesinadas a partir de 1993. De estas crónicas van surgiendo lentamente ciertos rasgos comunes. También, ciertos padrones se van recortando contra las sombras, entregando alguna luminosidad al lector. Nos vamos enterando que a menudo las mujeres asesinadas son trabajadoras de las maquiladoras que se amontonan en la zona fronteriza con los Estados Unidos a cuyo mercado sirven, que muchas otras víctimas son prostitutas, camareras de bares o simples emigrantes que están en camino esperando la oportunidad para cruzar la frontera. Nos damos cuenta de detalles que deberían apuntar adonde buscar también a los presuntos asesinos. A veces, entre gente humilde que trabaja en las maquiladoras; otras, en los bares y burdeles de la ciudad. Pero también detrás de los vidrios oscurecidos de coches de modelo Peregrino de lujo, de color negro, conducido por jóvenes adinerados que aparecen inexorablemente cuando las víctimas son adolescentes, o en las camionetas modernas de los traficantes de drogas. Surgen asimismo aquí y allá los nombre de una docena de detectives que investigan los diversos casos, sus métodos y sus fracasos, su percepción, a veces humana y hasta decente, sus reflexiones sobre el oficio propio, sobre la suerte de las víctimas. A lo largo de las trescientas y más páginas se repiten también los nombres de los lugares donde van a dar los cuerpos de las víctimas, los nombres de los numerosos basurales, legales o no, los nombres de sitios perdidos en el desierto, de potreros eriazos en poblaciones que se hacen casi familiares a medida que avanza la lectura. Todos juntos, los nombres de las mujeres, los nombres de los sitios que hacen las veces de sus tumbas provisorias, los de los policias encargados de buscar vanamente, los nombres de las carreteras, los bares, los prostíbulos, los moteles, los restaurantes, los cafés y las calles de la ciudad parecen fluir como si fueran los detalles que forman esa historia secreta de la que habla Bolaño, de esa historia que nunca podemos retener en la memoria, con todos sus vericuetos, esquinas, pliegues, dobleces y camadas que imperceptiblemente forman parte de lo que creemos tener controlado y que nos pasa sin embargo por alto en cada lectura, ya que nunca terminamos por enteramos de que es lo que hay entre las dos aceras, entre el arte y la vida, la investigación que ocupó, incansablemente, a Roberto Bolaño.

Saturday, December 20, 2008

ZAPATOS CON HISTORIA




Conozco solo un poema con el tema de los zapatos. Es de Charles Bukowski:
“Zapatos”:
cuando eres joven
un parde zapatos
femeninos
de tacón alto
inmóviles
solitarios
en el ropero
pueden encender
tus huesos;
cuando estás viejo son sólo
un par de zapatos
Se trata de zapatos de mujer. Nadie compuso una “Oda a los zapatos” o una canción “!Zapatos, ay, mis zapatos!”. Nadie previó el carácter reinvindicador ni justiciero que un par de zapatos puede llegar a tener. De modo que, al menos en este caso, se confirma la regla, la contingencia supera la ficción.

Las imágenes del periodista iraquí Muntazer al Ziadi lanzando sus zapatos contra el presidente estadounidense George W. Busch, en Bagdad, en momentos que realizaba una conferencia de prensa, causaron impacto a nivel mundial y me hicieron recordar otro episodio de la política internacional que, en su época causo un revuelo similar. Durante la decimo quinta Asamblea General de la Naciones Unidas, en Nueva York, 13 de uctubre de 1960, Niñita Kruschev, entonces Presidente de la Unión Soviética y Secretario General del Partido Comunista, protesto contra la conducción de Daj Hammarskjöld golpeando con su zapato, al parecer con el izquierdo, contra su pupitre.

Recuerdo un tercer episodio, esta vez más pintoresco que dramático. A fines de enero del año pasado, Paul Wolfowitz, presidente del Banco Mundial, visitó una mezquita en Turquía. Cuando se quitó sus zapatos, a la usanza del lugar, quedarpn al descubierto los agujeros de sus calcetines “por los que asomaban sin recato los dedos gordos de los pies”, según narra una nota de mprensa de la época.

No consideraremos en esta nota el “enjambre” de zapatazos que se está produciendo por doquier. Démosle todo el crédito al innovador Muntazer al Ziadi.

Monday, December 15, 2008

G. W. BUSCH: UNA AGRESION INACEPTABLE


Me parece completamente inaceptable, un acto de agresión inaudito, que el periodista iraquí Muntazer al Ziadi haya interrumpido la que sería la última conferencia de prensa del presidente estadounidense George W. Busch en Bagdad, arrojándole sus zapatos, en señal de protesta, al tiempo que lo trataba de “perro”. Los motivos que haya tenido el señor al Ziadi para proceder de ese modo, son un problema entre ambos, o, si se prefiere, entre invasores e invadidos, pero nada justifica que el periodista trate al Presidente de “perro”, ya que con ello infiere un agravio a la población canina del planeta, que nada tiene que ver con el incidente. La comunidad internacional debe exigir al señor Muntazer al Ziadi que se retracte públicamente de sus palabras, ya que su libertad de expresión tiene un límite, el respeto a los inocentes.

Saturday, December 06, 2008

EL POST DE LAS PREGUNTAS


No tuve tiempo para escribir un post que valga la pena ser leído. En momentos como estos suelo recurrir a mis colecciones, para ver si acicalando alguna puedo salir del trance. La más atractiva que tengo a mano podría ser la de las preguntas. Esta manía de pasarme la vida formulándome preguntas me ha causado muchos problemas y, ahora, al revés, para resolver uno me estoy preguntando que puedo hacer con esta colección. Ya he desechado todas las ideas que se me vinieron a a la mente. Si mis lectores no fueran tan fomes como son, les podría proponer que, juntos, eligiéramos “las diez pregunta más importante de todos los tiempos”. Las que propondría, para comenzar, provienen de mundos tan disímiles como la historia, la política, la música, la radio, el teatro, el cine, la televisión y nos permitiría sentar, en una misma mesa, personajes tan diferentes como Arturo Prat, Augusto Pinochet, Carol King, don Francisco, Eduardo de Calixto, Edward Albee, Enrique Bravo Menadier, Henryk Sienkiewicz, Jim Abrahams, Jose Luis Perales, Mauricio Redolés, Pachuco, René Clement, Roger Garaudy y Sydney Pollack, sin perjuicios de los que ustedes pudieran invitar, con su pregunta bajo el brazo.

Pero no, ya se que no resultaría. Lo mejor será publicarlas, tal como están y ¡hasta pronto!

¿Ha almorzado la gente?
Paris brûle-t-il?
¿Qué será lo que quiere el negro?
¿Quien mató a Gaete?
¿Quién quiere ser millonario?
¿Quién soy yo?
¿Quién tiene la razón?
¿Quo vadis?
They shoot horses, don't they?
¿Se puede ser comunista hoy?
Who's afraid of Virginia Woolf?
Will you love me tomorrow?
¿Y dónde está el piloto?
¿Y en Iquique también perdimos?
¿Y quién es él?

PS: Sólo para provocar, les cuento, en relación al frustrado concurso, que habría votado por la de Iquique.

Monday, December 01, 2008

RELATO DE UN CASO DE TELECINESIA



Busco información en internet de una médium de apellido Silbert, mencionada por Rudolf Tischer, en su libro "Introducción al estudio de la parapsicología” y encuentro la siguiente noticia, relativa al fenómeno denominado “aureola”, en un artículo suscrito por Oscar G. Quevedo, SJ y Edvino Friederichs, SJ:
“Una medium austríaca, Maria Silbert, después de su vuelta de la Sociedad de Investigaciones Síquicas de Londres, fue de nuevo observada en la ciudad de Gratz, en Alemania, por un grupo de investigadores, entre los cuales estaba un brasileño, Huberto Rohden, entonces estudiante jesuita, en la Universidad de Innsbruck. Todo el equipo era compuesto de hombres de alto prestigio científico (aunque hoy Rohden haya decaído muchísimo.
"Pues bien, en todas las sesiones -cuenta Rohden- María Silbert, así que caía en trance, quedaba toda luminosa, irradiando una claridad lunar, suave, fosforescente, ligeramente esverdeada, recordando la luz de nuestras luciérnagas. De las puntas de los dedos, de los codos y de las rodillas salían, de vez en cuando, resplandores más fuertes (,..). Era posible observarse todo eso en plena luz. Además, para poder observar mejor esa luminosidad, apagamos la luz eléctrica, y toda la sala quedaba submergida en una sugestiva luz lunar, que partía del cuerpo de la medium"
En su libro, Tischner cuenta su experiencia con la misma médium, pero en relación al fenómeno de la telecinesia, que me parece interesante, por ser el autor un representante del mundo científico, que busca “desocultar lo oculto”, como dice el prologuista del libro. Se trata de una versión, de primera mano, de un fenómeno que no conozco, ante el que no me es posible tomar posiciones. Se trata, en todo caso, de fenómenos que afectan nuestras visiones del mundo y que nos fastidian cuando nos enteramos, por algún motivo, de sus manifestaciones. Con anterioridad, me ocupé del caso de un profesor de la Escuela de Derecho de la Univertsidad de Chile, don Jaime Galté. Como en la cueca, no hay primera sin segunda, vuelvo a la parapsicología. Este es el relato concreto del Dr. Tischner (1) (1):

“Uno de los mejores mediums de la década de los 20 fue la señora Silbert, de Gratz; por su causa esa ciudad fue teatrote polémicas violentas entre sus partidarios y sus adversarios., las pasiones se inflamaron hasta en los diarios y en el seno del Sindicato Médico;; éste último me encargó de exponer el punto de vista de los partidarios de las manifestaciones parafísicas y y Benndorf, profesor de física de la universidad fue encargado de defender la tesis contraria. Para poderme formar una opinión sobre la señora Silbert se me facilitó la asistencia a dos sesiones con ella., de modo que la interesada sabíaque se trataba de una cosa “seria”. La primera fue una de las buenas sesiones tradicionales en la oscuridad, yo estuve constantemente sentado al lado de la médium y no se me pudieron obstáculos de ninguna clase; durante gran parte de la sesión tuve las manos puestas sobre sus muslos y habría sentido todo movimiento de las piernas. No insisto, sin embargo, sobre esta sesión y paso enseguida a la segunda, cuyo preludio no deja de tener importancia. Encontrándome por casualidad en la casa del medico habitual de la médium, consejero aúlico Ensbrunner, éste fue llamado a casa de la médium.La sesión organizada para la última hora de la tarde no podía, pues, tener lugar. . Como que esto perturbaba nuestros planes fuimos ambos a la casa de ella, que tenía una visita y sufría de un traumatismo en el hombro el cual fue tratado inmediatamente mediante unos pases magnéticosDespués de esto E propuso, de improviso, ver si se producía algún fenómeno y de este modo se desarrolló a partir de un incidente de la vida cotidiana una sesión que no había sido “preparada” en modo alguno. Puede que este carácter de improvisación, de ausencia de cosa forzada, haya contribuido al éxito de la sesión hasta tal punto, que los adversarios mismo la han consideradocomo la mejor sesiónen una habitación clara de una casa de barrio, sin cortinajes que pudieran atenuar la luz,; la ventana provista solamente de visillos ligeros permitía la entrada de la viva luz de un día claro de fin de marzo; La sesión comenzó poco después de las cuatro de la tarde. ; la mesa tenía un cajón grande en el cual estaban guardados los cubiertos de la familia, y pesaba en conjunto unos treinta kilos. La señora S. estaba sentada cuando nosotros entramos en el lado largo de la mesa y yo tomé asiento, al principio, frente a ella. E. se sentó en uno de los lados cortos, el visitante un poco separado, pero se fue pronto. Walter, llamado por teléfono, se sentó en el otro lado estrecho de la mesa y luego, al lado de la señora S. cuando llegó el encargado de curso Schindler. Debemos precisar bién que la médium, que en esta época tenía unos sesenta años, , había sufrido el mes anterior, como nos dijo su médico, de algunos cólicos hepáticos y y estaba, por otra parte, diabética, circunstancias que no contribuyen a aumentar la fuerza física.

Demos aún algunas indicaciones preliminares1) La señora S. no tomó en momento alguno disposiciones particulares, ni expresó siquiera deseo alguno sobre la organización de la sesión. “) La señora nunca ha asido la mesa por su propio impuls, de modo que solo lo ha hecho cuando yo se lo sugerí para vreforzar su acción. Durante el primero y segundo minutos en que ella la ha sostenido, lamesa se ha mantenido casi inmóvil. ·) Yo me he desplazado como he querido sin pedir permiso a nadie y sin que nadie haya protestado
Hay que decir aquí que nuestros adversarios imaginan, a menudo, que el médium dirige habitualmente las experiencias y que nadie se atreve a protestar contra el dispositivo adoptado. . Durante la sesión naedie ha tocado la mesa, salvo yo mismo, como vamos a ver.
Llego, entre tanto, a los fenómenos propiamente dichos. Dos clases de movimientos se produjeron esencialmente en el curso de la sesión.

¡) Desplazamientos bruscos de la mesa, casi siempre en el sentido de la longitud, o sea transversalmente al médium.

2) Movimiento de báscula: la mesa se elevaba, bruscamente, del lado donde yo estabasentado, a una altura de 10 centímetros.

El primer movimiento se produjo con la rapidez de un tiro; nos hizo pensar en la atracción de de un pedazo de hierro por un imán. Hagamos notar que la señora S. se encontraba en una posición poco cómoda para provocar por sus propios medios este movimiento transversal; me habría sido imposible a mi mismo, con todas mis fuerzas producirlo con esta brusquedad.

Para darme cuenta de los movimientos. yo mismo he levantado la mesa varias veces de mi lado y después la he dejado caer. La cida resultaba muy lenta y poniendo los dedos debajo de la mesa, se tenía la impresión de que todo pasaba como si aquella descansara sobre un colchón neumatico que estuviera vaciándose lentamente. Experimentaba yo, a menudo, una seria resistenciacuando quise levantar bruscamente la mesa; en otros momentos, por el contrario, en lugar de parecerme más pesada la mesabasculaba con la más grande facilidad. Cuando yo asía la mesa en posición de bácula percibía, bastante a menudo, un claro balanceo y6 si yo no la soltaba tenía la sensación de una resistencia elástica. En conjunto he asistido a 30 o 40 movimientos de báscula.
Vuelvo ahora al primer movimiento que se ha manifestado con frecuencia, el desplazamiento horizontal de la mesa de 5 a 10 cms. Que he denominado “fenómeno de deslizamiento”. Este movimiento se producía espontánea y súbitamente, de ordinario, como hemos dicho, en el sentido de longitud, y a veces también un poco oblicuamente. Sabiendo por las sesiones anteriores que este movimiento sucedía de preferencia cuando uno de los asistentes se levantaba , invité a uno de estos señores a hacerloy pudimos contar que el fenómeno de desplazamiento se producía. Esta acción de levantarse parecía perturbar un campo de fuerza y el movimiento se producía entonces.

De esta manera tenía los dos movimientos a mi disposición y evitaba el efecto de sorpresa que los prestidigitadores utilizan en las representaciones; sabía cuando levantaba yo la mesa,
Que en este movimiento y en este lugarhabía pasado verosílmente alguna cosa supranormal. Podía observar con toda seguridad a la señora S. y no vi nunca nada sospechoso; estaba sentada tranquilamente con las manos cruzadas sobre el pecho y no estaba en trance. . Cuando había balanceo de la mesa, los movimientos eventuales de los pies de la mediumhabrían sido visibles y no he notado nunca que apoyara los pies contra la mesa.

Por dos veces, nos hemos levantado todos simultáneamentecon las manos puestas sobre la mesa y la hemos unos 10 cms. Dejándola después todos de golpe; entonces balanceándose ligeramente la mesa ha empleado de 5 a 10 segundos en caer y el choque sobre el suelo ha sido menos brusco de lo que habría sido en condiciones normalesDurante estas experiencias la señora Silbert se encontraba más o menos 75 cmsa en apariencia indiferente y con los brazos cruzados. Poco rato después, la lámpara eléctrica suspendida por arriba de la mesa fue prendida.

Alcabo de un momento yo cambié de lugar con Ensbrunner y luego con Walter, me encontraba entonces al lado de la señora S., tomé sus dos manoos en las mías apoyándolas sobre elk muslo y los fenómenos no se modificaron en absoluto. Unos golpes espontáneos indicaron que se anunciaba un mensaje espiritista y a ruego de la señora S se apagó la luz por diez minutos. Durante este tiempo no se produjo ninguna telekinesia; observamos, pués, lo contrario de lo que sostienen los escépticos, ¡Cuánto más oscuro, más fenómenos! Es evidente que esta sesión co0ntradice todas las objeciones de los escépticos, no solamente sobre la cuestión de la iluminación sino también sobre la pretendidadirección de la sesión por el médium y sobre la posibilidad de recurrir a trucos de prestidigitación, etc.

No puede, indudablemente proponerse nada preciso para explicar la naturaleza de los fenómenos de los fenómenos físicos que se produjeron em esta sesión improvisada. Pero; de todos modos, no se obtiene la impresión de que la fuerza que desplazaba mesa, tanto para un movimiento como para el otroemanare de la señora S; psrece más bien como si hubiera debajode la mesa un campo de fuerza y que los fenómenos solamenteprovocados y gobernados por el médium de modo semejante al caso de un hombre débil que tomando la palanca de dirección de un gran vapordirige la energía colosal de estas máquinas.

(1) Rudolf Tischer, Introducción al estudio de la parapsicología”, Editorial Oyeron, Bs. As., 1957.
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